La noche del fin de los tiempos: regreso a la maravilla

por José Luis Pascual

Hubo un tiempo en el que uno acudía a las salas de cine a vivir una experiencia. Era un evento excepcional, una congregación social en la que los integrantes se presentaban con sus mejores galas —esto era opcional, la verdad— y se disponían a entregarse a un verdadero soma que les hiciera olvidar las penurias del devenir diario. Había cierta religiosidad en aquellas proyecciones, y a menudo la calidad de la película era lo de menos; todo el mundo salía con una sonrisa en los labios y la satisfacción de haber compartido un pequeño secreto. 

Hablamos del sentido de la maravilla. La ilusión ante lo que está por venir y, las más de las veces, el asombro al presenciar a un hombre vestido de azul surcando los cielos, la adrenalina al participar en el ataque de una cuadrilla de naves espaciales a un planeta artificial o el pánico al ver emerger a la superficie un enorme escualo asesino. La magia del cine. Y el sentido de la maravilla, insisto. Hoy en día, todo ello parece haberse perdido en un resquicio de la memoria, pero de vez en cuando surgen, como aquel tiburón, productos que nos agarran y nos lanzan a un túnel del tiempo para que volvamos a sentir esa ilusión.

Todos recordamos la brutalidad de Conan el Bárbaro, la magia de Willow, la visceralidad de Los Señores del acero. Y puede que seáis de los privilegiados que comprásteis entrada para alguna de las películas animadas de Ralph Bakshi. Yo recuerdo, sobre todo, esa delirante Cool World en la que imagen real y animación se entremezclaban en algo muy distinto a lo que ofrecían las superproducciones de dibujos de la época. De hecho, casi era un irreverente escupitajo en la cara de Disney, lanzado con desparpajo y alevosía. Pero antes, Bakshi había realizado dos obras en las que demostraba su querencia hacia el género de espada y brujería que se convirtieron en películas de culto: Tygra, hielo y fuego y El señor de los anillos. En ambas, utilizaba una técnica llamada rotoscopia, consistente en dibujar sobre grabaciones reales. El resultado era muy distinto al de la animación tradicional, consiguiendo una sensación de movimiento mucho más natural y fluida. A eso se sumaba el estilo adulto de Bakshi, que siempre imprimió cierto aire underground e irreverente en sus obras. Lo dicho, puro culto.

Pues resulta que en pleno 2021 nos ha llegado La noche del fin de los tiempos (The Spine of Night), producción que homenajea a Bakshi y a la fantasía sucia de un modo ejemplar. Primero, al respetar aquellos códigos básicos de presentar una historia netamente adulta que admita violencia, sexo y un imaginario propio. Segundo, al utilizar la rotoscopia en plena era digital. Y tercero, y más importante, en acumular ese sentido de la maravilla y arrojarlo al espectador sin miramientos. Vi la película en mi casa, a través de una plataforma de streaming, pero me sentí trasladado a las mismas sensaciones de hace más de treinta años. Eso ya es un milagro.

La noche del fin de los tiempos arranca con una bruja alcanzando el pico de una montaña, en la cual descansa el guardián de una flor mágica. Allí, la bruja relata los hechos que la han llevado hasta el lugar. Es una historia de historias que abarcan siglos, en los que los hombres avanzan embarrados en una guerra perenne, un enfrentamiento entre un hombre convertido en dios (o demonio) y distintos pueblos que son arrasados. 
Con ello, los directores Philip Gelatt Morgan Galen King —el primero fue guionista de la serie Love, Death & Robots— aprovechan para ofrecer un film episódico y épico, en el que varias historias van conformando un todo lleno de magia, sangre y pesimismo. A través de detalles sutiles y muy cuidados, asistimos a una evolución de la tierra en que transcurre la trama, así como de sus personajes. Es una delicia comprobar el mimo puesto en recrear un imaginario que bebe de muchas fuentes de la literatura y el cine de fantasía, pero siempre respetando al espectador y conservando un espíritu propio. 

La violencia es explícita en todo momento, sin que se escatime en amputaciones, decapitaciones, espadazos y hachazos que no conceden ni una oportunidad a sus víctimas. Las escenas de acción te bañan en rojo, pero no dejan de poseer cierta belleza estética. La magia surgida de una flor muy especial funciona como metáfora de la herramienta que el ser humano emplea con distintas intenciones. Como siempre, está en nuestra mano aceptar esa herramienta y utilizarla para crear o para destruir. Eso queda muy bien reflejado en la película.
Y hablaba del pesimismo. La propia gama cromática de las imágenes ya desprende una sensación triste y desesperanzada, contribuyendo a calar un mensaje sombrío. El comportamiento de los hombres —y los no hombres— no deja lugar a dudas. El ser humano es un ente corrosivo.

Ello no impide la espectacularidad. Algunas secuencias inundan nuestros ojos de fuego, de movimiento, de color y sensorialidad. En este sentido, a nivel conceptual encuentro muchas similitudes con Akira y su conflicto principal y primario. La calidad de la animación rotoscópica ayuda a que ciertos momentos se queden en nuestra retina. La mirada de los personajes, su gestualidad, la naturalidad corporal… El efecto es muy estimulante y genera todo un espectáculo que, lamentablemente, no hemos podido disfrutar en salas de cine.

Y, una vez más, el sentido de la maravilla. Uno permanece hipnotizado hasta que la pantalla funde a negro, fascinado ante el arte violento que explota La noche del fin de los tiempos. Es llevar los clásicos mencionados un paso más allá, reinventar lo que ya parecía olvidado y darle nueva vida. A nivel narrativo, las elipsis funcionan como novedad y parámetro estructural acertado, para dar sensación de novedad. 
En fin, dejaos arrastrar a tiempos mejores e igualmente salvajes. De nuevo el cine es una experiencia y no un entretenimiendo baladí. Se hablará de esta película en el futuro.

2 comentarios

Historias de terror breves febrero 2, 2022 - 5:42 pm

Como amante del género de espadas y fantasía, m emociona que haya una nueva película como las que se hacían antes, que en esta época de corrección política parece que ya nada está permitido. Pero ojalá que aún así sigan surgiendo nuevas historias que respeten al espectador, en vez de darle sermones. ¿En qué plataforma está?

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José Luis Pascual febrero 2, 2022 - 9:50 pm

Muchas gracias por tu comentario. Estoy seguro que aparecerán más producciones de este tipo, es una corriente que no debe morir. Esta en concreto la puedes encontrar en Filmin.

Saludos.

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