El exorcismo de mi mejor amiga (Grady Hendrix)

por Lorena Escobar de la Cruz

Título: El exorcismo de mi mejor amiga

Autor: Grady Hendrix

Editorial: Minotauro

Nº de páginas: 352

Género: Terror

Precio: 18,95 €

SINOPSIS

Dos jóvenes estudiantes de Secundaria, llamadas Abby y Gretchen, se tienen la una a la otra como mejores amigas desde los tiempos de la infancia. Pero en una noche de juerga en la que se bañan desnudas todo les sale espantosamente mal y Gretchen, a partir de entonces… cambia. Está siempre de mal humor. Irritable. Y empiezan a sucederse extraños incidentes en los que, invariablemente, Gretchen está implicada. Abby empieza a investigar y se adentra en un misterio sobrecogedor…

Cuando la historia llegue a su momento culminante, el destino de Abby y Grechen girará en torno a una única pregunta: ¿La amistad entre ambas será lo bastante fuerte como para derrotar al Diablo?

Un espeluznante cruce entre Eternamente amigas y El exorcista, combina las angustias de la adolescencia, los dramas de la iniciación a la vida, los horrores más indescriptibles y un cóctel de canciones de moda de los años ochenta en un thriller sobrenatural de gran intensidad.

RESEÑA

Nos pasamos la vida haciendo y recibiendo regalos. Como una especie de norma social, festejar cada año que cumplimos, los santos, las navidades y las fiestas inventadas que proclaman el amor a los cuatro vientos convierten nuestro calendario particular en una ruleta rusa de aciertos y, la mayoría de veces, fallos. Dinero gastado en absurdos elementos materiales que se van desgastando como se desgastan los huesos con el paso y peso de los daños, con el suspiro ahogado de las estaciones, con el barro acumulado en la suela de unos zapatos que andan con rumbo indefinido.

Sin embargo, existe otro tipo de regalo. Uno que no se adorna con papel multicolor y lazos desechados en cubos de basura. Un regalo difícil de conseguir y, por desgracia, fácil de perder, porque la existencia es un chiste malo que parece no terminar nunca, una moraleja sin cuento previo, una burda mentira que nos cuentan cuando los dientes son aún de leche y los sueños no albergan pesadillas.

Existe un regalo que nace de la lealtad y a la lealtad se debe, que une a las personas más que los lazos de sangre, que se fragua entre ritos de paciencia y permanece con la fragilidad de un cristal incoloro sostenido sobre la estela del viento.

Ese regalo es la amistad, la verdadera, no la que se esconde bajo el cautiverio de las redes, no la que hilvana mentiras sin hilo, no la que se toma con la ligereza de una copa de más en una noche de menos.

La amistad que nace, crece y muere cuando se desvanece el mundo.

La amistad que sana, daña y, en ocasiones, pierde la batalla. Como el poeta sin rimas que ha dejado su verbo mudo.

Quien espere encontrar en el libro que hoy reseño una historia de terror se va a encontrar ingratamente decepcionado. A pesar de que tenga imágenes bastante poderosas (y me agrada sobremanera encontrar esa capacidad visual en un libro), a pesar de la bestialidad maravillosa que destilan algunas secuencias, El exorcismo de mi mejor amiga ofrece un simbolismo que va un poquito más allá de la finalidad del simple y puro entretenimiento. Porque a veces no cuidamos lo suficiente a aquellos que nos quieren y queremos, porque a veces cometemos el terrible error de dar por hecho, porque a veces este devenir de los días con una prisa exigente y una pausa inexistente nos priva de un milagro para ateos que recibe un nombre simple y, al mismo tiempo, tremendamente poderoso: amistad.

El libro no engaña a nadie, y no creo que fuera el propósito del autor concebir una historia truculenta, un canto irracional a la irracionalidad de una posesión demoníaca y un exorcismo. La historia es clara desde sus primeros compases: se trata de un cuento ya viejo y conocido, una usurpación física por parte del demonio y sus terribles consecuencias. Grady Hendrix nos presenta a Abby y Gretchen, amigas desde la infancia, de esas que se gestan a la edad en la que aún tenemos ilusiones y se mantienen durante los horribles años de instituto.

