Ritual Román 118: Mi ligue de la ouija

por Román Sanz Mouta

Título: Mi ligue de la ouiga

Autor: David Irons

Editorial: Dimensiones ocultas

Nº páginas: 479

Género: Terror, posesiones, manipulación 

Precio: 15€ / 5,99€ (digital)

La joven Kathy Waltz tiene dieciséis años y por fin ha encontrado eso que tanto ansiaba: el amor. El único problema es que su novio está muerto. ¡Se conocieron a través de una sesión de Ouija! Y ya se sabe, de la Ouija nunca, nunca puede salir nada bueno. ¡Enamorarse nunca ha sido tan aterrador!

 

RITUAL

Vamos a empezar con lo que tú quieres saber sobre esta novela, cuyo título y portada te habrán creado no poca curiosidad. Sí, mola. Sí, entretiene. Sí, es terror. Sí, es jodida. Ahondemos simplificando. Es una lectura ágil, mucho, de trama truculenta, mucho, que el estilo del autor convierte en ligera y adictiva. Una gran virtud. Porque las cosas que cuenta duelen. A los que la sufren, a quien las observa desde fuera de las páginas, pronto dentro de las mismas.

Pequeña sinopsis: Kathy Waltz ha perdido a su padre, confiable policía y buena persona en general, en un incendio a bordo de su coche patrulla con parámetros que no se explican. Antes de ello ya sufrió el fallecimiento de su madre, y ahora se queda sola en el mundo, pese a los esfuerzos de su madrasta. Necesita algo, alguien para salir a flote, que podría ser Izzi, quien tiene su carga de conciencia en un acto relacionado con la pobre Kathy, y se diluye entre hacer o desaparecer, auspiciada por su insana pareja. Pero, sobrevolando a estos jóvenes y muchos más, una entidad ha retornado, un remanente del pasado de la madrasta y de otras mujeres del pueblo, un cúmulo de vileza que se encuentra de nuevo entre nosotros y a la vez en otro plano, ganando poder. Que quiere venganza. Y se ha fijado en Kathy, poseedora, por avatares del destino, de una ouija y una carencia…

Esta novela afronta sin censura todo tipo de temas; muertes, violencia, abusos físicos o psicológicos, fantasmas, posesiones, algo de pornografía (sexo) o gore. Y, repito, porque es importante, ya que el aviso de la misma novela sobre el contenido sensible en la contraportada, y pese a ello, gracias a la forma y fondo de la narración, se convierte en una herramienta y no en algo gratuito y de mal gusto, sin regalarse en exceso, sin abusar, solo contando, porque si ha sucedido, si importa, se debe contar. Lo que hace funcionar la trama. Para bien. Eso, y los capítulos cortos, raudos, fugaces, el salto de una a otra escena o lugar y persona, el reparto coral de los afectados y afectadas (sobre todo ellas, con quienes se obsesiona el ente) que van disminuyendo cuando la masacre comienza.

Tengamos claro que la tristeza por la pérdida, ese dolor inherente de la adolescencia, cuando no encuentras tu sitio, la presión social y propia, las expectativas de padres y profesores y familiares y amigas y enemigos, los estudios… Todo convertido en factor que atormenta y hace de la vida a tan tierna edad un desvelo de inconformismo, de rabietas, de incomprensión desde dentro afuera y de fuera adentro. Tiempos difíciles, a los que, si sumas la muerte de tus seres queridos, se convierten en inconsolables, insuperables. ¿Qué más opción hay que seguir adelante? Alguna, varias, creedme.

Además, la mentira. Un virus. Esa entidad consigue infectar las ideas de las protagonistas y de los secundarios, hacer sentir desde su inicial intangibilidad una sensación de vigilancia, de hostigamiento continuo, como si alguien siempre te mirase, como si pudiere asomarse a tu misma cabeza. Esas ideas que contaminan llevan a otras ideas mayores, de las que se aprovecha para poner en juego todas las piezas en filas caóticas y que caigan como piezas de dominó. Terrible. Efectivo.

Claves: la manera de meterse en la mente de los personajes y transmitírnoslo, la interactuación entre ellos, las consecuencias que tienen los actos de unos y unas para con otres. Pueda parecer fácil, pero conocer esas intenciones íntimas, esas obsesiones y daños y voluntades, nos permiten y obligan a involucrarnos con los personajes principales, siendo más allá de un testigo-lector presencial. Pensando en lo que va a suceder, convertido en un revoltijo de emociones adolescentes que nunca sabes por dónde van a explotar, pero que, sin embargo, te llevan y te llegan muy dentro, rememorando esa edad y esas ansiedades.  

Reitero; ¡ojo!, no confundamos lectura ligera con novela ligera, porque se trataría de un error. Hay violencia, mucha, de acto, de verbo y de pensamiento. Hay abusos y sexo y actos machistas de un nivel intolerable. Manipulación de la fe. Asesinatos. Es no poca sangre la que riega las páginas, es no poca suciedad en la mente del villano y de alguno de los personajes. Leemos a sabiendas, y entendiendo que es una ficción, pero que la realidad puede y resulta muchas veces peor. Por eso te vas a enfadar con la manipulación mostrada en algunos tramos, mucho, es parte del pacto. Sin puritanismos y buenismos. Quede claro. Con un apunte: es complicado escribir y degustar determinadas escenas explícitas (no llegan a serlo) de sexo y violencia y abuso; aquí simplemente esboza el escenario y atmósfera, te las presenta, y te las deja en la retina, en mi opinión, con relativo tacto, para que luego tú, si quieres, construyas o no construyas el resto de la visión de ferocidad atroz.  

Lo cierto es que el manuscrito, extenso, corre raudo, y antes de darnos cuenta nos devora el desenlace, una vez van cayendo las torres seleccionadas por el ente. Y llegamos al giro, quizá revelación, quizá no, que se muestra ligeramente forzado, puede que excesivamente cercano a ese clímax concordante con el final, pero que aporta. Nos deslizamos sobre el mismo para cerrar como quien sale de una inesperada ducha fría, todavía en shock. Porque el desenlace te dejará totalmente satisfecho.

Conclusión; me ha sorprendido tanto como me ha gustado. Quizá engaña esa portada, que no la contraportada y advertencia, pero su contenido, que navega entre una mar de conceptos del horror (gore, abuso y manipulación física y mental, violencia, posesiones, psicópatas, espíritus, muerteasesinatos…) encontrando el equilibrio justo para que converjan en su favor y no colisionen chirriando. Además, con prosa ágil y ritmo frenético, junto con varios personajes presentes y pasados. Todo lo que se puede pedir a un divertimento de terror sin censuras y que, por momentos, incluso domeña un sentido del humor siniestro. Además de manejar con pulso la doble voz narrativa y omnisciente. Un acierto. Os reconozco que, por momentos, se trata de una gamberrada salvaje y absoluta, pero se toma el argumento mortalmente en serio. Me declaro admirador de esta obra, y felicito a la editorial y al autor por la apuesta. Teniendo claro lo que vas a leer, atrévete, transgrede. Conoce las nuevas posibilidades de la ouija.

 

Pd: qué burrada de novela.  

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