Título: La ciudad mimética
Autor: Mari Carmen Copete
Editorial: Obscura editorial
Nº de páginas: 496
Género: Novela negra, ciencia ficción
Precio: 20,90€
«No es más que un espectáculo. Una fantasía increíblemente vívida».
Para empezar quiero dejar claro que la considero una novela excelente, así, dicho llanamente.
La cojamos por donde la cojamos le encontramos bondades: a ver si puedo ir por partes sobreponiéndome a mi propio entusiasmo.
El ritmo de la novela está medido de forma excepcional, es un tan tan constante, pero no como en un simple thriller que “engancha” con esos trucos de birlibirloque literario que usan los escritores (esos seres malignos y malditos), esos trucos que quieren generar ansiedad por saber qué pasará en el siguiente capítulo, no: todo lo contrario: es sosegada. Gusta cerrar el libro después de cada capítulo y reposar la mente para seguir jugando con la trama… El constante tan tan, claro, y como debe ser, se convierte en su momento en redoble vivace.
Una de las cosas que ayudan a que esta lectura sea tan enriquecedora, por usar un solo adjetivo, es la excelente prosa: muy cuidada y de hecho aquí y allá se detectan elementos propios de la poesía, rimas internas en los párrafos que me han hecho leer prácticamente la novela entera en voz alta: fantástico. Elegancia puede que sea el término que busco. Es cierto que este “nivel estético” no es constante, y de vez en cuando me malsuenan expresiones y giros propios del mundo del periodismo, o del propio mundo policial: “personarse”, por ejemplo, cosillas de esta laya. Aunque sé que este tipo de expresiones no molestan a todo el mundo y supongo que incluso gustan: a mí no, qué le vamos a hacer (soy el gran inquisidor carpetovetónico). De cualquier manera, no me han molestado excesivamente esos detalles mínimos en absoluto, lo harían en un entorno mediocre y ya os digo que la novela me ha encantado.
¿He dicho un thriller? Lo es, sí, pero un thriller sobrenatural: de otra manera igual me hubiese aburrido: no me gustan las historias que pueden estar sucediendo en la comisaría de al lado, para eso tenemos los periódicos: en La ciudad mimética la imaginación fantástica de Mari Carmen deja su impronta en cada página; incluso antes de que nos demos cuenta de que realmente estamos ante hechos paranormales, o sobrenaturales, o fantásticos sin duda, ella ya ha ido sumando poco a poco detalles extraños, cabos sueltos para que el lector trate de atar, detalles lynchianos.
Podríamos ponerle un montón de etiquetas: thriller, policial, terror, fantasía, ciencia ficción, horror cósmico, drama social… (y me callo otras), si fuésemos, que no lo somos, máquinas etiquetadoras. Aunque sé que las etiquetas se usan y que incluso son necesarias, de cualquier manera las únicas que usaremos serán las de “literatura auténtica” y “divertida”. Es auténtica y divertida: nos conmueve y hace pensar, nos transporta, nos hace pasar un buen rato; y estas son cualidades, para mí, muy principales.
«Las paredes del recibidor eran de un rojizo ladrillo visto, algunos un poco oscurecidos quizá porque el tiempo no transcurre en vano ni siquiera para las cosas muertas».
Esta frase me pareció importante cuando la encontré, y al principio supuse que era simplemente por su aire a aquella otra tan famosa de Lovecraft (todos sabemos a cuál me refiero, no hace falta que la diga); pero precisamente en la última página de la obra, tras cerrar el libro, cobró un significado y enjundia gigantesco, al cerrar de cierto modo, también, el periplo sicológico del protagonista. Tranquilos que no estoy destripando nada.
Y del protagonista querría decir algo. Seguramente habrá quien le ponga el tan manido título de antihéroe, pero yo no lo haré: es un tipo singular y además de una entidad real apabullante, simplemente eso. Una persona con sus malos rollos, como cualquiera, y con eso que hace que nos guste tanto una historia: una obsesión. También guarda mala leche a raudales y se nos muestra en todo momento totalmente inescrutable (en su misterio). Es un gran acierto.
Un par de referencias, creo que ineludibles, aunque no nos lo dijese directamente la autora, son a A través de las puertas de la llave de plata y La búsqueda en sueños de la ignota Kadath, ya sabéis: las aventuras oníricas de Randolph Carter. Este libro es, entre otras cosas, una exploración más allá del mundo, o de la mente, un viaje a otras realidades. Y para los más avispados esto se verá ya desde muy al principio. Aunque no es en absoluto una historia “lovecraftiana”, no quiero que nadie me malentienda, es una historia, más bien, “copetiana”; y las referencias al viejo Lovecraft surgen de una genuina admiración sin duda.
La creación de personajes es también muy contundente en general, loable, de hecho se les llega a odiar y amar, sin perder el norte general de la historia, ese aire a veces pulp.
No quiero alargarme especialmente, no me parece necesario: estas palabras pretenden crear interés por esta novela fantástica por el simple hecho de que creo que merece la pena, ni más ni menos.
Fco. Santos Muñoz Rico
Redactor