Con una estética ochentera desde la cubierta hasta las referencias televisivas y musicales, la obra consigue abrazarnos en nostalgia a los que, y es el caso de una servidora, hemos dejado atrás la frenética década de los treinta y afrontamos con un optimismo venido a menos la segunda parte de nuestra propia novela, esa que ya no tiene tiempo a errores, esa que te llena de flashbacks la memoria y el corazón de arrepentimientos. Es la idea del autor y a mí me parece mejor que bien, una forma de enganchar a los lectores más arcaicos, de mantener los suspiros atolondrados ante la representación de ese instituto de película americana, con sus chicas de película americana y sus peleas de película americana, esas que, en el fondo, todos hemos visto. Como columna vertebral, los cambios sufridos por Gretchen en su posesión y las travesuras que va dejando por el camino, mientras Abby, leal hasta la médula, busca todas las formas posibles de recuperar a su mejor amiga utilizando métodos altamente cuestionables que derivan desde la imposición de la palabra hasta la búsqueda de un histriónico exorcista.

En realidad la narración es sota, caballo, rey: no se salta ningún punto en la típica historia de posesión y desposesión, no hay giros sorpresivos, ningún truco en la chistera y, desde luego, la honestidad del autor es clara desde el primer momento, aquí no se engaña a nadie. En la propia sinopsis te lo dice alto y claro: ¿La amistad entre ambas será lo bastante fuerte como para derrotar al Diablo?

Aunque cuenta con escenas que ya quisieran tener algunas obras de terror consideradas incluso de culto (nadie que lo lea podrá negar la energía palpitante en el pasaje del exorcismo, las brutalidades cometidas por Gretchen, la insidiosa parte del perro…) la novela publicada por Minotauro no es ni más ni menos que lo que pretende mostrar: una radiografía profunda e hiriente de lo que significa la palabra amistad. Una prueba, una elección, una forma de entender la honestidad entre dos personas, un nivel nuevo en ese asunto tan complicado al que todavía llamamos querer.

Porque todos tenemos amigos, sí, pero ¿qué estamos dispuestos a hacer realmente por ellos? ¿Hasta dónde llegarías por proteger a los que amas? Ese es el verdadero significado, la simbología que trasciende la historia contada en El exorcismo de mi mejor amiga. Un relato tremendamente divertido, con un ritmo que quizá peque de ir variando a lo largo de la narración y que decaiga en algunos momentos, pero que sirve para alejar durante unas horas esa masa brumosa y dañina a la que llamamos vida. Y con un final que, si no te toca el alma, es que quizás la tengas indudablemente dormida.

Porque existe un regalo que nace de la lealtad y a la lealtad se debe.

Porque si tienes una persona así en tu vida, coge el maldito teléfono, sal de twitter y dile que la quieres.

La vida no es una fotografía a través de una pantalla y el amor no se puede cuantificar en risas que suenan a desgaste.

La vida es amor.

Aunque nos lleve al puto desastre.

1 comentar

Sebastián G. Sancho diciembre 11, 2023 - 12:22 pm

Buenísima reseña.
Yo, en lo personal, no termino de cogerle el punto a Grady Hendrix. Quizá porque estoy un poco cansado del recurso de la nostalgia y porque, como dice la reseña, la trama me resulta un tanto previsible: una historia clara, concisa y sencilla, sota, caballo y rey. Eso sí, su honestidad es de aplaudir; prefiero mil veces eso, y lo admiro, a otras obras pretenciosas que, finalmente, terminan por sonrojar y hacernos sentir que el escritor nos toma por idiotas.
Para mí, una obra entretenida que hará pasar un buen rato, cosa que, para los tiempos que corren, ya es de por sí todo un logro.

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