Intrusión (Román Sanz Mouta)

por Daniel Aragonés

Título: Intrusión

Autor: Román Sanz Mouta

Editorial: Ediciones Camelot

Nº de páginas: 360

Género: Weird

Precio: 20,90€ / 3€ (digital)

Estamos frente a un reto, un juego que mezcla anhelos, amistad, amor y amargura. El autor intenta meterse dentro de nosotros sin un gramo de vergüenza. Como cuando te inyectan una vacuna experimental que viaja hasta tu ADN y modifica tu genética. Así es la literatura de Román: empírica, sin dobleces estúpidas.

En la sinopsis nombran a Bukowski, y no estoy del todo de acuerdo con esa comparativa por infinidad de razones. Quizás la mezcla de realismo sucio desvirtuado y literatura de género convierten esta obra en algo único, poco común, difícil de etiquetar. Como dato, diré que el autor es un tipo peculiar que viaja con las palabras al interior de nuestras mentes. Es un germen. Un virus. Una forma de vida que sobrevive entre párrafos, frases y conceptos.

En cierto modo, y para poner a cualquier lector en situación, encuentro en esta historia cierta similitud —en una parte, cuidado, la otra es única— con Y los hipopótamos se cocieron en sus tanques, obra conjunta de Kerouac y Burroughs, o con Menos que cero, de Easton Ellis. Grupos de colegas, amigos íntimos unidos por cientos de vivencias y recuerdos. La muerte como una parte sumergida del hilo argumental —puede parecer que esto no tiene nada que ver con Intrusión, eso es porque no te has perdido entre sus párrafos.

La propia lectura de este libro me ha supuesto un reto personal. Y es que en este inusual instante de mi vida tengo que economizar hasta el último segundo de mi tiempo libre. Me hubiese gustado hacer acopio de enseres y haberme refugiado en la montaña o en un sitio apartado para leer esta novela en absoluto silencio, en armonía con mis propios recuerdos. Empaparme de esa voz que se traslada a tu cerebro y se transforma en dos o tres voces más. La propia novela es una especie de rompecabezas, en un principio sencillo, y que se va haciendo complejo con el paso de las páginas. Me explico. Hace relativamente poco leí un ensayo sobre lo que viene a ser la literatura experimental y cómo desarrollarla de forma correcta. Se trata de una historia relativamente simple, contada de un modo complejo e inusual —resumen didáctico del ensayo—. Con este trabajo, Román nos da un ejemplo de ese tipo de literatura, cómo llevarla a cabo y a qué editoriales no llamar para publicarla.

En lo referido a la puesta en acción de los sentidos, Intrusión me recuerda a grupos musicales como Norma Jean o Brotherhood, armados con ritmos extraños, estridentes y asonantes que suelen caer a blancas, confundiendo al metalero más clásico. No deja de ser un metal potente, pero con voces agudas y esos riffs tan cortantes que no parecen rápidos, sino todo lo contrario; alejados del clásico 4×4. Al leer a Román pasa lo mismo, hay que educar al cerebro para asimilar bien sus letras y conceptos. Aunque podríamos englobar esta obra en el realismo sucio, como ya he dicho está muy alejada del estilo americano, con tanto punto, frase cortante y escasa descripción. Quizás me ha recordado más a aquella novela, Historias del Kronen, ópera prima de José Ángel Mañas, narrando la historia de un grupo de amigos que se ven llevados por la inconsciencia y la fiesta mental de la adolescencia hasta cruzar el límite de lo correcto. Por supuesto, digo esto salvando las distancias, que son muchas. Martin Amis, en Niños muertos, nos muestra algo similar a Román, cargado de extrañeza y peculiaridad. Quizás sea lo más parecido en cuanto a percepción. Pero claro, esta novela va mucho más allá, pues mezcla ese realismo con lo anormal, lo cual catalogaría la obra como #ProtoCienciaFicción. Experimentando los límites de la realidad y llevando al lector a un plano onírico construido de un modo magistral.

Cambio de paradigma: El capítulo 42 me parece particularmente especial. Una lucha interior contra uno mismo dividida en dos personajes. La fluidez. Los nervios. El cambio de dinámica. Es como un final dentro de la novela. Para convertirlo en insuperable me lo leí estando convaleciente de una operación, lo cual me llevó a coger la novela desde arriba y leérmela entera en 24 horas —era algo obligado—. Todos queremos ser especiales, genios, pero tan solo unos pocos lo tienen al alcance. Y ahora yo estoy luchando contra Joan y Adrian, poniéndome en la piel de Bea, destrozando mi cuerpo contra el asfalto después de caer por la terraza de mi casa. Intentando pasar por una puerta que yo mismo me he inventado. Por fin comienza la verdadera intrusión.

De ahí en adelante la historia se clarifica, lo que parecía realismo sucio se transforma en thriller, en weird, en ficción extraña. Todo es ahora un juego hiperrealista sobre un terreno irreal, surrealista, abstracto. Un mundo de pesadilla para los personajes que se torna esponjoso para el buen lector. ¿Qué está pasando? ¿Acaso el narrador está sentado a tu lado, en el sofá, metido contigo en la cama, con una cerveza que ha cogido de tu frigorífico?

Siento una unión sideral con este autor y su novela. Es como si nuestras mentes fuesen en paralelo, creando historias similares y completamente distintas. No puedo describir cierta emoción que me ha despertado esta obra. Es como si la hubiese escrito junto a él, comprendiendo exactamente, palabra por palabra, lo que ha querido decir. Gracias, Román, te debo una birra.

2 comentarios

FRANKY julio 19, 2022 - 6:25 pm

Mejor decirlo no podría haberlo yo.
Y a pesar de su formato extraño, uno se la imagina fácilmente convertida en película… Román nunca pierde de vista ni el ritmo ni el tono.

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vicente julio 19, 2022 - 11:37 pm

Me alucina el anáilisis.
Bien por Dani, bien por Román.

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