El Centinela: EL TERROR

por C. G. Demian

La vida es solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta.

Esta frase extraída de El Leviatán de Thomas Hobbes es recurrente en uno de los personajes de El Terror. A decir verdad, me parece un estupendo adelanto de lo que está por venir en esta estupenda novela escrita por Dan Simmons.

En este primer artículo para Dentro del Monolito me apetecía hablar del terror, pero no solo del libro, sino del terror en mayúsculas. Creo que pocas novelas se empapan de este concepto como lo hace El Terror. Si atendemos a la etimología, terror es el sentimiento de miedo o fobia en su escala máxima. Si el miedo se define como esquema de supervivencia, se puede asumir que el terror sobreviene cuando el miedo ha superado los controles del cerebro y ya no se puede pensar de forma racional.

En la novela de Simmons encontraremos el terror a lo inhóspito; la tripulación de los dos barcos se encuentra abandonada en mitad de una inmensidad de hielo. Algo que, por otra parte, nos recuerda a En las Montañas de la Locura de H.P. Lovecraft.

Pero también encontraremos el miedo a la oscuridad, a lo desconocido, a criaturas demoníacas, al hambre, incluso a morir envenenado o a la antropofagia. Simmons hace sufrir muchísimo a sus personajes, sin embargo, a excepción del Tuunbaq, el resto de sus desgracias sí fueron reales. El ártico no es un lugar agradable y Simmons se encarga de demostrárnoslo a la perfección.

Pero, como esto no es una reseña, hoy hablaré sobre leyendas inuits, una cultura que se extiende por todo el ártico desde Groenlandia hasta el estrecho de Bering, y que tiene una mitología tan rica como cruel.

Creo que lo primero que debería hacer es hablar sobre simpático Tuunbaq. En la novela, las tripulaciones de El Terror y El Erebus son perseguidas por un monstruo ártico, una especie de oso polar gigantesco de cabeza triangular que posee un hambre insaciable. Esta criatura peluda y apestosa —Simmons describe su olor en algún pasaje y es cualquier cosa menos agradable— fue creada por Sedna para asesinar al resto de dioses inuit. Sin embargo, la bestia fracasó, lo cual enfadó a su creadora. Entonces, decidió desterrarlo a las amplias masas de hielo del norte, para que no representara peligro alguno para la humanidad. En resumidas cuentas, lo despidió y sin finiquito.

Como Sedna no se fiaba ni un pelo de él, para que no abandonara los témpanos de hielo, instruyó a los Sixma leaua, un grupo de chamanes, con técnicas y hechizos para confinarlo. Esto se consigue a través de un ritual en el que el brujo introduce la cabeza en la boca de la bestia. A continuación, inicia un canto que tiene la capacidad de retener al Tuunbaq. El rito solo tiene una pequeña pega: para que funcione, la bestia debe arrancar la lengua del invocador. Como contrapartida, a partir de ese momento, el gran oso ofrecerá alimento al chamán. ¿Qué es un trozo de lengua comparado con toneladas de carne de foca?

Este es el momento en que, después de haberte puesto los dientes largos, debo decirte que este despiadado ser no se halla en la mitología inuit, sino que surgió de la gran imaginación de Dan Simmons. Así que, ni oso gigante, ni chamanes sin lengua cortada ni nada de eso. Bueno, algo sí: Sedna.

Ilustración: © Paco Guerrero

La inuit —la palabra inuit significa persona— es una cultura animista y chamánica de transmisión oral. Debido a la crudeza del clima, no es de extrañar que sus historias nos hablen de la lucha contra el frío y lo inhóspito. En ellas buscan conciliarse con los dioses, los espíritus y el mundo que los rodea. De su cultura, sorprende que incluso las rocas tengan alma, no solo los animales, y que todas tengan el mismo valor, así que puedes figurarte el dilema cuando se disponen a cazar un animal. Para un inuit es equiparable a un asesinato.

Por eso, después de matar una presa se efectúa un ritual. Cada animal tiene su ceremonia propia. Por ejemplo, en el caso de las focas, se vierte agua dulce en la boca del animal para que no tenga sed y les diga a las otras focas el respeto que se le ha mostrado. De este modo, ellas también estarán dispuestas a sacrificarse y morir a favor del pueblo inuit.

Aunque la lista de dioses, seres y espíritus es larguísima, solo citaré los que me han llamado más la atención por su crueldad, que para eso esta es una web dedicada al terror. Comenzaré hablando de Sedna, ya que es la diosa principal del panteón inuit y porque, como ya he dicho, forma parte de la leyenda creada por Simmons para la novela.

