La caja de Pandora: Mar de la tranquilidad

por Lorena Escobar de la Cruz

Los primeros astrónomos que comenzaron a estudiar nuestro idealizado satélite confundieron, cosa lógica, las regiones más oscuras que se podían ver a simple vista con océanos, mares como los que tenemos en la Tierra. Bastante es que con los medios que tenían entonces lograran siquiera localizar la luna en el cielo, así que pensándose que tenía más playas que el Caribe, comenzaron a poner nombres a diestro y siniestro, a cada cual más poético y significativo. Si alguien quiere ver alguno, solo tiene que poner en el google “mares de la luna”, que tampoco os lo vamos a dar todo hecho.

El caso es que en uno de ellos, concretamente el llamado “Mar de la tranquilidad” (Mare Serenitatis, hay que ver lo que se ha perdido sin el latín) alunizó el 20 de julio del 69 el Apolo 11 (o eso cuenta la historia, que aquí es donde nacieron los primeros negacionistas) dando ese paso para el hombre que bla, bla, bla… ¿Qué tiene que ver todo esto para hacer la reseña de una serie? Nada, pero es que me apetecía un montón contarlo. Y para aclarar el origen del nombre, que no va a ser todo buscar en Wikipedia.

La serie coreana que Netflix estrenó la pasada Nochebuena toma prestado su título de este mar tan emblemático y, desde luego, si algo tiene, es que es muuuuy tranquila. Pocas producciones le han hecho tanto honor al nombre con el que se presentan. De un infarto no nos vamos a morir viéndola, eso desde luego. Tiene otros atractivos… pero la celeridad precisamente no está entre ellos. 

Consta de ocho capítulos y está dirigida por Choi Hang-Yong. Nos relata una distopía no muy lejana en la que la Tierra se ha quedado sin agua y la humanidad está a punto de extinguirse (oh, ¡sorpresa!). A los coreanos también les gusta cargarse el mundo, no es terreno acotado exclusivamente de los americanos. Lo cierto es que en este caso está narrado de una forma tan natural que resulta angustiosa: nada parece inverosímil en el escenario planteado. De modo que hace falta un plan para salvar a la especie humana (vete tú a saber por qué) y aquí es donde viene el gran aviso de la serie: es lenta. Muy lenta. No esperes ver escenas de acción, al Capitán América trayendo un océano de algún planeta desconocido o sobresaltos que te hagan pegar el brinco en el sofá. No hay un terror visceral: este mar de la tranquilidad se sirve despacio, como llegan la olas a la orilla. Y, aunque pueda considerarse un punto débil… creo que ahí es justo donde radica la gracia de la serie. 

Pero sigamos: hay que salvar a los hombres, mujeres y niños, a los perritos y las plantas y a todo bicho viviente que está amenazado. Se decide enviar una misión al espacio, que tiene como objetivo recoger una extraña y enigmática muestra (oh, sí, siempre hay una muestra) que se encuentra en una base situada en el Mar de la Tranquilidad, y en la que cinco años antes un puñado de científicos perdieron la vida en extrañas circunstancias (ellos sí que dieron un gran paso para el hombre, sin duda). Esta misión lo tiene chupado: aparcar un rato en la luna con los emergencias, entrar en la base fantasma (oh, sí, siempre hay una base fantasma) y recoger la muestra que, supuestamente, es radiactiva. No parece nada complicado, pero hay que tener en cuenta unos pequeños detalles: los miembros de la misión tienen un importante factor emocional: el capitán Han Yoon-jae (interpretado por el actor Gong Yoo, y otro de los aciertos de la producción) necesita aumentar la cuota de agua —que se reparte en función del estatus social— para su hija enferma, y la astrobióloga (por Dios, quién no ha querido ser astrobiólogo alguna vez) Song Ji-ah (interpretado por la famosa actriz Doona Bae) necesita saber qué ocurrió en la base cinco años atrás, sobre todo porque su hermana formaba parte del grupo de científicos muertos. Esto unido a que llegan liándola parda, con accidente incluido y el regalo de un cadáver nada más entrar en la base… ya tenemos el misterio servido. Servido en una bandeja de acero gris con todos los matices que puede tener este color. He aquí el punto fuerte de la serie. Es un orgasmo visual. Una maravilla de puesta en escena, que hace que olvidemos los devaneos de un guion (Park Eun-kyo tiene la culpa) que en ocasiones roza lo absurdo. Hace que olvidemos que una supuesta serie de terror no da miedo, a lo que ayudan las interpretaciones de los dos principales protagonistas (el resto… bien podría haberse quedado en el parking) y que la previsibilidad de la serie es otro personaje más. 

En resumen, esta melodía visual es recomendable que no imprescindible. ¿Tendrá segunda parte? Puede ser, porque la trama lo admite. Sinceramente creo que cuando la serie baje de la luna perderá todo su encanto. Porque precisamente la magia de Mar de la Tranquilidad está en esa conjugación de los dos temores y amores más ancestrales del ser humano: el océano y el universo. Diría que incluso existe cierta poesía estética en este planteamiento, aunque yo digo muchas tonterías, no me lo tengáis en cuenta. Lo cierto es que la serie deja una reflexión final: el desastre que estamos haciendo con nuestro planeta y hasta dónde estaríamos, moral y físicamente, dispuestos a llegar para salvar a los nuestros y a la gente que no conocemos. 

Mar de la tranquilidad no da miedo, pero lo que cuenta… ya lo hace por ella. 

3 comentarios

vicente enero 21, 2022 - 11:01 am

Buen estreno!

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C.G. Demian enero 22, 2022 - 8:22 pm

Sería un puntazo que encontraran un monolito en la Luna. Tu ya has encontrado el tuyo. Bienvenida al interior de la roca

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Morrigang enero 21, 2022 - 11:16 am

Me la apunto, a ver si puedo verla antes del Apocalipsis.

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