JOE ABERCROMBIE: EN LO QUE LA HUMANIDAD FALLA

por Carlos Ruiz Santiago

El mundo es un lugar oscuro. Es inhóspito y terrible, está lleno de gente mala, de gente estúpida, de gente retorcida, de mentirosos y personas que tratarán de sacar lo peor de nosotros, a veces por beneficio egoísta, otras por puro placer morboso. El mundo es un lugar injusto, donde el rico se lleva lo del pobre, donde los mejores no siempre ganan y los buenos no siempre pueden salvar el día.

El mundo es una mierda.

Tiene pintitas de luz, tiene momentos donde nos deja tomar una bocanada de aire a través del lodo, pero poco más. El mundo es un lugar temible. Joe Abercrombie, uno de los escritores de fantasía más boyantes del momento, lo ve así. Lo entiende y lo internaliza con toda la crudeza y el humor ácido y penetrante que puede aunar. En este artículo me propongo desmenuzar las claves de su pensamiento a través de cómo estas tiñen todas sus obras. De este modo, trataré de daros una comprensión algo más profunda de su creciente obra y, de paso, hablaremos un poco del mundo real a través de la fantasía, que creo yo que es el objetivo de este autor.

Hay muchos pilares fundamentales en el pensamiento de Abercrombie que maneja en sus novelas. Quizás el más obvio de todos es la violencia. Tal vez sea necesario matizar aquí. En el género fantástico, la violencia no es algo desconocido para nadie. Grandes batallas, épicos duelos, todos los conocemos y los hemos disfrutado. En la obra de Abercrombie cobran un cariz diferente, sin embargo. La violencia aquí es brutal, es desagradable, es sangrienta. Duele mucho y huele mal, como debe de ser. Y ya sé que esto es más inherente a la fantasía oscura (grimdark por usar el término original) que a un autor concreto, que George R.R. Martin, R.F Kuang o Anna Smith Spark, por nombrar los tres primeros que se me vienen a la cabeza, ya han tratado la violencia como algo más duro, más realista. Sin embargo, Abercrombie va un paso más allá.

El concepto que la eleva no es la oscuridad, lo visceral o lo salvaje, que también, sino la inutilidad. El uso de la violencia en los mundos de Abercrombie es constante, pero siempre se siente como el último recurso del imbécil, como evitable, como desesperada. Cuando vemos a Ferro Maljin con tantas matanzas a sus espaldas que decide sobre la vida y la muerte de la gente, casi con el único baremo de cómo se siente en ese momento concreto; cuando vemos a Logen matar a alguien que considera mejor persona que él mismo pero es que, bueno, no se podía dejar matar, ¿no?

No es solo oscura, la violencia es abatida, es estúpida. Y no solo es todo eso, sino que corroe. Cuando leemos La Mejor Venganza, por ejemplo, vemos muy claro esto que os contaba. Monza empieza con una sed de venganza incalculable pero, poco a poco, va dándose cuenta de que la sangre no arregla nada, de que sigue sin todo lo que había perdido, solo que con más sangre en sus manos. La violencia llega a causar cansancio, pero no porque se haga aburrida sino porque verdaderamente los otros personajes estaban de sangre hasta el culo. Han matado tanto que ya no se sienten excitados ni asqueados, simplemente agotados, aburridos. Personajes que matan por matar, porque el mundo no les deja más opción.

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Logen Nuevededos El Sanguinario, por Mentat0209

