Tras el buen sabor de boca que me dejó Absentia (2011), llegó el momento de visionar la siguiente película de Mike Flanagan. Oculus: El espejo del mal es una nuevo thriller de terror que nos cuenta la historia de dos hermanos que sufrieron un episodio traumático siendo niños. Aunque a priori pueda parecer que tiene poco en común con su precedesora, la verdad es que comparten ciertos puntos que veremos a continuación.
El escaso presupuesto de la película hace que su aspecto visual sea mucho más austero que el de otras producciones del género, cosa que ya pasaba en “Absentia”. Sin embargo, ello no es óbice para que Mike Flanagan se las ingenie potenciando otros aspectos del filme. La trama tiene peso específico y esconde mucho más de lo que parece. El guión firmado por el propio Flanagan junto a Jeff Howard sabe jugar de manera inteligente con las expectativas del espectador, y nos ofrece una ambigüedad muy alta para que dudemos de si lo que estamos viendo es real o es producto de la mente de los protagonistas. También esto estaba presente en la anterior película del director, de la misma manera que introduce un elemento dramático subyacente bajo el relato de terror.
La historia en esta ocasión se nos ofrece alternando dos líneas temporales, la de la actualidad y la del pasado cuando se produjo el hecho traumático que es la base sobre la que gira toda la trama. Esto conlleva una considerable labor en la sala de edición, y los responsables han estado a la altura consiguiendo un montaje modélico puesto al servicio de la historia. El ritmo puede resultar un tanto lento al principio, pero durante toda la segunda mitad de la película es magnífico. Podemos ver secuencias perfectamente construidas que nos hacen preguntarnos si lo que vemos es real o una alucinación de los personajes, y ahí radica gran parte del suspense de la película.
Como parte negativa, hay elementos un tanto desaprovechados, como el propio espejo que, siendo el eje central de la trama, podía haber dado más juego, o el uso de las videocámaras para grabar todo lo que va sucediendo pero que apenas tienen relevancia.
Una producción tan modesta no puede aspirar a contar con rostros conocidos, pero eso no siempre es malo. El peso de la función lo lleva con éxito la joven Karen Gillan (famosa por la serie Doctor Who y por aparecer en Guardianes de la Galaxia (2014)), aunque las interpretaciones más intensas son las de la inquietante Katee Sackhoff y el sobrio Rory Cochrane haciendo de los padres.
Resumiendo, “Oculus: el espejo del mal” es otra excelente muestra de que no hacen falta presupuestos abultados para crear atmósferas y sensaciones dentro del género de terror. Mike Flanagan se revela como un director interesante con un discurso propio y estimulante, sabiendo dotar a sus historias de una ambigüedad metafórica que deja una ventana abierta a diferentes interpretaciones. De momento dos de dos, señor Flanagan.
Mi nota: 7