Ritual Román XXXVII: Los últimos días

por Román Sanz Mouta

Título: Los últimos días

Autor: Brian Evenson

Editorial: Dilatando Mentes

Nº páginas: 254

Género: Noir, weird

Precio: 17,95€

A Kline, un antiguo agente encubierto ahora retirado, sumido en una profunda depresión a raíz de la amputación de una de sus manos, se le encarga resolver un curioso crimen. La peculiaridad del encargo viene dada no por la muerte en sí, sino por el hecho de que el asesinato se ha cometido entre las paredes de un culto religioso, de nombre La Hermandad de la Mutilación, que promulga las amputaciones como vía para alcanzar la divinidad. Kline no tardará en darse cuenta de que está atrapado en una telaraña de mentiras, amenazas y traiciones.
Una obra de corte noir próxima al hardboiled, tan intensa e inquietante como incomoda y salvaje, a medio camino entre el salvajismo de Chuck Palahniuk, la opresión de Kafka y el surrealismo de David Lynch.

 

MUTILACIÓN DE LA NOVELA

Para empezar, hay que decir que la premisa que maneja esta novela no es solo original, si no que posee una imaginaria despiadada. De principio, y aunque uno es aficionado al terror y a lo grotesco (algo menos al gore indiscriminado), el tema puede producir un pequeño escalofrío por no saber cómo lo va a afrontar el autor en lo referente al gusto, al estilo, al trato, al vocabulario… Ni el tipo de personajes que te puedas encontrar junto con su manejo de los fragmentos de acción (amputación). La portada, efectista y efectiva y sin dejar lugar a dudas, ya es en sí misma un impulso y una barrera para la lectura. Sabes dónde te metes bajo tu propio riesgo, sin engaño, trampa, cartón o bisturí. Pero me poseía la curiosidad por un manuscrito excelentemente recomendado, y lo primero que tengo que destacar es la agilidad narrativa, pues siendo cuasi lineal el texto, le hacen mucho bien esos capítulos cortos compuestos por fragmentos de la historia, espaciados para dejar al lector respirar y asumir las diferentes escenas que se suceden, junto con las decisiones, las asunciones y los sacrificios. Esto concede no solo vivacidad, sino también adicción al texto, pues torna en dinámico, provocando que te adentres cada vez con más y más ahínco, hasta que te das cuenta que ya estás enganchado y necesitas saber cuál será la siguiente parte a cortar. Solo un capítulo-extremidad más, solo un párrafo-articulación más…

Inquieta.

Perturba.

Seduce.

El personaje, un héroe trágico sin quererlo, alguien que parece evitar a la par que disfrutar los trastornos como algo inevitable para seguir avanzando en su vida cual tablero de ajedrez, no concede indiferencias, y sus ojos son los adecuados para asomarse a la trama, junto con esas relaciones que desarrolla, intentando dominar y exigir, y a la vez mostrándose en sumisa rebelión para con los acontecimientos, en una suerte de actitud pasivo-agresiva donde necesita tanto saber como que le dejen vivir y morir en paz. La manera en que es seleccionado para una misión tan confusa, el mismo mérito que adquiere, pone los tintes retorcidos que solo son cimientos para el iceberg que guarda el texto en sus entrañas, al que iremos llegando desde el desconocimiento y la perplejidad. E incluso con eso, conociendo ya esta temática (¿cortamos algo más?), vamos a encontrar una empatía natural e irracional, lo cual supone una de las mayores virtudes del señor Evenson; la clase con la que es capaz de sumergirnos en este maremágnum de atrocidades.

Sinteticemos: Kline, un expolicía mutilado en un acto supuestamente heroico de servicio para reducir y extinguir a un asesino serial, recibe llamadas con una propuesta desquiciada, y luego la visita poco inesperada de estos mismos interlocutores. Para que forme parte de un club, un club que más te valora y puntúa cuantos más miembros pierdas de manera voluntaria, autoinfligida. Cuando decide escapar de ese centro insano a base de violencia, la cosa se complica. Pues no es el único club ni los únicos interesados en Kline. A partir de aquí, en fuga y captura perpetua, parece que el mundo, y la misma existencia al completo, giran en torno a la amputación y su nuevo mesías.

El argumento es un gusano intentando escapar del anzuelo. El personaje va a la deriva (con ciertas reminiscencias a El Club de la Lucha), atrapado en una especie de embudo el cual crea un remolino para arrastrarle al inevitable fondo, desenlace terrible, llevándose todo y a todes por el camino y con una resistencia tan fiera como voraz por parte de Kline, que interpreta a víctima y mesías incomprensible en un delirio que nos turba con un giro tras otro imposibles de prever. Pues presenta una sociedad desmembrada, desencajada, casi lógica dentro de una ilógica demasiado compleja (o simple) para poder atisbarla y comprenderla en su totalidad. Y ese Kline limitándose a la acción-reacción, ya que no le ofrecen más posibilidad que ser el juguete del deseo, capricho y muerte. ¿Qué es capaz de hacer un hombre (o mujer) al que ponen al límite? Todo, y de todo.    

El desenlace, oh, el desenlace se convierte en una orgia. Quirúrgico en todos sus sentidos, en todas sus acepciones. Ya no queda nada para camuflarse, se caen las máscaras de carne, dejando el esqueleto de sus esencias, la escasa anatomía que les resta y aquello que les mueve. El baño de sangre es inevitable, aunque no como uno espera, como vosotros esperaréis.

La locura y la cordura juegan su partida una vez más intentando desequilibrar la balanza. 

Cultos y obsesiones que se convierten en una religión, una religión ínfula que, por supuesto, es una hidra de varias cabezas, y todo líder quiere tener razón y estar en el cúlmine de la misma arrastrando a los acólitos consigo. Mientras que esa lucha atávica y asalvajada es el derecho a la libertad de un hombre pidiendo que le dejen en paz. ¡Poder estar solo! Y lejos de grupos, de gente, de sociedades que quieren imponer su conciencia y su consciencia. Existe, además, una corriente filosofal que subyace en la historia, no permitáis que os pase desapercibida.   

Literatura de contradicción. Regada de un humor oscuro cuasi negro y más que negro. Con un volumen y ritmo de acción que, de tan bien encadenada y tan inmersos en la trama, casi sobrevuela.

Reconozco que no poseía antecedentes del autor, Brian Evenson, multipremiado, y que no se ajustaban mis gustos a esta temática. Pero la novela es un caldo de cultivo de percepciones, que duele a más subyugación que le pongas. De juegos mentales y dobles traiciones, de superioridad moral por reducción corporal, de frenéticos acontecimientos lesivos en frenesí. Lo tengo ya en mi punto de mira a este psicópata (para bien, espero), esperando nuevas obras y traducciones. Porque su imaginación es tan perversa que no se puede dejar escapar. Y mucho menos evitar su lectura y aceptación.

Atreveos. Preparad el estómago y la mente para leer esta novela.  

Pd: ¿nos contamos y nos cortamos algo? ¿Quedamos para una cerveza y una amputación?

Pd2: «Soy lo que les ha pasado a ellos”. Vaya sentencia.  

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