Deberías haberte ido (Daniel Kehlmann)

por José Luis Pascual

Título: Deberías haberte ido

Autor: Daniel Kehlmann

Editorial: Penguin Random House

Nº de páginas: 200

Género: Terror

Precio: 14,90€ / 6,99€ (digital)

SINOPSIS

Un guionista en plena crisis creativa y conyugal acaba de llegar —acompañado de su mujer y de su hija— a una flamante casa de montaña. Es diciembre. El frío blancoazulado de los glaciares, los bosques ocultos por una espesa bruma, el fluir de un río y un profundo y silencioso valle prometen, al fin, un nuevo comienzo. Una nueva oportunidad para finalizar un guion que se le resiste y para intentar reconciliarse con su mujer.

Sin embargo, algo pasa en la casa. Poco a poco los contornos de la realidad comienzan a difuminarse y lo que parecía una escapada idílica se convierte en una inquietante espiral de comportamientos disfuncionales.

RESEÑA

En un estupendo ejercicio estilístico, Daniel Kehlmann despliega una historia de terror con muchos elementos que ya hemos visto anteriormente, pero ejecutada de tal manera que todo parece novedoso, extraño, nuevamente aterrador. A nadie sorprenderá leer que un matrimonio y su hija de cuatro años acuden a una casa perdida entre montañas para pasar unos días de vacaciones. A nadie sorprenderá que, poco a poco, unos extraños fenómenos se vayan haciendo presentes en la casa. Lo hemos dicho muchas veces: (casi) todo está escrito ya. Pero la manera de contarlo… Ahí radica la magia.

Kehlmann tira de un par de referentes muy claros: El resplandor de King y La casa de hojas de Danielewski. A partir de ellos, construye su propia voz. Y digo bien, voz, ya que lo interesante de Deberías haberte ido lo establece su narrador, el marido y padre que repasa la relación con su mujer, que reflexiona sobre su trabajo como guionista y que al mismo tiempo registra todo lo que va aconteciendo en esos días de vacaciones. A través de una narración en la que se intercala la acción con el desarrollo de uno de sus guiones, el personaje se muestra y nos muestra cómo las cosas se van torciendo sutilmente primero y estallan después.

La trama sirve como decorado para la deconstrucción de una unidad familiar siempre frágil. El autor habla de relaciones personales, sí, ya sea utilizando la metaliteratura o escondiendo sabiamente algunos comportamientos dentro del elemento fantástico. Y cerrando la llave después. Desde ese momento, somos libres en indagar acerca de la auténtica naturaleza de la novela o en quedarnos en una de sus variadas y engañosas —en el buen sentido— capas.

Me sorprende sobremanera leer a mucha gente criticando la ausencia de un desenlace. No sé qué tipo de novelas han leído anteriormente, pero Deberías haberte ido envuelve una historia perfectamente hilada y cerrada. Otra cosa es la ambigüedad, elemento imprescindible en estos tiempos plagados de bestsellers aburridos y predecibles. El protagonista no recibe un final a lo Jack Torrance, no, pero eso no significa que su castigo sea menor. Queda en el lector tal decisión, y me parece perfecto. 

Cierto es que no considero que sea una obra redonda, pues en un momento dado Kehlmann parece olvidarse de los guiones que está escribiendo el protagonista, aunque esto también puede llevar a preguntarse los motivos y a encontrar una justificación. El hecho es que estamos ante una obra que, si bien no inventa la rueda, sí que ofrece suficientes estímulos a un lector hastiado de generalidades y repeticiones. Deberías haberte ido, tal y como anuncia su portada, arroja una sombra larga en la que poder disfrutar de oscuridades varias. Muy recomendable.

1 comentar

Daniel Aragonés junio 21, 2023 - 1:18 pm

Muy interesantes las líneas que abres en esta reseña, que me dan pie a escribir un artículo. Me gusta la idea de olvidar cosas, siempre me pasa, como ocurre en los guiones de Los Simpson. Comienzos potentes y finales que aportan sustancia a esa divergencia tan poco abrazada (dejando a un lado ciertas carreteras que se abrieron y ya no interesan al creador). Lo cual casi se convierte en otro comienzo. Coger un trozo interesante de la vida de alguien y olvidar de dónde vienen. Dejar que la historia se desarrolle a su aire, aunque se queden detalles en el tintero. No hay que olvidar que eres muy observador, incluso más que los observadores. Lo importante es deformar lo conocido e intentar abrir otras vías comunicativas con el lector.

Muy buena reseña.

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