Metástasis (Francisco Santos Muñoz Rico)

por Daniel Aragonés

Título: Metástasis

Autor: Francisco Santos Muñoz Rico

Editorial: Autopublicado

Nº de páginas: 29

Género: Poesía

Precio: 4€

Quiero empezar esta reseña con una cita:

«Cada vez que crezco soy perseguido por un perro llamado ego».

Nietzsche

Y ahora voy ponerle un subtítulo:

El precio de dos monedas de oro

Dos monedas de oro no llenan un monedero, pero te hacen rico. 17 poemas, igual de 17 sílabas, no parecen nada, pero en la segunda idea, son un haiku. Como amante de los mismos, 17 poemas podrían ser el poemario haiku, o haikuario, oro puro cuando merecen entrar en el terreno de la lírica. Como veis no quiero engrandecer al autor, solo digo que, como buen poeta, vive de su propio tormento, lo cual no le engrandece a él, sino a su legado en el campo de las letras.

Vale, olvidad esto, simplemente es algo que debía decir.

Dejad a un lado el concepto global del que hablo, pues se trata de Metástasis, el poemario mínimo de Franky, mi otro yo, o mejor dicho: soy su otro yo, el chabacano, el que viniendo del mismo sitio optó por lo burdo. ¿Por qué digo esto? Por lo que significa para mí interiorizar sus textos y poemas. Es algo mágico, una especie de simbiosis de la que no me siento poseedor absoluto, ni mucho menos. De ahí esta reseña.

¿Qué vamos a leer? Nada, solo hablaremos con alguien que abraza a la muerte de un modo efímero. Poesía auténtica, formada y concebida con amor-odio y mucho gusto. Melancólica, bucólica y mordaz.

¿Quién es Francisco Santos Muñoz Rico? Un poeta de otro tiempo, de los que bajo una luz de vela y algo de láudano, se deja arrastrar hasta el infierno de sus propias entrañas y nos lo trasmite con buen hacer. Es tan simple su fórmula que cualquiera que lo intente puede morir en un rincón de mediocridad y llorar hasta quedarse seco. Lee a Franky, no intentes ser él.

Os contaré mi experiencia metástica. En primer lugar, estoy en la sobremesa de Halloween. Año del señor 2022 —jajajajaja—. Mi relación con la muerte es buena. Nos miramos de lejos, aunque sé que me ama. El personaje que nos presenta Franky tiene cáncer, va a morir, y lo más asombroso es que por momentos piensas que el propio autor va a morir. Casi le llamo, preocupado, con algo de angustia.

Poesía de una calidad clásica. Parece incluso digna de un impostor, y lo digo en serio. Me pasa desde el principio con Franky. Es como si hubiese viajado al pasado para secuestrar a Jules Verne o a Quevedo, y los tuviese en su sótano escribiendo para él, alimentando su pobreza, su herrumbre interna.

Me atrevería a decir que es poesía intimista, pero no puedo hacerlo. El poeta de estos versos arrastra cierta grandeza, una grandilocuencia que le aparta de ese camino. Lo acertado sería decir que la intención intimista se funde con la versatilidad estilística y la grandeza poética de lo clásico.

Una oda a las conversaciones con la muerte. Un homenaje al último aliento. Pero con señorío y saña chulesca. No sé si me explico. Se trata de algo vetusto, que no clásico, y de versos flamantes, que no modernos.

Me encandila el concepto mínimo y cómo escapa de las redes del mercado actual. Para qué más. La poesía no entiende de número de páginas, pues su profundidad trasciende y envuelve al lector.

Sin duda, Franky siempre lo consigue. Y ahora no me queda más remedio que publicar un poemario mínimo y dedicárselo al vacío.

Por último, quiero destacar los tres prólogos. Joyas comparables a la obra. El primero, del propio Franky, aclarando los porqués del formato y cómo defeca en la línea editorial capitalista. El segundo, de la grandísima Lorena Escobar, que mediante una alabanza nos adentra en la maravilla lírica. Nadie mejor que ella conoce el concepto: POESÍA. Y por último, Juan Cabezuelo, que a su modo, utilizando su maestría con el realismo sucio nos enseña cierta parte del autor por la que se siente atraído. Los tres juntos son el complemento perfecto para la metástasis, redondeando de entrada la parte etimológica del compendio y ampliando el contexto de principio a fin.

 

Conclusión final

Sentarte a esperar tu propia muerte mientras observas la de otro, incluso la tuya, en tiempo futuro.

¿Qué significa este poemario para Daniel Aragonés? Es orgiástico. Se me activan ciertos sensores emocionales, una realidad que convierte al autor ya no en superventas, pero sí en falso literato histórico. Por otro lado: ¿qué literato no pasó hambre y penurias? El tributo por querer romper las reglas y mojar su lengua en tinta tóxica.

Para mí es un complemento fundamental. Soy lector incondicional de FSMR, y pase lo que pase, más allá de la amistad que nos une, algo se completa en mis entrañas cuando me dejo arrastrar por sus letras. Y ahora termino con los versos de un poeta que tenemos en común.

Jónico

Aunque rompimos sus estatuas,

aunque los expulsamos de sus templos,

no por eso murieron del todo los dioses.

Oh tierra de la Jonia, a ti te aman todavía,

a ti sus almas te recuerdan aún.

Cuando sobre ti amanece una mañana de agosto,

el vigor de sus vidas atraviesa tu atmósfera;

y a veces una etérea figura de efebo,

inasible como una sombra alada,

sobre las colinas te toma.

 

Konstantinos Kavafis

2 comentarios

MAR CAMPOS noviembre 24, 2022 - 12:32 pm

yO TAMBIÉN ME PREOCUPÉ POR EL AUTOR, QUÉ SUSTO. PERO SÍ QUE LE ESCRIBÍ Y EL CAPULLO SE REÍA

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Juan Cabezuelo noviembre 24, 2022 - 9:16 pm

La poesía de Franky es esa metástasis reproduciéndose dentro de nosotros , pero a la cual amamantamos como a un bebé salido de nuestras entrañas

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