No obstante, toda esta violencia no viene de la nada, ¿verdad? Tiene algún motor, algún combustible, algún origen. Y ese origen lo encontramos en la misma estructura del poder, en lo que lo dirige todo. Al fin y al cabo, si la gente es feliz, si tiene comida y un trato justo, es menos probable que acabe hundida en esa violencia sistemática. Y, para entender al sistema, hay que entender a quien lo crea o, al menos, a quien lo mantiene. Abercrombie defenestra para nosotros uno de sus grandes temores: el miedo a los gobernantes inútiles. En las obras de Abercrombie es alucinante la cantidad de eventos que se hubieran evitado si los que están en los puestos de mando hubieran actuado con lógica, si se hubieran callado y escuchado a alguien un par de puestos más bajos y no solo a los que les bailan el agua, como todas las batallas que no hubieran sido completos baños de sangre si se hubiese escuchado a Collem. El mundo está lleno de políticos inútiles, mandos policiales y militares corruptos, jefecillos de tonterías varias que se creen en control del gran todo como si importasen algo y actúan como magnates. Abercrombie ve esto y lo traslada con la mayor de las crudezas. El estar en una tensa situación, al borde de la guerra y tener de único intermediario para tratarla a un rey imbécil o un general altivo más preocupado de sus peleas con otro noble zopenco que de lograr ganar la batalla con el menor número de bajas posibles.

Abercrombie sabe dos cosas sobre la sociedad: que está rota y que nadie pretende arreglarla. ¿Por qué hacerlo? Para ello requeriría que las cosas cambiasen de orden y eso no es tan sencillo. Personajes como Bayaz representan esa idiosincrasia a la que todos nos hemos acostumbrado, que nos resulta más cómoda que el cambio por horrible que sea. Vemos constantemente cosas atroces: políticos robando dinero público, gente durmiendo en la calle, desahucios injustos. Una y otra vez. Pero la rueda sigue girando porque los cauces son antiguos, porque el cambio cuesta y la gente es reticente a ello, aunque sean cambios a mejor. Por eso La Primera Ley no promete nunca un final feliz donde los buenos ganan, los malos mueren y las cosas se ven mejor. No, esta trilogía nos promete lo mismo que Logen se repite constantemente, una de las primeras cosas que leemos.

Estoy vivo.

Eso es todo. Sobrevivir. Seguir avanzando, siempre en el filo de la navaja, siempre jugando con la destrucción total. Tirando de un lado para no caer al abismo, tirando del otro para no llegar a otra cosa, a otro avance. Siempre en el medio. Siempre soportando y sufriendo, pero mucho más fácil que cambiar. Siempre aguantando a los de arriba porque es mucho más fácil eso que pensar en lo difícil que sería si estuviésemos allí. Lo difícil que sería hacerlo bien, lo fácil que sería dejarse llevar.

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Bayaz, el primero de los magos, por Mentat0209

Y, aún con todo, seguimos sin llegar a la raíz, ¿verdad? Hemos hablado de sociedad, de violencia, de corrupción, de inutilidad, de ignorados e ignoradores. No obstante, el hueso está más al fondo, está cubierto de podredumbre. Sí, el hueso está mucho más abajo y es lo peor de todo. Todo esto deriva de la propia naturaleza humana. ¿Y si todo lo demás son excusas? ¿Y si todos nuestros argumentos sobre la desigualdad social y económica, la sociedad corrupta y las circunstancias desfavorables son solo pantomimas? ¿Y si son solo cuentos para hablarnos de lo oscuro que hay dentro de nosotros? En las obras de Abercrombie siempre se repite mucho esta frase de que la gente no es mala, solo hace lo que puede. Sin embargo, yo creo que el mensaje subyacente es bien diferente. Es bien diferente porque los malos ganan, porque los buenos se inclinan hacia su lado malvado y les gusta. Porque el que reina el Norte es Dow el negro, que es un hijo de puta que disfruta con ello. Porque quien gana en el juego del politiqueo es Glokta, un asesino y torturador que acaba por admitir que tortura porque disfruta con ello, sin más aditivos ni cambios.

¿Y si la naturaleza humana es una mierda? Creo que a eso juega Abercrombie, a que nos ponemos excusas para soportarnos, pero en el fondo somos igual de despreciables todos. Que somos unos individualistas empedernidos, unos animales salvajes para los que el todo o nada es el día a día. Abercrombie no tiene esperanza en nada porque no cree que ninguno de nosotros la merezcamos, somos seres abyectos que viven en sociedad porque es mucho más fácil soportar al resto que enfrentarnos a nosotros mismos. No en vano, el más reflexivo de los personajes es Logen, el bárbaro que ha vivido toda su vida lejos de la civilización. También escupe a cualquier intento de luz, como el destino de Caul cuando trata de ser buena persona y alejarse de la violencia, que solo acaba por destrozarle la vida y volverlo un demente psicópata.

