Son ya las veintidós y los todoterrenos se han ido al campo. Pues bien, una de dos, o bien se ha ido o nos lo están trayendo, si no, discúteme que siempre se ha salido con la suya el tío. Si no, desmiénteme. Es que en el fondo del lugar perdido donde ese hombre se hallaba habían nacido nidos de cangrejos que estaban en las ramas y se caían sobre el pico viejo de algún arrendajo polvoriento. En el fondo de la mina no pudieron encontrar ni la sombra de aquel vil, feroz bandido. Dicen que la oscuridad misma se lo tragó y que nunca ha vuelto a ver la luz del día. No me extraña que no quieran bajar a esa parte los mineros. Si quisieran de buen grado ir allí no serían los hombres que yo conozco. En el caso de que alguien haya ido a buscar desde entonces allí abajo nuevas pruebas seguro que alguno de esos viejos mineros lo acompañó. De eso no me cabe duda. Pero puede que preguntar no sea suficiente, no son lo mismo para estas gentes el forastero que el lugareño. Hay distintas costumbres para cada uno, y cosas que jamás pueden llegar a oídos de los de afuera. Si de verdad quiere enterarse de lo que pasó, hágase pasar por un arrendajo. Consígase un disfraz. Tome, en esta tarjeta tiene la dirección del taller de disfraces donde yo mismo encargo los míos de puta. Me gusta disfrazarme de puta para mi mujer. Pero no sabe usted qué clase de putón. Si me viera, no me reconocería. Lo encargué con un agujero especial por donde sacar el pene. Como es un pantalón muy ajustado el pene siempre me queda fuera. Pero los huevos me los guardo dentro, bien apretados. Mi mujer se disfraza de búfalo. Tiene unas moyas que da gusto pellizcar. Se mea por toda la casa a paso de búfala. Si ha de hacer caca tampoco se corta. Una vez me hizo caca a mí en el pene y lo usé para escribir mi nombre en la pared. Esos restos de caca seca de mi mujer todavía permanecen en la pared de la que le hablo. Los cubrí con un barniz transparente que los conserva en todo su esplendor. Es un primor. Pero céntrese en el disfraz de arrendajo y vaya a por ellos. No desista, es usted un hacha, un máquina, un prodigio. Seguro que consigue sonsacarle a esos tozudos lo que nunca nadie, ni gente diez veces más hombre que usted, ha logrado que suelten. No, señor, no me cabe duda, usted es incapaz de fracasar en tal empresa. Usted llegará al altar dorado donde comprobará que la imagen de Dios es la de usted mismo. Así estimo su valía. No le miento. Estoy persuadido de que en menos que canta un gallo, en menos que calientas la leche de una taza en un bar con el pitorrillo ese del vapor, habrá usted encontrado todas esas cosas maravillosas que quiere conseguir, como la verdad, la justicia, etcétera. Pero disfrácese de arrendajo para empezar, si no, no tiene ninguna esperanza, ya que yo les he dicho que llegaría alguien disfrazado de arrendajo. Tienen instrucciones de que solo compartan información vital con cualquiera que se presente disfrazado de arrendajo. No se preocupe por lo que puedan pensar de usted, pensarían igual de mal que si no fuera disfrazado de pájaro. Tienen que estar convencidos de que ha sido usted humillado. De que no tiene usted honor. No se extrañe si le patean, sobre todo los jóvenes, es normal. Tenga en cuenta que será usted un payaso disfrazado sin venir a cuento. Escupa. Enjuáguese la boca y escupa.
Relato: DIFICULTADES PARA CONGENIAR CON LOS LUGAREÑOS (Noel Dionisio Muñoz Rico)
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3 comentarios
Maravilloso. Un montón de capas de surrealismo en torno a un concepto simple y cierto. Me ha gustado muchísimo
El. Pitorrillo de calentar la leche.. Si señor. 🐃
Jamás volveré a ver igual una lata de barniz transparente, me cago en todo.