Las sirenas de Titán, Trilogía sucia de La Habana, Señor Kafka

por Daniel Aragonés

¿Por qué hacer esta reseña triple, Daniel?, me pregunto a mí mismo. Por la similitud emocional que trasmiten las obras. Por las risas. Por lo necesario del humor. Por la sátira. Por la rotura. Por esa parte surrealista que sobrevuelan las distintas lecturas. Sin duda, a mi entender, los tres autores intentan decirnos lo mismo. Hay que vivir el momento y dejar a un lado eso que nos intenta manejar.

Ahora todos saben cómo encontrar el sentido de la vida dentro de uno mismo. Pero la humanidad no siempre fue tan afortunada. Hace menos de un siglo los hombres y las mujeres no tenían fácil acceso a las cajas de rompecabezas que llevan dentro.

Kurt Vonegut

Así abre la lata el señor Kurt. Las sirenas de Titán es una novela que se aleja del estilo pulp al que estamos acostumbrados los acólitos de la ciencia ficción de la época. Aplazando estilo y objetivo, y dotando a la obra de una mirada crítica e irónica dirigida al mundo del dinero y la religión —vaya dardo—. Se trata, sin duda, de una reflexión sobre la falta de libre albedrío. Habla de la incapacidad del ser humano para tomar decisiones sobre su futuro. De la torpeza que tenemos a la hora de usar el razonamiento o el pensamiento crítico. Estamos frente a una de las críticas encubiertas más brillantes y humorísticas de la literatura. Poco o nada ha cambiado el mundo. Seguimos mirando cómo nuestros líderes políticos se autodestruyen, arrastrando países enteros, y no hacemos nada. La reflexión muere en la orilla de un sofá pútrido.

La novela está montada alrededor de varios relatos de carácter independientes que se entrelazan creando una novela fix-up. Encontraremos viajes en el tiempo, una civilización extraterrestre. Y mucho humor. Kurt es el autor más ácido y satírico de su época. La seriedad se ve truncada por esa manía suya de convertir sus obras en una parodia del propio pulp. Cosa que le convierte en único.

Ahora nos vamos a la Habana, años noventa. Pedro Juan Gutiérrez nos habla de la revolución, del hambre, de cómo la incapacidad del ser humano lo convierte en capaz —o en cadáver—. El ir y venir de su alter ego por las calles de una ciudad descompuesta es la nota predominante. Sin hablarnos del régimen o del propio dictador que los pisoteaba sin contemplaciones, nos cuenta la realidad más cruda posible. Sexo, alcohol, drogas, aventuras simples que me llegan hasta el alma. Podría decirse que recoge el relevo de Bukowski, pero no me parece justo. Pedro Juan es mágico. Su realismo sucio es una joya.

El libro está conformado por relatos sueltos y breves, y todos ellos forman una novela publicada en tres partes: La vida de Pedro Juan, un periodista incapacitado para realizar su trabajo, un escritor venido  a menos. Siempre pensando en sus amantes, en buscar un negocio que le aporte algún tipo de beneficio, aunque sea poco. Luego, con ese poco, se hace con algo de comer y un poco de ron. Echar unos polvos, comerse unos pezones y reírse de la propia desgracia es su máxima aspiración.

Su prosa es incisiva, maleducada, hiriente. En la Habana las mujeres también tienen deseo sexual, son vivarachas, sienten su cuerpo, son tan capaces como un hombre. Y allí los rompecabezas no existen. Si no te quieren en un sitio, no hay nada que perder.

Leer Trilogía sucia de la Habana es una experiencia en sí misma. Caminas por callejones. Conoces el malecón. Observas desde las azoteas donde vive el protagonista. En ningún momento tienes la necesidad de que te hable de forma directa de algo, porque a través de sus vivencias sabes lo que significa vivir en esa Cuba desvencijada y pútrida. Solo queda pasar los días de la mejor forma posible. Sonreír. Follar. Comer lo que sea. Trapichear. Y beber ron. Sin duda, de mis autores favoritos.

Para cerrar esta locura voy a añadir Señor Kafka, de Bohumil Hrabal. Otro compendio de relatos que nos hacen una instantánea de Chequia en los años cincuenta. Cómo la sociedad del país intentaba progresar en todos los sentidos, empujada por los estalinistas. El autor y su crítica hacia el progreso. Una mirada irónica y, en este caso, dotada de un sentido surrealista. Para mi gusto, el primer relato, Señor Kafka, es una obra maestra. No puedo parar de pensar en cada uno de sus párrafos. Un baile por las calles de Praga y sus gentes. Poesía de lo cotidiano. Como si un niño con ganas de jugar saltase de personaje en personaje mostrando sus carencias, sus ganas e inquietudes. Nos habla de cómo la clase política experimenta con la sociedad e intenta cambiar las costumbres hasta destruirlas. Bohumil no era partidario del hambre con el que el mundo moderno devora el costumbrismo. Porque todo tiene su tiempo. Los procesos no deben acelerarse.

Hasta aquí puedo decir. Las tres obras comparten el mismo nicho. Cuba. Estados Unidos. Chequia. Los mismos perros con distintos collares.

1 comentar

Vicente marzo 4, 2024 - 9:19 pm

Trío susio de calidad.
Si tuvieras que recomendar solo una, con cuál te quedas?

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