CUANDO SE HABLA DEL FIN DEL MUNDO SIN HABLAR DEL FIN DEL MUNDO

En este libro, Darío nos habla de tres historias que dicen mucho de cómo está cambiando nuestro mundo y de en quiénes nos estamos construyendo. Sin embargo, no lo hace de una manera corriente, creando de forma elaborada un mundo futurista que se nos describa con minuciosidad, sino que todo queda sugerido, perfilado, listo para que lo cacemos al vuelo y le demos forma en nuestra propia imaginación. Hace poco, un profesor nos dijo en clase que las grandes obras del cine son las que no te toman por tonto, las que no te lo explican todo al milímetro, sino que confían en la capacidad del espectador, y creo que este libro responde perfectamente a esa categoría.

La primera de las historias nos narra la creciente y extraña relación romántica (si es que se la puede llamar así, aunque quizá sería más acertado tomar un término amplio y hablar de relación afectiva) entre dos trabajadoras de Amazonia, empresa que ha comprado el mundo entero. Enseguida sentí un gran apego por las dos protagonistas, a pesar de las pocas páginas que tuve para conocerlas, y me sumergí de lleno en sus problemas, que no están, de hecho, tan alejados de los míos: las dificultades para mantener relaciones estables, auténticas y duraderas en una sociedad capitalista y fuertemente individualista; la dificultad para creer en los sueños, dedicarte a ellos y no morir de hambre en el intento; la lucha contra la depresión y las inseguridades y la lucha por la propia independencia.

En el segundo relato, que me recordó fuertemente a uno de los relatos de Julia Elliott en Lo salvaje, se nos habla, desde ojos de una antropóloga, de un extraño culto en el que las personas buscan involucionar, volver al primitivismo, huyendo de todo lo pernicioso que el progreso nos ha traído. En él, sin embargo, vemos cómo se generan más problemas que soluciones, al menos a ojos de la antropóloga que contempla con horror cómo hay quienes toman decisiones por aquellos que han vuelto a la época primitiva, llegando a propinar descargas eléctricas a los niños que, por supuesto, no tienen raciocinio suficiente como para elegir vivir así. Para no fallar a esa sutileza de la que he hablado al principio de la reseña, me voy a ahorrar las conclusiones de nuestra realidad y nuestro mundo que he extraído de esta historia, pues creo que ya os he dejado claro lo sugerente que resulta, y que ello será suficiente para que decidáis leerlo y extraer vuestras propias ideas (muy probablemente mejores que las mías, por otro lado).

Por último, mi relato favorito trata de una mujer que aprende a tener sueños lúcidos, a controlar lo que ocurre en ellos, y que acaba renegando de su vida real. Este relato está narrado desde la perspectiva del novio de la joven (aunque no está muy seguro de seguir siéndolo), mitad frustrado con la situación, mitad resignado. Esta historia, que puede parecer una oda a la evasión, es sin duda el relato más macabro de esta recopilación, aquel cuyo final nos desarma, nos deja hechos pedazos y, sin duda, con un poso de reflexión dentro de nosotros que, ya os lo advierto, tarda un tiempo en desaparecer.