  • SEDNA: Es la principal deidad inuit y diosa del mar. De ella depende la vida de los animales marinos. Es la que permite la pesca y, en consecuencia, la vida esquimal en el ártico. Sedna es, en cierta forma, la garante de la moralidad, sobre todo en lo referente al trato a los animales, a los homicidios y a la vida sexual. En respuesta a faltas de este tipo no duda en negar la caza, provocando hambrunas.
    En la versión más extendida del mito de Sedna se la presenta como a una muchacha que rechaza a todos sus pretendientes, hasta que su padre la obliga a casarse con uno de sus perros (sí, con un perro). Los hijos engendrados en esta unión se convirtieron en los antepasados de los blancos y los indios. Más adelante, Sedna se casará con un petrel (un tipo de ave marina). Su padre y hermanos la secuestrarán, pero el petrel perseguirá la embarcación de los inuits, provocando una tempestad. Entonces, el padre arrojará a su hija al agua. Ella, en su desesperación, se aferrará a la borda, a lo que su padre responderá cortándole los dedos. Finalmente, los apéndices mutilados acabarán convirtiéndose en peces y focas.
    La iconografía representa a Sedna como una sirena marina, aunque bastante diferente a aquellas que llamaban a Ulises en el estrecho de Mesina. El nombre Sedna, es, en realidad, una invención occidental. Al parecer, es un locativo que significa «la que está lejos». Los inuits le otorgan diferentes nombres, así que citaré solo los más comunes: Takanakapsaluk (el terrible ser de las profundidades), Takanaluk Amaaluk (la mujer de las profundidades) o Uinigumisuitok (la que no deseaba marido).
  • IJIRAQ: El Ijiraq es presentado como un monstruo al que le gusta secuestrar niños con el fin de que sus padres no los encuentren nunca. Un hombre del saco en toda regla. Su nombre significa «el que se esconde». Presuntamente miden cerca de treinta centímetros de altura y se desplazan por el suelo, viviendo más tiempo que los esquimales. Si los niños logran persuadir al Ijiraq para que los deje ir, estos encontrarán su camino de regreso mediante el inuksuk de piedra.

Ijiraq

  • AHKIYYINI: Los Ahkiyyini son espíritus representados como esqueletos que generan desastres y ruina mientras bailan y tocan el tambor. Los inuits, que a lo largo de su vida pasan mucho tiempo bailando o tocando los tambores, pueden continuar haciéndolo una vez muertos como ahkiyyinis. Los Ahkiyyinis usan el hueso de su brazo como baqueta para golpear su escápula, que hace las veces de tambor o xilófono. Cuando golpea este instrumento improvisado, hace temblar el suelo y los ríos se vuelven violentos, destruyendo kayaks, canoas y barcos, y matando a sus pasajeros.

 

  • WI’-LU-GHO-YUK: Es un animal marino parecido a la musaraña. Su hábitat son los glaciares e icebergs que pueblan el ártico. Según las leyendas inutis, cuando estos seres descubren a un ser humano, corren hacia él, agujerean su calzado y se cuelan a través del hueco por dentro de la ropa, donde recorren el cuerpo del esquimal. Si el humano permanece quieto, el Wi’-lu-gho-yuk le recompensará con fortuna para la caza pero, en caso de que se mueva, horadará su carne y viajará por el interior de su cuerpo hasta alcanzarle el corazón y, obviamente, provocarle la muerte.
  • AIPALOOKVIK: El Aipalookvik es un espíritu maléfico que vive en el mar. En su constante anhelo de destrucción, ataca a todos aquellos que viven cerca de la orilla, o a los barqueros que navegan sobre las aguas. Se le describe como un cadáver en descomposición que abandona el agua en busca de presas humanas a las que arrebata su calor corporal. El Aipalookvik también es capaz de acceder a la memoria de la víctima, pudiendo así adoptar su personalidad.
  • AKHLUT: En la mitología inuit, Akhlut es el espíritu de una orca que toma la forma de un lobo gigantesco cuando se interna en tierra. Este ser se adentra en la tierra para cazar tanto animales como humanos. A pesar de tratarse de seres fantasmales, al abandonar el océano o regresar a él, dejan huellas sobre la nieve. Por este motivo, los perros que son vistos caminando hacia el agua, o siguiendo la orilla, son considerados malignos.
  • AMAROK: El amarok es un lobo gigantesco que merodea en soledad durante las noches árticas. A diferencia de sus congéneres de tamaño más reducido, no caza en manada y está especializado en presas humanas que salen a cazar de noche.
    La leyenda cuenta que, al principio, solo una pareja de humanos habitaba bajo las estrellas, ni siquiera había animales; la mujer pidió a Kaïla, el dios del cielo, que poblara la tierra. Este le mandó perforar un agujero en el hielo y, a través de él, fueron sacando a todos los animales. El último, y también el más preciado, fue el caribú, que provee con su carne, pieles y cornamenta a los pueblos del ártico. Sin embargo, como los humanos cazaban siempre a los mejores caribús, pronto solo quedaron los débiles y dejaron de cazarlos. Entonces, la mujer volvió a pedir ayuda y pescó un nuevo animal a través del agujero en el hielo, el lobo, enviado por Amarok (el espíritu del lobo), para que devorara a los animales débiles y mantuviera la calidad del caribú.
    Desde aquel día, el espíritu de Amarok reina en el Gran Norte. Los inuit dejan cazar tranquilos a los lobos porque saben que el caribú nutre al lobo, pero el lobo mantiene la buena salud de los caribús.

Amarok

  • TUPILAK: Es un nombre genérico para los seres demoníacos que representan a los espíritus de los muertos. Por lo visto, estos espíritus tratan de regresar a sus casas. El más mínimo contacto con uno de estos seres resulta mortal y una simple mirada provoca enfermedades. Recuerda en cierta manera al mito de Medusa, cuya mirada convertía en piedra a sus víctimas.
    En Groelandia, la versión del mito la acerca más al zombi haitiano; un ser devuelto a la vida por un hechicero al que usará como esclavo. En este caso, el zombi estaría confeccionado con partes de diferentes animales, muy al estilo del monstruo de Frankestein, pudiendo adoptar la forma de dichos animales.

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