RITUAL ROMÁN XLIX: MEDDLING KIDS

por Román Sanz Mouta

Título: Meddling Kids

Autor: Edgar Cantero

Editorial: Insólita 

Nº páginas: 416

Género: Terror y aventuras

Precio: 22,95€

En el verano de 1977, el Club de Detectives de Verano de Blyton desenmascaró al monstruo del lago Sleepy: otro cazatesoros disfrazado que se hubiera salido con la suya si no fuera por esos chicos entrometidos. En 1990, los ex detectives viven atormentados por los recuerdos de unos hechos que difícilmente pudieron ser obra de un tipo con una máscara. Andy, una fugitiva buscada en dos estados, necesita respuestas. Para obtenerlas deberá encontrar a Kerri, la otrora niña prodigio que ahora se dedica a ahogar sus fantasmas en alcohol junto a Tim, el perro weimaraner descendiente del miembro canino original del club. También tendrá que recabar la ayuda de Nate, el fanático de las novelas de terror que está internado en el manicomio de Arkham, Massachusetts. Por suerte, Nate sigue en contacto con Peter, el deportista convertido en estrella de cine que fuera el líder de la pandilla… Lo que tiene su mérito, ya que Peter lleva años muerto. Ha llegado la hora de volver a reunir al equipo, enfrentarse a los demonios del pasado y averiguar qué sucedió realmente en el lago Sleepy hace trece años. Es la única oportunidad que tendrán de poner fin a sus pesadillas y, tal vez, salvar el mundo.

Meddling Kids es un original viaje nostálgico con guiños a H. P. Lovecraft y a la cultura pop que subvierte los arquetipos de las historias de detectives adolescentes como Los Cinco o Scooby Doo para ofrecer un exuberante y retorcido homenaje al terror, la amistad y los horrores tentaculados interdimensionales.

CRÓNICA OJIPLÁTICA

Existen ocasiones en que los libros no necesitan lectores (ojo, les escritores sí), si no que son los lectores quienes necesitan ese libro. Un lector en concreto que demanda una novela específica, anhelada. Eso he sentido con Meddling Kids. El tono, el tratamiento de la historia y personajes, las interrelaciones, los códigos cambiantes para con el usuario de manera que te sorprendan, te cambien y te hagan cómplice. Así de profunda resultó la inmersión.

En estos tiempos, en este estado anímico (diciembre 2020 – enero 2021), ya solo esa promesa de Scooby Doo fluyendo a Cthulhu (y Xira, la princesa guerrera), mezclados, pero no revueltos (que quizá sí, tendréis que leer para descubrirlo) me activó. Me hizo generar ansiedad positiva por esta obra, y abalanzarme sobre ella una vez conseguida (gracias, Insólita). Y me ha emocionado tanto su arranque, no solo por la especificidad del momento, que he relegado el resto de mis tareas y lecturas paralelas (muchas de normal), para darle cumplida reciprocidad, y leer con la ilusión que concibo puso el autor cuando la creó, escena a escena. Porque lo que promete es cierto desde la primera página; me sumerge, me embarca y me embarga. Y a ello he seguido con mi inconstante y caótico ritmo de degustación. Aquí las conclusiones.

Pero primero, cuatro niños; Peter, deportista y líder, Kerri, inteligencia y desparpajo, Andy, fuerza y carácter, y Nate, humor y curiosidad (y lenguas ocultas), junto con el perro Sean (abuelo de Tim), la humanidad del grupo; sucesores de Los Cinco de Enid Blyton (precioso homenaje), y de Los Tres Investigadores, con el sello de Hitchcock, o Los Hollister. Pues estos muchachos pasaban juntos las vacaciones en un idílico pueblo, resolviendo misterios peculiares y crímenes locales con desenlaces fantabulosos, al igual que las tramas que se cocían bajo los mismos. Hasta que llegó su final. Con el monstruo del lago Sleepy. Ahí, tras la captura y encierro del supuesto culpable (desenmascarado de su disfraz de criatura, por supuesto, foto en el periódico incluida), y previo secuestro de alguno de los infantes, el grupo se rompe. Y los reencontramos ya adultos, con sus traumas, perdidos (y uno suicidado), con los roles intercambiados. Con algo pendiente que sus memorias han bloqueado. Que pulsa y late. Que los llama de vuelta. Para llegar al desenlace a tumba abierta, a esa sospechosa vuelta a la calma, ¿preludio del siguiente caso? Frío…

