Título: Nevadahonda
Autor: Román López Cabrera
Editorial: Dolmen
Nº de páginas: 472
Género: Misterio
Precio: 19,95 €
SINOPSIS
¿Qué harías si algo que no puedes comprender se apoderase de tu hogar, y no tuvieras otro sitio al que ir?
Ante la cantidad de quejas por la aparición de presencias extrañas en un descontrolado número de viviendas del pueblo, el Ayuntamiento de Nevadahonda (Alicante) puso en práctica una solución pionera a la que llamaron el PRSP (Programa de Reubicación por Situación Paranormal). Se trata de un sistema de ayudas para proveer de una alternativa habitacional a todo propietario cuya vida se hubiera vuelto imposible en su propio hogar por culpa de presencias que no debían estar ahí.
Joan es el líder del equipo de investigadores encargado de atestiguar que, efectivamente, ocurre algo en estas viviendas. Les acompaña Araceli, en representación del Ayuntamiento. Juntos se verán involucrados en un número cada vez más creciente de casos, al tiempo que intentarán entender por qué de repente, en Nevadahonda, se está perturbando la paz de los muertos.
RESEÑA
El libro arranca bien, una narración costumbrista de ritmo ágil con la que se nos van presentando algunos personajes y, sobre todo, algunas situaciones.
Arranca bien, decía, pero la cosa se tuerce: leídas las primeras ochenta o cien páginas este ritmo que prometía decae, casi hasta el estancamiento, y la novela, no hay otra forma de decirlo, aburre. Empiezan a repetirse estructuras y formas con la intención, supongo, de construir un corpus sólido, aunque solo se consigue eso: repetición, casi se trata de una enumeración de escenas semejantes, que adolecen de una falta de originalidad flagrante, jugueteando con el cliché de la peor manera posible: el onanismo (en mi opinión, hubiera sido un buen producto recortándole unas trescientas páginas de sus casi quinientas).
Es cierto que también se van intercalando aquí y allá nuevos personajes y datos que van a ir asentando, es verdad, la trama, pero que (creo que voy a tener que repetirme) aburren soberanamente; a pesar de los esfuerzos cómicos del narrador.
El desenlace es una recreación de los finales aquellos de Scooby-Doo, con poca imaginación y un aire recatado —sin violencia, sin sangre, sin gracia…— que recuerda a la pusilánime y soporífera serie de televisión Entre fantasmas, que por no pecar no pecaba ni de maniqueísmo, resultando al final que todos los fantasmas buenos terminarán yendo al cielo, y los malos… también (en la serie, digo).
Tal vez le convendría la etiqueta juvenil (o infantil) como aviso a lectores que busquen literatura y no una mera historia empedrada de buenos sentimientos para pasar el rato (o la semana, más bien, que recuerdo que es un tocho).
Sin pretender ni escarnecer, ni mentir, no me ha interesado casi en lo más mínimo este libro, que, por otra parte, tampoco me ha disgustado en exceso.
Caveat emptor.
Fco. Santos Muñoz Rico
Redactor
2 comentarios
Dan ganas de leerlo
Es una pena, porque el tipo escribe buenos guiones. A veces ciertas cosas se nos escapan de las manos. Por cierto, «Entre fantasmas» era horrible.