He de confesar que la lectura de Cabal ha sido una de las más divertidas de cuantas llevamos en en Club de Lectura. Y no por su calidad literaria, sino por los comentarios que ha suscitado en nuestro chat. La inclusión de algunas escenas “subidas de tono” totalmente fuera de contexto provocó multitud de chascarrillos que Clive Barker, probablemente, generó involuntariamente.
A continuación, como siempre, encontraréis mi reseña seguida de las impresiones de un par de miembros del Club. Al final del artículo, encontraréis el vídeo del debate que dedicamos a Cabal, en el que la novela no salió demasiado bien parada. Espero que os guste.
Título: Cabal
Autor: Clive Barker
Editorial: Varias
Año de publicación: 1988
Género: Terror
«Ahora sintió horror de aquel sueño, al conocer la segunda parte: un mundo de moscas acompañaba a aquel mundo de polvo, de incomprensión y ceguera, de muertos sin enterrar y sin un viento que pudiera llevárselos. Solo las moscas celebrando su festín, posándose en ellos y multiplicándose».
Imagina que vas al cine a ver una película que llevas tiempo esperando, de uno de tus directores/actores/actrices favoritos. La película comienza y te entusiasma, pero de repente la proyección se detiene y un encargado del cine aparece para anunciar que por un problema técnico se ven obligados a cancelar el pase y, en su lugar, proyectar otra película totalmente diferente. Te quedas a verla, ya que la entrada ha salido barata y piensas que no pierdes mucho y que, quién sabe, quizá la nueva película no esté mal. Pero no es el caso, ya que la sustituta es un infumable producto de bajo presupuesto sin pizca de originalidad o gracia. Bueno, pues justo esa es la sensación que me ha dejado Cabal.
No voy a extenderme mucho esta vez. Tenía muchas ganas de leerla, ya que Hellraiser me fascinó por su imaginería y perversidad. Sin embargo, Cabal no parece escrita por el mismo autor. Hay que reconocer que la novela comienza de un modo prometedor, atrapándote con una serie de escenas en las que Clive Barker hace las cosas bien, intercambiando puntos de vista de personajes y mostrando ya ese toque de “corrupción de la normalidad” que anticipa una gran obra. Además, vuelve a crear una mitología muy interesante con la sugerente ciudad de Midian y sus extraños habitantes. Midian parece ser una reversión de mitos como el infierno católico o los mundos paralelos con que Lord Dunsany plagaba algunos de sus relatos, y su fondo metafórico es evidente y funciona. Hasta ahí todo bien. Pero llegado a cierto punto, Barker parece olvidarse de toda esta construcción y gira su intención hacia lo explícito y lo literal, perdiendo en el camino el interés del lector.
Porque lo que parecía una obra de dos historias, una evidente y otra oculta, se transforma de repente en una descriptiva y mediocre novela barata de serie B en la que importa más el presunto impacto de las escenas violentas que la atmósfera. Esto queda claro con la introducción de una vergonzante escena erótica con una carga de sexo explícito demasiado grande. Esto, que no molestaría en una obra honesta y dirigida a un público amante del pulp desenfrenado —en este Club tuvimos el ejemplo de Las babosas de Shaun Hutson—, se antoja aquí como una verdadera tomadura de pelo por parte de Barker.
La sensación es que el autor hubiera abandonado la novela para retomar su escritura mucho tiempo después bajo otro prisma muy diferente. O tal vez que de repente tuviera prisa por acabarla y acelerara la segunda mitad a base de escenas ramplonas y recursos de la novela barata más vulgar. O, quién sabe, que Cabal hubiera estado escrita por dos personas diferentes. Espero que no sea el caso, aunque posiblemente nunca lo sepamos.
