Tess es una adolescente con problemas psiquiátricos que se traslada junto a su madre a una casa nueva. Allí no tardará en notar una presencia que la acechará.
Como podéis leer en la sinopsis, la premisa de la película la hemos visto millones de veces en películas de género. Pero si algo hay que destacar de Anguish, es su voluntad por distanciarse de lo habitual y presentar un nuevo punto de vista para una historia poco novedosa. ¿Lo consigue? Pues en mi opinión, sólo a medias. Y es que la película arranca bastante bien, con una impactante secuencia inicial que nos conduce a la trama principal. Lo primero que llama la atención es que “Anguish” entra muy bien por los ojos gracias a un aspecto visual muy cuidado, propio de producciones indie de mayor calado. Además, desde el inicio el director consigue introducir una sutil presencia de amenaza que se cierne sobre la protagonista.
Lo malo es que pronto se empieza a recurrir a golpes de efecto muy manidos que no pegan para nada con el tono inicial del filme. Estos sustos fáciles arruinan la atmósfera que poco a poco se iba construyendo. Para rematar, llegados a la mitad del metraje encontramos que la cinta no encuentra su camino, ya que no termina de decidirse ni por el terror ni por el drama. Es aquí donde notamos la falta de experiencia del debutante director Sonny Mallhi, pues creo que de haberse centrado sólo en un género podíamos haber tenido una gran sorpresa con esta película, pero al final no ha habido suerte.
Aún así, “Anguish” se ve sin dificultad. Mucha gente la acusa de ritmo lento, pero lo cierto es que a mí sus 90 minutos no se me hicieron largos. Las buenas interpretaciones de las actrices, sobre todo de la joven protagonista Ryan Simpkins, unidas a una cierta originalidad a la hora de tratar el tema de las posesiones, hacen que la cinta apruebe y que no pase nada por verla pese a que al final nos deje un cierto regustillo a telefilme.
Mi nota: 5