¿Qué había en el lago, en la mansión? Un mal más antiguo que el hombre y más oscuro que las pesadillas de Lovecraft. Origen y apocalipsis. Esta es la novela que se presenta, con referencias ochenteras, al ritmo decadente (para bien) de guiños y cameos; siempre buscando el giro, la sorpresa, la apuesta. Como ya digo, los códigos narrativos resultan sugerentes, variando el tipo de diálogo, introduciendo formas trasgresoras, y otorgándole fluidez a la narración, que nunca se detiene. Los personajes, bien perfilados desde esa matriz de su niñez, están dotados de suficiente poso como para generar carisma y empatía, cada cual con su rémora a cuestas, heredadas de su oficio de niños detectives. Y la atmósfera, esas descripciones tenues pero suficientes y onerosas, frases hiladas en contradicción lírica, alguna dejando rasgos que se nombrarán como clásicos de culto instantáneos, me permiten la visual y la sonrisa o el susto cuando requiere. Y yo me dejo llevar, cual barco naufragado a la deriva, con gusto, y deseando ver qué más me ofrece la mar de la novela. ¿Cómo negarme al Necronomicón, a la magia negra, a seres de inframundo, a apariciones espectrales, y quizá a una entidad venida desde el umbral de lo desconocido…?

Porque el estilo elegido para completar este manuscrito tiene un punto a medias entre la literatura, lo cinematográfico (para que veas planos y escenas) y un aspecto teatral a nivel de guion. Como si te ofreciesen las tripas de la obra, sus mecanismos sin secretos, jugando con esas comunicaciones entre personajes y para establecer la relación con el lector, vital.  Eso sí, y es justo mencionarlo, la tendencia por el séptimo arte hace que algunos de los enfrentamientos nos puedan parecer algo improbables, por lo masivo y el contraste entre unas fuerzas aplastantes (avalanchas, marabuntas, oleadas, turbamultas) y nuestros héroes. Cosas de la ficción.

Aclarando dudas:

  • ¿Tiene tono humorístico? Sí.
  • ¿Es adictiva? Sí.
  • ¿Se puede definir como novela de terror, y más aún, de horror cósmico fidedigno al maestro Lovecraft? Se puede; es un compendio de fórmulas, como toda buena novela, y si la duda es si dentro de esa mezcla con humor y aventura, el terror se impone, quizá no, pero los fragmentos de horror y la amenaza que suponen te crean congoja, y sobrecogen.

Termino como empecé: no es solo que yo demandase esta novela, es que tú también lo harás, no es cuestión de gusto o perspectiva individual, de querencia y carencias, y te hablo a ti, sí, tú, lector constante. No te despistes. Esos niños y los adultos en que se han convertido te requieren igual que tú les requieres a ellos, así que, ¡ponte las pilas!

Pd: Tim, un Weimaraner (braco de Weimar), ¡pedazo personaje! No lo comento antes a propósito, pues merece su espacio, pero es el hilo conductor, el pilar, el héroe en que se sostienen y sustentan, tanto él como sus ascendientes. Quizá el más humano de todos y quien más expresa en cada gesto, en cada secuencia, en cada acto desprendido. Una parte fundamental e imprescindible para la novela; le cogerás un cariño sobrenatural. 

Pd II: en serio me planteé escribir toda esta crónica desde los ojos y el pensamiento de Tim. Su perspectiva sobre lo que sucede y hacen sus amigos humanos. Lo merece el perruno.

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