Con un total desaprovechamiento de personajes, la novela se desmorona desde su mitad hacia el final. Para mi gusto, ese Decker de dos caras bien merecería una novela propia, ya que me parece el personaje más interesante desde el mismo inicio de la novela. Su intrigante doble y perturbadora personalidad se esboza durante varios pasajes, pero su destino era dejar huella y no lo consigue. Y lo mismo pasa con el resto, caracteres desdibujados que se difuminan en la memoria del lector al pasar la última página.
Cabal ha supuesto una gran decepción. Las temáticas de fondo que toca de forma evidente en su primera mitad —la aceptación de la personalidad, las dudas a la hora de revelar tu verdadera cara, el peso de tener que ocultar tu auténtico rostro— desaparecen a medida que la novela se desliza cuesta abajo y sin frenos hacia el desastre. Sea cual sea el motivo de la inaceptable ruptura de Clive Barker con su propia obra, lo cierto es que Cabal merecería una reescritura para devolverla al lugar al que iba dirigida en principio.
La próxima vez, pediré que me devuelvan el dinero de la entrada.
Los miembros del club hablan:
Cabal deja muy frío tras leerse. Y es que Clive Barker, al menos en esta pequeña novela, no explota todo el potencial de la historia y los personajes que esboza, y asistimos a un relato muy lineal y con muy poca sorpresa en su desarrollo. Se centra, básicamente, en el drama que supone para los personajes principales el cambio de “vida” e impregna toda la aventura de una sexualidad inusitada, no llegando a encajar mucho dichos pasajes con el resto de la trama. Además, los personajes apenas tienen profundidad en su desarrollo y se nos hace confusa la motivación que les lleva a realizar —o a actuar— de la forma en que lo hacen, lastrando una historia que desde el principio da para más.
Por lo tanto, una pequeña decepción —aunque, después de todo, no tan profunda como se hacía presagiar durante el nudo de la misma— para los que pensábamos en Barker como un gran narrador de terror y que pensamos adentrarnos más interiormente en su obra.
Oscar Pico
La novela es agradable cuando es leída, y la historia es tan atrevida como original, de modo que te atrapa una vez que la empiezas. Y está claro que aquí se muestra la usual forma de escribir de Clive Barker, siempre plasmando criaturas de distintas formas y especies, así como una excelente narrativa que es bastante buena en cuanto a estructura y a la forma de contar una historia perteneciente a lo que se ha denominado como terror en estado puro. Y con esto, en la obra aquí mencionada se muestran giros inesperados en una extraordinaria trama que se desenvuelve en ciudades extrañas y en un cementerio mítico llamado Midian, en donde habitan monstruos con nombres místicos que son producto de una fuerza divina y macabra que habita en lo profundo de los anales de estos mausoleos…
Aldebarán de Canis
El comienzo de Cabal nos presenta a nuestro protagonista, Aaron Boone, sometido a tratamiento psicológico a manos del doctor Decker, por una dolencia indeterminada. En esos momentos la prosa de Barker invita a imaginar una angustia existencial que a este lector le ha recordado, salvando las distancias, al horror ontológico de Ligotti, y también sugiere la relación de poder a la que es sometido por parte de Decker. Barker consigue así despertar nuestra imaginación y nuestro interés. Creo que la construcción de esas escenas y el subtexto que nos sugiere son los puntos álgidos del libro, una muestra de la maestría narrativa que el autor es capaz de alcanzar.
Esa perversa relación dará un vuelco cuando el psicólogo intente aplastarlo con el peso de una culpa fabricada a su conveniencia. Prosa y estilo sugieren una ansiedad, una necesidad de trascender una realidad inaceptable que quizá se encuentre en el origen de la dolencia de Boone, y que le conducirá a Midian en busca de respuestas, gracias a otros enfermos en su misma situación.
