Título: El vivo
Autor: Anna Starobinets
Editorial: Ediciones Nevsky
Nº páginas: 384
Género: Ciencia ficción
Precio: 24€
El mundo tal y como lo conocemos ha llegado a su fin. Después de la Gran Reducción, la población de la Tierra se mantiene fija en tres billones de habitantes. Nadie muere: al final de sus vidas las personas renacen en algún otro lugar del globo; un código de encarnación mantiene la información sobre sus vidas previas.
Ya no hay individuos, cada ser humano no es más que un elemento en una conciencia mayor, El Vivo. Este cerebro central lo decide todo: dónde vivirán las personas, cómo será su trabajo, cuánto tiempo se les permitirá sobrevivir en su encarnación actual… Hasta que nace un ser sin código, y todo el sistema planetario se ve amenazado.
CRÓNICA DE UN EXILIADO
Anna Starobinets es una genio. Utiliza sus propios códigos literarios, juega con la percepción del lector, no solo la emotiva, sino la temporal. Salta, ataja, retrocede o transgrede cuando lo considera oportuno, en beneficio de la idea que desea compartir. Y siempre acierta.
Nos cuenta aquí la historia de un mundo futuro (en estos tiempos ya no veo nada hipotético y hasta la locura más distópica, utópica o ucrónica me parece posible) en que el número de vidas humanas es invariable, todas a merced de una entidad que nos gobierna con benevolencia: el Vivo. Aunque sí existe la muerte, tras la cual viene una regeneración para volverá empezar con, quizá, otro sexo, diferentes estatus, poca o mucha memoria, dependiendo de tu clase y tu servicio al Vivo. Pero una alteración nace tras uno de los festivales; un niño que no debiera existir, fuera de los tres billones.
Eso crea miedo. Miedo al cambio. A partir de aquí, el niño, Cero, es puesto bajo lupa y experimentación. Pero él tiene sus propias curiosidades. Sus deseos y anhelos. Sus pasos son medidos, aunque sus encuentros no resulten para nada fortuitos, pues acaba topando e intimando, en el reformatorio, con afines a su causa. Criminales primordiales que estuvieron al principio y estarán al final purgando unos crímenes caducos. Resultan aliados poderosos. Como un telar ya de mano estructurado.
Cero acepta jugar a ese juego y navega entre las capas e identidades para saber por qué es diferentes. Por qué le tienen miedo. Y si él también renacerá. Cómo. Se hace preguntas, el mayor peligro para una dictadura, para una mente colmena de obediencia.
Y cuando Cero, al final e indefectiblemente, entra en el sistema con supuesto poder, comprende la realidad de la decrepitud, de la corrupción del mismo, el mismo origen de la mentira: hombres jugando a ser dioses, dioses sostenidos por hilos. El error… Sustituir a un dictador por otro. Imponer en vez de dialogar. El problema, siempre, a parte de los estratos, es la comunicación; todos hablan y quieren expresarse, pero nadie escucha.
La crítica social que hay en El Vivo sobre lo que somos ahora y en lo que nos hemos convertido destila tanta sinceridad y acierto verosímil que duele intuir en esos protagonistas matices y detalles propios, reflejos y ecos. Y todavía sin saber a lo que somos capaces de llegar, sofocando al mundo con correa corta. Lo que podemos sacrificar y lo que estamos dispuestos a renunciar. Adiós al Yo.
No encontraréis en esta novela de ciencia ficción naves espaciales, complicados términos científicos o futuristas, densas descripciones de geometrías y arquitecturas alienígenas. Y, sin embargo, algo tiene, el aroma a buena ciencia ficción, antigua, reivindicativa, primitiva.
Es una obra de clases sociales, de hipérboles, de un mañana no tan alejado del presente, sometidos por las redes sociales, obedientes, mansos. Que anima a recuperar la identidad propia, forjar una.
Anna Starobinets, con su manera de escribir, te seduce, te arrastra, te envuelve, te atrapa en su red. Expone las cosas de manera diferente que, automáticamente, se convierte en la correcta. Usa todas las herramientas a su alcance, y las que no existen, las inventa. En esta historia de miedo, un miedo tan humano que es atemporal, un miedo a salir de la zona de confort elevado a la máxima potencia, bajo un control escrupuloso, por capas (me parecen estremecedoras esas capas, cárceles más que escondites, modos para apaciguar todos los instintos y la rebeldía, lo que nos hace únicos). La individualidad está perdida. La historia también. No se aprende. Solo se pasa de una existencia a la siguiente sin evolución. Todo por el Vivo. O puede que no. Que sean meros humanos, políticos, mezquinos y mediocres. Ese miedo sobrevuela toda la novela. Y, por supuesto, el conflicto viene desde abajo. Aquellos que deciden no aceptar esta realidad. Así que colocan la bomba bajo la raíz del árbol. Y esperan a ver qué pasa. Sin esperar, tomando la realidad al asalto.
Sin gustarme tanto como su anterior compilación de relatos (tengo la sensación que baja el ritmo en el último tercio de la novela, cuando el pastel se desvela pierde parte de su magia y esencia el texto), hay un universo a desentrañar aquí, y el estilo de la autora lo refleja. Ahora me gustaría leerla mientras se aventura en nuevos géneros. Porque demuestra que, en la literatura, no está todo inventado; ni las historias, ni la forma de contarlas.
Queda dicho.
Pd: pasaros sin falta por su Una edad difícil. Imprescindible.
Román Sanz Mouta
Redactor
3 comentarios
Otro a la lista de pendientes.
He leído, por recomendación suya, también, Una edad difícil y para mí es una maravilla.
Román es una fuente inagotable de recomendaciones, jajaja. Yo tengo Una edad difícil (y el libro también xD) esperando turno en la estantería, tengo muchísimas ganas de leer a esta autora.
Con Starobinets tratamos de una genia. Me gusta más su obra corta y adentrada en el terror. Esta es más lenta, reflexiva e incluso cruel (pues el nivel de lo macabro que maneja contrasta con su caracter personal), ahondando en lo peor de nuestro presente y previsible futuro. Mucho cuidado con ella. Y a leedla pero ya!!!