Abercrombie es claro: o eres malvado o sufres por los malvados.

Y este concepto es el que va más allá, colándose hasta lo más profundo de las estructuras de la novela. Es el pesimismo más profundo que existe, el admitir que somos malos de raíz, lejos de redención alguna. Y me resulta muy sencillo comparar La Primera Ley (su gran trilogía y universo principal) con El señor de los anillos, con quien creo que guarda muchas similitudes, aunque esté todo retorcido y del revés. ¿Y si Gandalf no fuese una figura paterna sino un hombre que, sí que va a salvarnos a todos, pero que se ha vuelto tan eterno que la moral le resbala y el fin siempre justifica los medios? ¿Y si el rey prometido no fuera el magnifico Aragorn sino Jezal dan Luthar, un niño rico, inútil y engreído? ¿Y si la gente de la que te quieres vengar solo son desgraciados igual de jodidos que tú y que han hecho lo que tú hubieses hecho en su situación? Hipocresía y estupidez, nada más.

Los protagonistas de «La Primera Ley», la compañía del anillo al revés. Ilustrado por Eric de Mander.

Y claro, ahora se nos viene de nuevo la pregunta. ¿En que falla la humanidad? Bueno, creo que esa es un poco la gracia, ¿no? No falla en nada. Esa es la gracia de Abercrombie.

Somos tan rastreros, miserables y horripilantes como parecemos. Nuestra historia está escrita a base de traiciones y sangre (como Abercrombie ejemplifica con lo que el sucedió a Juvens). No hay espacio para la bondad, ni para el bien ni para la luz. Somos seres terribles que se alimentan de excusas y que han olvidado cómo no derramar sangre.

Nos tendremos que conformar con seguir vivos.

A cualquier precio.

3 comentarios

Román septiembre 23, 2020 - 11:16 am

Muy en acuerdo con todas sus palabras y exposiciones sobre la miseria y lo mediocre de la humanidad. Insalvable.
Abercrombie maestro en contarlo, sufrirlo, desgranarlo, innocularlo al lector/a.
Aunque no veo esos paralelismos con Tolkien.
Será para discutir delante de unas cervezas.
Mientras sigamos vivos…

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Carlos Ruiz Santiago septiembre 24, 2020 - 6:42 am

¡Muchas gracias! Me alegro que te haya gustado. En cuanto al paralelismo creo que va más o menso así: ¿Y si el rey prometido no fuera Aragorn el genial sino un puto inútil? ¿Y si el mago bueno y figura paterna del grupo no fuera bueno y, aun así, tuviera razón? ¿Y si los dos grandes guerreros tan diferentes que acaban entablando amistad, son, en el fondo, dos psicópatas obsesionados con matar hasta tal punto que eso marchita hasta su propia amistad? Cositas así. para mi Bayaz crea una comunidad del anillo dada la vuelta. Quizás peque un poco de sobrepensar, no lo descarto.

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C.G. Demian septiembre 23, 2020 - 12:00 pm

Como bien dices, Abercrombie es un maestro en el arte de la miseria y la mediocridad. En ese aspecto es un digno sucesor de Dickens, igual que éste, Abercrombie nos muestra lo más cruel de la sociedad humana que, en el fondo, es la que prevalece. Solo hay que observar el mundo en el que vivimos. Aunque haya resquicios de bondad en las personas, la necesidad y la ambición suelen ganar el pulso.
A mi si me parece que hay cierta relación por oposición a El Señor de los Anillos. No solo a la obra de Tolkien, también a la imaginería de la fantasía épica en general. Toma los viejos arquetipos y los retuerce hasta obligarlos a vomitar.
Ya se sabe, nunca se tienen suficientes cuchillos.

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