Ritual Román XLVII: Revista Círculo de Lovecraft 16

por Román Sanz Mouta

Título: Revista Círculo de Lovecraft #16: Especial Stephen King 1/2

Autor: Varios Autores

Editorial: Impresiones Privadas

Nº páginas: 310

Género: Terror

Precio: Gratis, descarga en pdf

En este nuevo numero de la revista de culto Circulo de Lovecraft, vemos un acercamiento de diferentes autores y autoras, todos de género con distinto grado de notoriedad y reconocimientos, que se aproximan a la literatura de Stephen King con respeto y veneración, reverencia y homenaje. Pues sus letras han sido caldo de cultivo de miedos por generaciones, sobre todo influenciando a la nuestra (ya soy mayor, X), y un motor para anhelar la sapiencia suficiente que nos permitiere crear terrores similares, provocar esas sensaciones nefastas en los lectores, generar pesadillas, y saber aunar letras e ideas para por ello.

Cada una y uno de los exponentes que aquí han sido seleccionados tiene un estilo propio para dar forma a este homenaje; algunos introduciéndose directamente en sus historias, alterándolas, otros a través de la metaliteratura, unos pocos utilizando enclaves, personajes o novelas puntuales, incluso atreviendo a mezclarlas, y otros buceando en su verbo personal imbuidos e influidos por la esencia del Rey para acercarse a sus intenciones. Con notable éxito, aunque ya sabéis que la tendencia de los gustos suele ser arbitraria.

Así que no demoraré con palabrería, y os ofrezco el contenido justo para que podáis decidir por vosotros mismos si merece la pena leer este número, primera parte de uno doble, y sumergirse en la herencia viva de King, en su sangre de tinta transmitida a y por otros. Os garantizo que lo merece.

Vamos con una pequeña descripción y opinión de cada uno de los numerosos textos y artículos. Se abre el telón:

Arrancamos con la bienvenida de Amparo Montejano, nuestra promotora y generosa anfitriona, que se desvive, junto con José R. Montejano, para ofrecer cada cierto tiempo convocatorias desafiantes que nos motiven a producir textos estremecedores, nexo entre el maestro Lovecraft y los autores a homenajear. Siempre gracias.

Patience, de Cristian Blanco: la historia de una venganza a través del tiempo por medio de una petición de entrevista que no acaba como se espera. El contraste racial, el abuso, el costumbrismo. No aceptar esa injusticia preestablecida. Y de cómo al final esa revancha se lleva a cabo con elementos paranormales. In crescendo. Buen despegue con aroma clásico.

El diario de José Valdivia, por Ariel F. Cambronero: la historia de un acosador que se convierte en obsesión para el acosado, quien nos cuenta la historia. Primero negativa su reacción; molesto e incómodo. Luego, sin embargo, devenida en atracción irresistible, llegando a verle e imaginarle allá donde va. Deseándolo. Y casi entregado contra todo sentido para sus habituales emociones y gustos. Lo que no espera es lo que sucederá después. Buena construcción de esta obsesión recíproca que torna en inversa. ¿Quién puede causar una influencia así?

Buick 8, un vistazo desde dentro, artículo de J.D. Martín: una disección de Buick 8, ni de las más destacadas o famosas obras del Rey, tampoco reseñables entre las mejores, mostrando sus tripas y virtudes. Pero que él desgrana para analizar cómo está vívida e intrínsecamente (para lo mortal) relacionada con King, quizá más que ninguna otra. Raro será que cualquier escrito de J.D. os decepcione, y aquí sabe sobre lo que habla.

Agujeros Negros, de José Luis Pascual: Una familia acude a la foresta para pasar el día, con sus problemas a cuestas, que no son nada comparados con lo que allí aguarda; un mal primigenio. El terror está en el bosque, justo el lugar donde nos lleva el autor, cuidando mucho el desarrollo de los personajes y la cadencia con la que muestra y alterna los perturbadores avances de la historia. Hasta desatarse. Con cambios de ritmo deliciosos y devastadores. Sumiéndonos en lo ignoto. En aquello que ni ellos ni nosotros podemos controlar. En los miedos que atenazan mentes, que los enfrentan. ¿Son reales? Quiero destacar algunas construcciones, frases, párrafos, que te dejan, y cito a José Luis: “cosidos por oscuridad”. La atmósfera te oprime, te transforma, te invade, te secuestra, te transporta. De los mejores textos de la colección.

