LA TRINCHERA INFINITA (Jon Garaño, J.M. Goenaga, Aitor Arregi, 2019)
El trío de directores vascos que nos trajeron títulos como Loreak o Handia, vuelven con una producción si cabe más ambiciosa, en la que un hombre acusado por sus vecinos escapa del frente nacional para refugiarse en un escondite en su propia casa. Esta circunstancia se prolongará durante más de 30 años. Estamos ante una película ambientada en principio en los albores de la guerra civil española, aunque plantea cuestiones plenamente actuales. La trinchera infinita se vertebra sobre la relación del hombre y su mujer, y de alguna manera supone un curioso desarrollo de toda una época vista a través del encierro voluntario. La película se sostiene gracias al dúo protagonista —con una Belén Cuesta que llega a superar a Antonio de la Torre, para mi gusto— y a la omnipresente sensación de amenaza que se cierne sobre ellos. Sin embargo, y como ya pasaba en Handia, encuentro el metraje excesivamente alargado como un elemento que juega en contra de la propuesta. Interesante, pero se hace larga.
Rodrigo Sorogoyen hace aquí un ejercicio arriesgado. Madre es la conversión a largo del cortometraje de 2017 del mismo título. La película arranca con los 17 minutos del propio corto, en el que una mujer recibe la llamada de su hijo informándole de que está en una playa con su padre, y que este le ha dejado solo y no aparece. Con ello, el arranque de la película resulta potente y enervante en el buen sentido, demostrando el nivel de tensión y estrés que puede generar una simple llamada telefónica. A partir de ahí, Sorogoyen se mete en un berenjenal extraño al llevar la historia 10 años adelante, para contar el día a día de la madre y su encuentro con un adolescente que tiene la edad que tendría su hijo desaparecido. Quizá el problema es mío, pero no entiendo cuál es el mensaje que quiere contar el director. Esta extensión de la historia original me parece incoherente, absurda y, además, alargada hasta la extenuación. Marta Nieto hace un papelón, sí, pero no creo que sea suficiente para que Madre apruebe. Decepción.
VENTAJAS DE VIAJAR EN TREN (Aritz Moreno, 2019)
Ventajas de viajar en tren es la difícil adaptación de la novela del mismo nombre de Antonio Orejudo. La película riza el rizo en cuanto a hilar historias cruzadas, y supone un fantástico ejercicio por parte del director Aritz Moreno a la hora de pergeñar un conjunto cohesionado y comprensible. A partir de la conversación de un hombre y una mujer en un tren, la película pone en liza una serie de historias independientes que tienen pequeños puntos en común, y que se caracterizan por un sentido del humor bastante perverso, una explicitud nada desdeñable, una tremenda mala baba, y unos diálogos increíbles, supongo que sacados directamente de la novela. Con ello, Ventajas de viajar en tren se postula como algo insólito dentro del panorama nacional, poseyendo un aire muy coreano por la maestría con la que mezcla distintos géneros, y termina siendo una de las propuestas más estimulantes del reciente cine español.
TELL ME WHO I AM (Ed Perkins, 2019)
Documental de Netflix del subgénero “la realidad supera la ficción”, Tell me who I am cuenta la historia de dos hermanos gemelos que ven trastocada su existencia después de que uno de ellos sufra un accidente en el que pierde la memoria. Lo único que recuerda al despertar es a su hermano, pero el resto de su vida ha quedado borrado. A partir de ahí, el espectador asiste a la reconstrucción de una vida ficticia que se tuerce cuando retazos de la realidad van saliendo a la luz.
Es esta una historia que puede verse de diferentes maneras, pero que empieza como algo casi anecdótico para transmutarse en una pesadilla aterradora. Puedo afirmar que se trata de uno de los documentales que más mella han dejado en mí, tanto por lo increíble y horrible de la historia, como por el terror cerval que me transmitieron algunas de sus imágenes y palabras. Insto a todo el mundo a su visionado, pero advierto del difícil trago de sus momentos álgidos. Impresionante de verdad.