La vigésima edición de nuestro querido Club de Lectura tuvo una gran acogida desde que anunciamos que Noctuario sería la obra a leer. Lo cierto es que la antología de relatos de Thomas Ligotti ha suscitado un gran espectro de opiniones, que en buena parte han quedado polarizadas entre aquellos que han sido hechizados por la prosa del autor y los que, en cambio, no han podido entrar en ningún momento en el oscuro juego que plantea. Y eso, precisamente, es lo que más disfruto de esta iniciativa, la cantidad de diferentes sensaciones que despiertan ciertas obras en diferentes lectores.
A continuación, comprobaréis el abanico de opiniones a través de mi reseña y de las distintas impresiones de varios miembros del Club. Como novedad, al final de este artículo encontraréis el vídeo completo del debate en vivo que realizamos hace unos días y en el que compartimos más a fondo todo lo que nos ha sugerido esta colección de relatos.
Título: Noctuario
Autor: Thomas Ligotti
Editorial: Valdemar Gótica
Nº de páginas: 240
Género: Relatos de terror
«¿Quién conoce las intenciones del Creador? Lo que es idóneo para los planes humanos podría no serlo para los Suyos».Demente velada de expiación. Thomas Ligotti
«Uno puede estar solo en la casa y, sin embargo, no estar solo».La Hacienda Espectral. Thomas Ligotti
Los miembros del club hablan:
Definitivamente Ligotti no es para mí.
Ya desde el comienzo no entendí que, al menos la edición que leí, incluyera dos prólogos (que por cierto no me gustaron) y que se llevan un 10% de páginas del libro.
A partir de ahí, relatos pesados, repetitivos, con una profundidad premeditada y hasta diría que pretenciosa. Creo que empiezo a odiar la palabra “oscuridad” por las infinitas veces que aparece en todos los textos.
La espesura que plantea Ligotti me engulló y no me permitió moverme a gusto por sus páginas.
Hasta la fecha nunca he abandonado un libro a la mitad, pero Noctuario hizo que me lo plantease.
Dicho esto me alegro de haberlo terminado para poder expresarme sobre él, y también he de decir que algún relato como La medusa me pareció interesante, incluso dos o tres de los últimos y brevísimos me dejaron buen sabor.
Más allá de eso, mi sensación general: Sopor infranqueable.
Juan Carlos Pascual
Hay un par de caminos, a mi modo de ver, que está tomando el género de lo siniestro (o puede tomar) que son de lo más interesantes y tal que amplían y recorren nuevos modos de expresión terrorífica. Y sin enrollarme demasiado comentaré:
Por un lado, el terror “surrealista”, por darle un nombre que me saco de la chistera pero que sirve como guía, es un acercamiento muy personal, onírico y hasta bizarro de este nuestro género tan machacado. Un ejemplo de libro de este estilo sería Un lugar mejor del escritor Michael Wehunt, que gustosamente nos sirvió la editorial Dilatando Mentes.
Y el segundo camino en cuestión sería el terror “ontológico” o más “filosófico”, que si bien es cierto tiene su base en escritores pulp como Lovecraft o Machen (por citar solo unos), con Thomas Ligotti parece haber encontrado su nivel de perfeccionamiento y consolidación. El pesimismo cósmico de H.P. Lovecraft y la prosa de Poe, evolucionan hacia adentro encontrando en el vacío del ser humano un motivo para experimentar el más absoluto horror.
Ligotti es la evolución de un género que amenazaba con anclarse. Una de muchas, ojo, pero una con fuertes pilares, como (esperemos) el horror “surrealista” antes mencionado también. Entrar a leer a Ligotti es ampliar miras, experimentar terrores interiores y exteriores desde un cierto grado de “miedo” a que nos pueda influenciar con su mensaje pesimista, personal y estremecedor.
Que se hable tanto de este escritor de un tiempo a esta parte es un hecho más que significativo, que no hay que dejar pasar, por la calidad de sus textos e intenciones.
El terror se abre camino.
Asen Ahab
La edición del Noctuario de Ligotti de Valdemar viene precedida por un prólogo muy inteligente de Jesús Palacios, en el que consigue materializar algunos de los presentimientos que nos despierta su lectura: se trata de sospechas veladas y conjeturas amorfas con las que evitas enfrentarte mientras avanzas por el libro, pero que están ahí, agazapadas tras las páginas con una mirada hueca puesta en ti.
Estas intuiciones inefables provienen de la catarata de pensamientos que siempre me provoca la lectura de Ligotti. Me obliga a reaccionar a cada frase, a cuestionarme no solo la obra, sino al propio autor: pese a la prosa pretendidamente abstracta, tanto su estilo como las emociones que despierta provocan una desasosegante sensación de realidad que proviene de una decidida vocación por el materialismo exacerbado. No es una lectura fácil ni divertida. Por eso el prólogo de Jesús Palacios resulta fundamental, en su precisa y enriquecedora interpretación de obra, autor y personaje.
Tras el texto de Palacios se ha incluido, a modo de introducción, un breve ensayo del propio Ligotti llamado En la noche, en la oscuridad, que nos proporciona una mirada privilegiada, aunque breve, a su concepción de Lo Extraño.