Cliché, de David Hidalgo: cuando su padre muere, el protagonista se aferra a la vieja cámara de este, a su pasión por la fotografía, para hacerla propia, para recordarle. Siguiendo el paso de los negativos los cuales le motivan a buscar el pueblo de origen de su progenitor. Allí encuentra lo que no debe; familia, raíces. Y quizá no pueda soportarlo. Interesante acercamiento al género cruzando las fronteras de la propia realidad, asomándonos al velo multidimensional que nos rodea. Porque siempre existe el “otro lado”. Solo hace falta anhelarlo.

Carta a la directora, de Bernard J. Leman: un relato sádico e incisivo, casi metaliteratura, donde a través del enfado de un lector, reflejado en la carta que escribe y podemos padecer, enviada a la directora de una publicación, se desahoga. Por una escena de It que le pone de los nervios, que le genera una violencia, desagrado y furia incomprensibles. A partir de aquí, se habla de literatura y de mucho más que no es literatura. Con amenaza subyacente, nociva, palpable. Gran cuento.

El autor de una vida, de Ricardo Ruiz: se nos ofrece en este artículo un listado de sus obras favoritas de Stephen King, sobre las que podemos coincidir o disentir. Pero que menciona las grandes novelas emblemáticas y referentes. Y siempre viene bien repasar tamañas lecturas que nos enamoraron, descubriendo algún que otro detalle revelador.

Querida Annie, de Tania Huerta: una admiradora de Annie Wilkes, dentro de ese mismo mundo de Misery y tras el acto infame que cometió conta el escritor Paul Sheldon, y con la asesina ya encerrada, la escribe constantemente, alabándola. Compartiendo en esta pequeña serie de cartas los paralelismos que detecta de la una en la otra. Casi siguiendo sus pasos. Y a través de ese diario solo para los ojos de Annie (y para los vuestros), contemplamos cómo unas se diluyen, se derraman en fusión. Terrible asomarse a los ojos de la locura, terrible esta transformación, porque podría ser tu compañero o compañera de sonrisa inocente. Angustia en estado puro.

Presa Salvaje, de Iván Mayayo Martínez: durante un futuro alternativo (sea ucrónico, utópico o distópico, ya sabéis que siempre me confundo en propósito) y postapocalíptico, una mujer y madre fracasa en sus esfuerzos consiguiendo medicinas imprescindibles para su familia. Tras ello se condena sin remedio y por voluntad seudo propia para entrar en una especie de juego con la vida y la muerte como premio. Albergando la esperanza de salvar a los suyos si sobrevive. Allí tendrán que competir cazador y presa, que al final se vuelven indistinguibles de no ser por los medios de los que dispone cada cual. Para, al final, tomar una decisión vital. Un relato con claros visos a la obra pretérita de King que todos tenéis en mente. Una provocación que destila lucha de clases y de castas, de injusticias.

Invisibles, por Óscar Navas: aquí se nos cuenta, en medio de una guerra, lo más crudo dentro de la trinchera; el más ingrato lugar. Esperando. Aguantando. Sucio. Bestial. Vestigial. Sin piedades. Blanco y negro con rojo. Solo barro, sangre y muerte. Sacando lo peor y, a veces, lo mejor de cada cual. Pues en este lugar de desesperación nace una chispa de bondad, en el que quizá sea el relato más benévolo y esperanzador de toda la antología.

El Desaparecido, de Maximiliano Ponce: cercanos a la navidad (esa que este año 2020 ha sido erradicada), la aparición de un extraño en el pueblo, el Hombre de Negro, y su posterior detención, desembocan en una serie de sucesos y revelaciones, pues sus testimonios turban a quien los escucha, narrado lo imposible, mirando hacia el futuro, haciendo que tiemblen los mismos cimientos de la realidad. Y creando una semilla de duda en el lector. Un relato de malas intenciones afiladas y muchas reminiscencias al Rey.

