Ritual Román 71: The long shadow of Alvarado

por Román Sanz Mouta

Título: The long shadow of Alvarado

Autor: B.J. Sal

Editorial: Autopublicado

Nº páginas: 176

Género: Western

Precio: 9,88€ / 3,99€ (digital)

Nos encontramos ante un western clásico en formato novelette que bebe de las mayores influencias del género (literario y audiovisual), sin que eso impida cierta innovación a través de la transgresión de los clichés más reconocibles, en un ejercicio que contaría con la aprobación de Zane Grey, Ford o Leone, maestros todos de ese arte de renovación constante.
Viaja con Alvarado Jo en su descenso a los infiernos de un pasado que irá descubriendo su velo con cada disparo.

CRÓNICA

Dadme un momento para acomodar las posaderas, limpiarme el polvo del camino, dejar el sombrero sobre la mesa y saborear el vaso de mal whisky mientras acaricio el nácar en la empuñadura de Lucy, mi fiel colt, para dejar claro que no tolero bromas, aunque sí acepte desafíos…

Sobre ello va mi elección de esta novela; un reto, pues siempre me han atraído las nuevas voces narrando viejos códigos. Reinventando, en este caso, el salvaje oeste. Con toda su leyenda y misticismo, pero sin caer en los estereotipos o el romanticismo barato e irreal de aquella época inestable. Y el arranque no decepciona. Ya el primer capítulo mantiene una tensión excelsa que te obliga a apretar la mandíbula, como si estuvieres tú, lector(a), en aquel saloon, como si fueses tú quien tuviese que desenfundar, quizá un segundo antes, quizá un segundo después que el oponente. Así nos presentan a la protagonista, fría, analítica, certera; toda una vida contada a través de unas pocas palabras y gestos; acciones calculadas. Comprendemos entonces el talante que va a tener el resto de la obra; sabor a pólvora, a brebajes infames, a polvo constante. Pues las novelas del salvaje oeste no son solo sobre el salvaje oeste y, tal que siempre insistimos, la elección de género primario no condiciona que puedas tratar todo tipo de temas entretejidos.

Deteniéndonos en el estilo, esta novela utiliza una prosa lírica y melancólica, cuidada, profunda, llena de bellas y etéreas construcciones que refuerzan el tono, ayudando a la lectura en contraste con lo rudo del paisaje y los eventos que tratan o los personajes que allí moran. Cala ese lenguaje, pues siendo una historia tan fugaz como súbita, no coinciden el avance raudo de páginas con la cadencia lenta que reverbera en brillante sonoridad.

Por otro lado, el argumento de la novela es como un circuito caótico y multidimensional de piezas de dominó. Una ficha cae y arrastra las siguientes. El ciclo se repite hasta que deja de hacerlo, porque hasta las fichas de dominó pueden tomar decisiones, o intentan domeñar las de otros u otras, creando una bifurcación, para que, tras esa elección, las piezas sigan cayendo una y otra vez, creando un nuevo bucle hasta que no quede ninguna en pie. Así escapa el pobre niño sin destino. Así cabalga la pistolera. Ya entenderéis por qué. Consecuencias.

Pues esta heroína (sí, pronunciadlo sin miedo: una pistolera), en su viaje del antihéroe, ejerce a su vez de mentora para un pequeño curioso que la sigue cual perro fiel, a la par que mantiene la estela de una ruta preclara que ya se trazó años atrás. Con determinación de fuego. Con una reputación labrada a sangre.

En estas pocas pinceladas ya queda esbozado el lienzo, y nos resta disfrutar de lo que nos ofrecerá la historia singular. Sorpresas. Disparos. Indios. Minas. Ranchos. Desiertos. Forajidos. Muerte…

Juega además el autor B.J. Sal con el criterio moral, para dejar en nuestras manos la decisión sobre quiénes son los buenos y quiénes son los malos (de existir tales conceptos tan absolutos como absurdos). Porque en este tipo de historias predomina el color gris que se alimenta con matices, con detalles, y hay que sumergirse en la motivación de cada personaje, que se nos muestra con delicadeza, con empeño, para que nos impliquemos.

Además, las referencias, casi reverencias, a obras de la literatura clásica (guiños y cameos), aunque en algún momento puedan desencajarte del lenguaje de la obra, aportan una riqueza multidimensional incuestionable. Y consigue que refuerces la sensación de fijarte en cada frase para no extraviar nada.

Inciso: la breve biblia que nos regalan aquí sobre la historia del oeste, una joya y pequeña genialidad.

Pero si en algo sobresale este manuscrito (legajo para bien), siendo buena la historia, llena de esos matices y con tramas y motivaciones entrelazadas, junto a los personajes, dueños de esas mismas motivaciones y cargando un pasado a cuestas más o menos esbozado (incluso los niños, aunque la realmente perfilada por completo sea Jo), es en la atmósfera. Gracias a determinados pasajes, descripciones o comparaciones nos trasladamos allí, a esos parajes inhóspitos, sintiendo aquella época desde la modernidad de nuestro tiempo. Y dentro de esta atmósfera tan lograda se muestra un tremendo respeto por aquella era y la naturaleza, sea el terreno más agreste, las profundidades de una mina o la sabiduría de un bosque, junto con el esplendor del firmamento y sus astros, caiga el día o nos sorprenda la noche.

Concluyendo: durante la mayor parte del texto asistimos a dos tramas. La prioritaria con Jo, la pistolera que persigue y es perseguida, unida al crío que se pega a sus espuelas y al tuerto recién salvado del ritual, trío que no sabemos dónde va. Y la secundaria (o no) en ese rancho ganadero-minero que hace esclavos de los hombres, sobre todo indios, pergeñando cuitas pendientes de pronta o tardía resolución. En esa alternancia de capítulos nos preguntamos cuándo y también cómo coincidirán. Porque en el salvaje oeste, tal cual que en los inmortales o en la cúpula del trueno, solo puede quedar uno o una. El más rápido, la más lista, ¿el más poderoso? Habrá que verlo. Pues el desenlace nos explotará en la cara, con toda esa tristeza acumulada, conociendo por fin los motivos cual revelación, cuando todo y todes confluyen para cerrar abrupto, como debe, con sabor a polvo y a pólvora, el mismo que tuvimos al empezar, pero sin el whisky.

¿Os intriga? ¿Queréis cambiar de ambiente? Bienvenidos. La recompensa está en la misma lectura. Para valientes. Adelante. Os espero en el saloon, junto a la gramola, seré el del sombrero negro con mirada de cuervo. No tardéis…

Pd: no dejé de ver el guiño a los duelos de insultos del Monkey Island. Gracias, de parte de todes los lectores, tanto nuevos, como arcaicos. La sonrisa permanece.

Pd II: igual que en el anterior Ritual, todavía busco la bala con mi nombre.  

4 comentarios

B.J.+Sal junio 17, 2021 - 11:26 am

Gallina en piel. Mil gracias por estas palabras, HERMANO!

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Román junio 19, 2021 - 10:27 am

Ya he aviso en repetidas ocasiones que lo leo todo. Y aquello que me gusta, que me alcanza, que me aporta algo y me transporta a ese mundo e historia, ritualizado!!!
Una buena novela con sabor a polvo. Reafirmo cada palabra!

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Vicente junio 17, 2021 - 2:51 pm

Pedazo de reseñas te has marcado, Román. Aplausos

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Román junio 19, 2021 - 10:27 am

Justo la que merece la obra, ni más ni menos. Me dejo llevar…
Gracias!

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