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En esta ocasión voy a prescindir de la sinopsis para no arruinar nada a quien quiera ver esta película, consideración que no han tenido muchas de las webs que la han reseñado. Lo único que puedo decir es que su inicio es impactante y por eso prefiero ahorrar detalles.
“Proxy” es un thriller dramático con elementos de cine de terror que se atreve a abordar algunos temas que suelen ser tabú a la hora de mostrarlos en pantalla. No hay demasiada violencia en la película, pero hay un par de secuencias que se quedarán en nuestras retinas, una por su seca crudeza (la inicial) y la otra por que el director se recrea usando la cámara lenta (la escena de la bañera).
La película está claramente dividida en dos segmentos. Durante la primera hora el director nos mete en el punto de vista de una enigmática mujer de la que apenas se nos dan datos aparte de su errático comportamiento. El ritmo durante esa primera parte es muy pausado y la ambientación es casi surrealista, ya que no sabemos muy bien qué está pasando ni por qué los personajes actúan de la manera en que lo hacen. En la segunda hora cambiamos de protagonista y poco a poco se nos va desvelando toda la trama. El ritmo sigue siendo lento aunque aquí la película se vuelve más irregular, con tramos que no aportan nada y que nos hacen perder interés.
Lo mejor de “Proxy”, aparte del desconcierto que provoca su primera mitad, son sus personajes tan alejados de lo convencional. Las dos protagonistas están claramente defectuosas y muestran un grado de perturbación extremo, aunque el director juega muy bien con las personalidades de ambas para que no lleguen a resultar caricaturescas. El trabajo de las dos actrices principales es notable, sobre todo el de Alexia Rasmussen que aporta una presencia inusualmente inquietante.
Aunque en su primera mitad puede ser complicada de ver y de entender, y a ciertas incoherencias del guión, lo cierto es que las virtudes de la película prevalecen hasta que su desenlace (que está totalmente fuera de tono) estropea el conjunto. A pesar de ello, Zack Parker logra una película interesante por su originalidad y por su forma, que seguramente no te dejará indiferente.
Mucha gente (y el propio cartel del film) resalta la influencia Hitchcockiana pero yo no termino de verla. De hecho, por momentos me recuerda mucho más al cine de David Lynch. Por cierto, el título parece hacer referencia a un síndrome o trastorno de personalidad que entenderéis cuando veáis la peli.
Mi nota: 6