Personalmente, he leído el libro como una sucesión de lentas pesadillas o, mejor, de sueños febriles, proyectados sobre una delicada lámina de irrealidad que podría romperse en cualquier momento y desvelar el horror muy real que acecha detrás.
Casi todos los relatos que componen esta antología están recorridos por esa amenaza subterránea de algo devastador que solo se intuye. La Medusa me parece un comienzo perfecto, porque pone las cartas sobre la mesa con mucho estilo. Conversaciones en una lengua muerta es sin duda uno de mis preferidos, perverso y desasosegante. El Tsalal me parece una obra maestra del lenguaje que contiene la prosa más bella, onírica y desoladora del volumen. La voz en los huesos es otra de mis historias preferidas, una pesadilla kafkiana llena de sugerencias cuyo final me ha hecho recordar los relatos más desesperados de Edgar Allan Poe; en ella el autor retuerce y moldea el lenguaje a su antojo intentando plasmar sensaciones irreales pero muy concretas, en esa búsqueda constante para expresar lo inexpresable que tanto le caracteriza, y que me remite inevitablemente a Lovecraft.
Lo he ido consumiendo lentamente, en pequeños sorbos, como un licor denso y peligroso, o como un menú degustación de terror amargo para paladares extraños.
Bernard J. Leman
Noctuario es una colección de relatos cortos estructurada en tres partes. Su prosa es exquisita y su lectura demandante. Nos exige dedicación sin distracciones para que su veneno nos haga efecto. Una toxina intelectual compuesta de nihilismo a raudales. No debemos oponer resistencia a su propuesta sino jugar a su juego, no al que nosotros queremos jugar.
Terror, sí y no. Es más el desasosiego y la obsesión lo que se presenta ante nosotros. Mientras que en un veneno una neurotoxina podría desencadenar un paro cardiaco y -como consecuencia- la muerte, en la obra de Ligotti es la inquietud de una amenaza la que a menudo nos lleva a la locura; la consecuencia no es la muerte sino el terror.
El disfraz del verdugo cambia en cada relato. Puede ser algo impreciso, mitológico, patológico, hipotético o tangible. Da igual, es el autor siempre el que se expresa a traves de esta receta y más su voz que su mensaje el que trasciende a la historia. Por lo tanto, lo que tenemos entre manos no es el tipo de material que desarrolla una historia adaptable a un posible taquillazo en el cine, es solo un artista que se expresa a través de su idioma-arte, nada más. Ni nada menos, pues es sin duda una de las voces más originales de la literatura contemporánea. Aunque resulte extraño en este medio esta denominación, podríamos convenir en llamarla “literatura de autor”.
Caro Tikka
Intentar hacer una crítica precisa de Noctuario: relatos extraños y terroríficos es como ser el protagonista de uno de estos relatos y querer comprender lo que sucede a tu alrededor. Como en esos mundos en los que te sumerge, donde es difícil distinguir entre realidad y sueño, y entre el mundo cotidiano y el de la desconocida oscuridad, definir hasta dónde te gusta Thomas Ligotti o en qué punto te ha dejado de gustar, resulta una tarea complicada. Porque, aunque la experiencia final es bastante positiva, no está exenta de cierto hastío provocado principalmente poe lo reiterativo de casi todas sus propuestas. Esto último no tiene que ser algo necesariamente negativo, ya que, en conjunto, acabas percibiendo que todo parece girar dentro de un mismo universo oscuro, pero puede resultar agotador a ratos, sobre todo en su tramo final, donde relatos excesivamente cortos y entregados en batería empañan una lectura que en definitiva es muy satisfactoria, por lo desasosegante, sorprendente, original y terrorífico de sus historias. A destacar, sobre todo, El Tsalal, Conversaciones en una lengua muerta y La voz en los huesos.
Jota García
Gusano Perverso
Para concluir, os dejamos con el debate que realizamos en directo el día 2 de Julio, en el que Jota García, Bernard J. Leman y un servidor charlamos sobre Noctuario. Espero que os guste.
José Luis Pascual
Administrador
2 comentarios
Noctuario y Grimscribe, son fabulosos. Obras maestras. Pero donde TL da el do de pecho es en “teatro grottesco”, especialmente en sus dos últimas secuencias ” en una ciudad extraña, en una tierra extraña” (hablo de memoria) y sobre todo en los últimos 5 relatos, de “teatro grotesco” al final. Ahí retuerce las palabras e hibrida la condición de artista, la enfermedad intestinal y el horror existencial hasta empapar de elástica negrura al lector. Hay 3 relatos, en esa última secuencia: Teatro grotesco, severini y la sombra, la oscuridad que son “Planetas de Terror Filosófico”. Muy especialmente el último, que contiene, además, una referencia al Tsalal. En este cuento, TL saca al mundo, y al lector, de su eje. Literalmente. Acabas el cuento, y todo, todo, pensamiento, materia, alma, imagen, personas ha quedado convertido en espaguetis negros que se retuercen y generan nuevos espaguetis de viscosa negrura. Un genio. Este último libro es la cima de un genio tenebroso.
Me apunto muy fuerte “Teatro Grotesco” después de leer tus palabras. A ver si así me quita el sabor un tanto agridulce de Noctuario.
Muchas gracias por tu comentario, Álvaro. Un saludo.