Buena hierba nunca muere, por Jorge Zarco: se ahonda aquí en los peores momentos vitales de Stephen King; el accidente cuasi mortal, sus dudas primigenias, su capacidad y voluntad para perseverar, para darle salida a los miedos más reales por medio de la imaginación; desahogarse, liberarse. Admirable. De cómo los grandes siempre sobreviven y aprovechan cada experiencia, positiva o negativa, para seguir creando arte.

Hijo Biológico, de Sergio Requejo: la familia Debusher fue desecha; muerte del padre, enfermedad y muerte del hijo, locura de la madre. Pero todo esto viene de antes, de cuando se adentraron en el bosque (siempre el bosque) para una pacífica excursión. Explorando con curiosidad el niño, tocando todas las maravillas que la naturaleza ofrece y alguna que no le pertenece y germina invasora. La planta que trajeron a casa. Lo que nació y creció de ella. Un relato de terror psicológico y a la vez realista que provoca una inquietud llegando a calar el tuétano. Otro de los textos sobresalientes de esta primera entrega.    

Obsolescencia Programada, por Osvaldo Reyes: las máquinas por fin se han rebelado, escindido del dominio del hombre su creador. Todo y cada tipo de máquina, pequeña o grande, unidas, han tomado el control. Persiguiendo a la humanidad hasta el exterminio con todos los medios infinitos que tienen. Y usando a los perdonados como esclavos para proporcionar la energía que necesitan. En uno de los penúltimos reductos, una persona vencida por esta realidad se prepara para asumir la derrota agotando sus días, con revelaciones sorprendentes. Un texto que daña por lo premonitorio.

Georgie, de Román Sanz Mouta: un servidor, y entenderéis que no pueda valorar mi propia obra, así que lo dejo en vuestras manos, ojos y percepciones. Pero si os gustó It, aquí ahondo en el personaje más abandonado, Georgie, quien tras ser asesinado por Pennysiwe se aventura cual pirata de un solo brazo al cosmos de Lovecraft, para ayudar a su hermano Bill y tener el duelo final con la verdadera forma y nombre del payaso. Me emocionó escribirlo, lo reconozco.

Cuando la Tierra prueba la Sangre, por David P. Yuste: se nos narra, con los códigos y cadencias habituales de este autor y a través de una confesión, el terrible pasado del protagonista, cuando se mudó con toda su familia a lo rural para renacer, trabajando sus terrenos adquiridos, que resultaron poco productivos, parcos en fruto. Perdiendo una apuesta a la que habían confiado su suerte y destino. Todo ello hasta que un pacto y un espantapájaros provocan que las tierras medren a través de la sangre y los sacrificios consentidos. Bien contado, estructurado y ejecutado, sin mácula.

En resumen y conclusión.

Ya estamos acostumbrados al garante de calidad en cada nuevo número de Círculo de Lovecraft, vaya orientado al autor de prestigio que toque. Y solemos disfrutar de un grupo de escritores ya habituales que repiten, y jugosas nuevas incorporaciones que se van sucediendo para revelarnos siempre interesantes voces que añadir a la cultura de la literatura de terror, en formato de cuentos, en este caso. Y el número dedicado al Rey no iba a ser menos.

He disfrutado de los textos, buscado y encontrado la mayoría de guiños, cameos, incursiones, homenajes y paralelismos. Y he viajado a esos mundos de King, rememorando su reconocible estilo sin la renuncia de los que suscriben cada relato a manifestarse como entidades creativas propias.

Otro éxito. Y debo felicitar a los gestores de Círculo, recordando que esta es solo la primera parte y que, como persona enterada de muchos secretos, sé de buena tinta que la segunda estará a la misma altura.

Venid. Leed. Pasad miedo. Este es vuestro hogar, vuestra mansión encantada, vuestra torre oscura. Adelante. Invitados estáis.

Pd: me resultan curiosas las obras que ha elegido cada cual para mencionar, representar y referenciar al genio de Maine, y me hubiere gustado un mínimo “por qué” y “qué os sugieren, qué os llamó de esa obra concreta” en forma de “cómo se hizo”. Sugerencia.

Pd II: con cariño, y sin querer faltar al respeto, ¿debería poner una inicial enigmática con punto entre mi nombre y apellidos? ¿Román W. Sanz?

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