El cielo de la selva (Elaine Vilar Madruga)

por Chris T. Nash

Título: El cielo de la selva

Autor: Elaine Vilar Madruga

Editorial: Lava

Nº de páginas: 360

Género: Terror, fantástico.

Precio: 19 €

SINOPSIS

La selva es un dios hambriento. Uno que permite vivir a salvo en sus dominios pero exige el más alto de los precios a cambio. Su voracidad no termina nunca y aquellos que viven bajo su control deben entregarle a sus hijos como parte de un cíclico tributo caníbal.

En este cuento de terror caribeño, las madres son obligadas a criar a sus propios hijos como futuro alimento, en un sacrificio hecho de sangre y locura. Si se desea sobrevivir aquí, ninguna mujer puede decidir no ser madre. Y ninguna madre puede no convertirse en una mera productora de carne humana para que el sistema de ofrendas y retribuciones siga funcionando.

En un mundo despiadado de guerrilleros y narcos, la selva garantiza la seguridad a sus habitantes, quienes renuncian a cualquier tipo de derecho y esperanza en esta fábula terrible sobre la maternidad y el cuerpo de la mujer.

RESEÑA

Me encanta la naturaleza. En la mayoría de mis viajes no me conformo con visitar ciudades y quedarme en hoteles u hostales urbanitas, me encanta salir a investigar la naturaleza que rodea nuestra pequeña burbuja de asfalto. Me llevé el libro al famoso Aokigahara, popularmente conocido como El bosque de los suicidios, en Japón. Allí, entre la nieve, me dispuse a ser devorada por él: por el libro y por el bosque. En estos viajes no me mueve ningún interés morboso, sino la llamada de la selva, de la naturaleza, que quiere que me aísle a rendirle culto. No quiero ponerme mística, tan solo pretendo daros un contexto para entender el libro de Vilar. En nuestro entorno primermundista, en el que vivo cómoda en mi piso, a veces la saturación es tal que solo me apetece pasear en el campo, mojarme en un indómito bosque; por fortuna, puedo hacerlo de vez en cuando.

Imaginemos ahora que vivimos sin recursos, sin hogar, en un contexto de guerra y corrupción, y que tenemos una hija pequeña. ¿Qué haríais para ponerla a salvo? Esta es la trama base y el inicio de El cielo de la selva: una madre entra en la selva, buscando refugio y huyendo de una situación insostenible

Es así como La vieja llega a este universo, «selva panóptica» como lo denomina su propia autora, y hace un pacto con ella: muerte a cambio de vida. Al fin y al cabo, ¿no se reduce todo a eso? Un pago, un sacrificio. A lo largo de los años, se reúne en esta selva un grupo de mujeres, las supervivientes de tres generaciones desde que la primera de su familia llegara a aquel lugar, rodeadas por ellas, los espíritus que alimentan la selva, de todo aquel que fue sacrificado, y en un cuartito, comidos de mierda, aguardan las ofrendas.

«La peste a grajo de Juanchito se mezclaba con la peste a muerte de las crías: un tufo insoportable. Tanta vida y tanto horror en un espacio tan pequeño, en aquella caja de zapatos con alma de ataúd. Los cuartos de los niños eran ataúdes en pausa».

La novela es una oda a las maternidades, porque hay varias; a las mujeres, a las generaciones, sin importar si se hace el bien o el mal, sin juzgar, porque todas son igualmente válidas. Todas paren, que es lo importante; al menos eso es lo que le importa a la selva, porque si no hay partos no hay sangre que beber. Abuelas, madres, hijas, nietas, trabajadoras, perras, locas, psicópatas, drogadictas, putas: estas son las protagonistas de este cuento, personajes grises movidos por sus desdichas y que nunca sabes por dónde te van a salir. Eso es, a mi parecer, una de las características más atrayente de ellos, nunca puedes conocerlos del todo, el lector no sabe qué decisión van a tomar, son caprichosos, volubles y capaces de cualquier cosa.

«A las putas les sobra el corazón, las tetas y el coño, y el valor para vender todo eso al postor más hábil. Tanto les sobra todo que lo van a dar por ahí a quien lo necesite, y no lo hacen en un acto de contrición ni de miseria, sino que cobran: democráticamente, a pobres y ricos por igual, porque en este mundo es ley que nada es gratis, y un cuerpo y su ilusión deberían pagarse con la vida».

El cielo de la selva es pues, en cuanto a la trama, una distopía de feminidades sesgadas, condenadas por la naturaleza, que es la selva, a parir sin descanso y a no encariñarse de la prole. Es, por tanto, una analogía de la vida misma, de la sociedad: estas mujeres están sometidas a su sino porque no tienen otra salida ni medios, lo único que les trae gallinas y les da de comer es la selva. Ni que decir tiene que, si profundizamos un poco más y miramos el contexto sociocultural de la autora, escritora cubana, podemos hilar un poco más. Una cárcel física y política: una isla. Un entorno hostil que te obliga a ser lobo o cordero. Una lucha por la supervivencia y, sí, también la adaptación. Solo lanzo ideas, cada cual que cree sus propias conclusiones.

Pero es que esta novela, como todo lo que escribe Vilar, no es solo argumento y una historia muy potente que se mete en las entrañas, sino que tiene una forma compleja, unos personajes con mucha profundidad y una prosa que te invita a querer subrayar casi cada frase. Un juego de narradores que pueden variar del omnisciente a la primera persona del singular, sin olvidar la primera persona del plural de los niños, o la segunda persona de La perra. Se trata de una escritura precisa y dura, como un puñal, cuyas florituras a veces son toscas, para hacer más daño.

«Has olido el coño de Ifigenia, el olor a animal que se escapa del cuerpo de Lázaro y la humedad de sus pulmones. El olor a yerba mascada y a hueso de Romina. La vejez de la hacienda. El hambre de Santa, su migraña. Los pollos que apestan a miedo y los niños que apestan a pollo. El rojo de la selva».

Nada más puedo deciros que: leed El cielo de la selva, leed a Elaine Vilar Madruga, sin duda no saldréis indemnes de este viaje. ¿Estáis dispuestos a pagar el peaje en sangre? Si queréis saber más sobre este libro no dudéis en echar un ojo a la entrevista que hice a la autora en mi programa A grito pelao (ver entrevista).

1 comentar

Vicente septiembre 16, 2024 - 9:37 pm

Qué buena pinta y qué buena reseña.

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