Midian es una ciudad subterránea situada debajo de un cementerio perdido en algún lugar de Canadá (y la razón por la que Barker elige ese país me resulta un misterio). Cuando Boone llega allí, uno se espera una inmersión en ese mundo fascinante lleno de criaturas, con descripciones prolijas y fantasiosas pero, en lugar de eso, Barker vuelve a la superficie para contarnos la odisea de su novia, Lori (que se me antoja la verdadera protagonista de la novela), para tratar de recuperar a su chico, acosada por el doctor Decker, que es realidad un asesino en serie. En ese momento la novela deriva hacia un terreno muy físico, casi una peripecia, punteada por escenas y diálogos grotescos, para terminar en un episodio de redención que me ha parecido bastante precipitado, en el que Boone se convierte en Cabal.
Esta variación temática y la asunción desprejuiciada de la peripecia (episodio pornográfico de dudoso gusto incluido) me hacen pensar que Cabal es una obra muy enraizada en los años ochenta, con todo lo bueno y todo lo malo que eso conlleva. Puede dar la impresión de ser una obra errática y fallida, como cosida a retazos, y puede resultar decepcionante el tratamiento de Midian y las criaturas que lo habitan, pero sería injusto, a mi modo de ver, no reconocer que Barker mantiene un estilo propio dentro de la historia y de su prosa, lo que tiene su mérito, especialmente bajo los influjos de los numerosos estimulantes que con toda seguridad el autor consumió para escribirla.
Bernard J. Leman
El terror dentro de la literatura es un género muy especial. A cada lector nos gusta un estilo, unos optan por las atmósferas que te hagan disfrutar poco a poco del supuesto terror que acecha, otros optan por el más descarnado y directo que te haga apartar por momentos la cara de las páginas de un libro, otros optan por el misterio más clásico salpicado con grandes momentos de sustos y sorpresas, y es que dentro del género de terror es complicado encontrar escritores que reunan todo ese arsenal de características para considerarse un maestro del estilo. Y aquí tengo yo mí problema con Clive Barker, que solo es bueno esbozando un mundo que puede dar mucho de sí mientras nos salpica con vísceras, desmembramientos y demás disfrute de casquería pero que luego todo junto queda en nada. Personajes planos e insulsos sin evolución que te haga disfrutar o sufrir con ellos y unas situaciones ridículas que a la vez nos va dejando una sensación de WTF constante. Por eso siempre se ha dicho que Barker es un buen creador de relatos, porque con Cabal demuestra que sus textos largos son un cúmulo de despropósitos que solo harán disfrutar al amante de la casquería sin sentido lógico para el desarrollo de la historia.
En definitiva, Barker para servidor representa la constante decepción de un género literario al que amo pero que pocas veces me es correspondido con el mismo cariño.
Kike Molla
Muchas ganas le tenía a este libro, y por fin, el club de lectura apostó por él. Me adentré en sus páginas como aquel que lleva tiempo queriendo ir a un restaurante al que le tiene muchas ganas y del que ha oído hablar muy bien. Pero amigos, las viandas servidas bien podían haber salido de los descartes de Masterchef Junior. Salvo algunas escenas y personajes, no hay nada salvable en este libro, un esperpento que quiere contar muchas cosas para no contar nada interesante. Buenas ideas que quedan en un insulso plato que en ocasiones llega incluso a atragantar. Personajes planos en un torbellino de sinsentidos que desembocan, en ocasiones, en escenas que dan vergüenza ajena. Una absoluta pérdida de tiempo que, a pesar de sus doscientas y pico páginas, se me ha atascado como si de un compendio de filosofía húngara se tratara. Parafraseando al bueno de Gandalf: “¡Corred, insensatos!”
Jota García
Para concluir, os dejamos con el debate realizado en directo el día 4 de octubre, en el que colaboraron Andrés P. Roca, Elena (de Spanishfear.com), Kike Maiden (de REA podcast), Miguel (aka Waldemarne), Jota y un servidor. Espero que os guste.
José Luis Pascual
Administrador
1 comentar
A mi me parece una buena novela de género fantástico. Todos los que os habéis puestos tan exquisitos no apreciais el humor Troma (ataque personal para eludir centrar el debate sobre el tema en cuestión, todo un clásico de nuestra sociedad no-pensante amante de la borgización)