Buscando al hombre del río (Kristopher Triana)

por Daniel Aragonés

Título: Buscando al hombre del río

Autor: Kristopher Triana

Traductor: Javier Martos

Editorial: Dimensiones ocultas

Nº de páginas: 286

Género: Terror

Precio: 18€

No he dejado de hablar de esta obra en las últimas semanas. Por motivos dispares. En un primer lugar me intriga cómo Dimensiones Ocultas se lanza al abismo del terror norteamericano y pesca autores de esta calaña. La segunda y más importante fue esa impresión que se forjó en mi mente con las primeras líneas de la obra: Una historia que huele a clásico, suda modernidad y se alimenta de clichés. Lectura ágil, agradable y atroz. Sin intentos demostrativos de fuerza literaria. El Sr. Triana es lo que es, y punto. Se nota que ama su tarea como escritor. Lo destila su obra, la forma en la que avanza y te atrapa.

Cambiemos un poco de tercio. Existe ese significado claro de remontar el río y comenzar una búsqueda hacia el horror, hacia tus propias entrañas. Ese ahondar a pecho descubierto, exponiendo todo cuanto tenemos con tal de llegar al famoso punto de no retorno. El corazón de las tinieblas viaja en la maleta de este autor, lo tengo claro, igual que lo hace en la mía e, inconscientemente en la de muchos de nosotros. Ese paralelismo del que hablo te permite iniciar una búsqueda personal hacia tu propio abismo. Ya sabes que caer hasta el fondo te dejará heridas incurables, cicatrices bien marcadas en la parte emocional. Un dolor inmortal que te perseguirá hasta final de tus días.

Podría catalogar la novela como una road movie de terror. Al menos en su más clara esencia. La otra parte está compuesta por flashes del pasado. Un recordatorio que nos muestran la realidad del personaje principal, Lori, y la oscuridad de su esencia. Lo que al principio parece una chica normal, atraída por el aura de un asesino en serie que pasa sus días en el corredor de la muerte, se va transformando en locura: un destino que parece esperarla con los brazos abiertos. La obra tiene un componente surrealista y sangriento que la acompaña durante todo el trayecto, convirtiendo el concepto en algo cruel, salvaje, indómito. En cuanto a lo explícito, el autor muestra lo justo, para que puedas recomponer las escenas y moldearlas a tu gusto. Eso sí, aviso, no omite el componente gore o agrio. Llegas incluso a oler la sangre y la descomposición en algunos pasajes.

Prosigo.

Trata temas como la envidia, la falsedad familiar. Lori es como un Holden que se ha cambiado de sexo y oculta su verdadera personalidad, sus ideas primarias. Un viaje a través de la literatura americana, atravesando lo prohibido y exponiendo conceptos que siguen siendo tabú.

Podría hablar de la trama y lo que va ocurriendo, pero me parece intrascendente. Desvelar lo que aguarda en el río, lo que ocurre en esa familia de clase media estadounidense y cómo se rompen los esquemas de la normalidad. No sé, creo que destrozaría la magia. Sin duda, es escabrosa, rompedora en muchos aspectos. Al mismo tiempo, no abandona la senda del buen hacer, de lo que pide una novela de terror convencional. Con una parte sobrenatural que no asoma de un modo claro.

El autor consigue que empatices con los personajes principales y te metas de lleno en su viaje. Porque si no lo he dicho, son dos hermanas las que deciden remontar el río en busca de ese hombre, ser o ente que las espera en su cabaña.

Como último dato añadiré que la fórmula de esta gran novela tiene ingredientes básicos en cuanto a psicología. Por un lado el ritmo, que no te deja ver el siguiente capítulo hasta que no puedes más. La oscuridad. La soledad del bosque. La figura misteriosa del hombre del río. Violencia en su justa medida. Y vísceras en una proporción precisa y puntual.

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