Ritual Román 108: Malaventura

por Román Sanz Mouta

Título: Malaventura

Autor: Fernando Navarro

Editorial: Impedimenta

Nº páginas: 192

Género: Costumbrismo bandolero y surrealismo mágico

Precio: 20€

Los héroes y los villanos se desdibujan en Malaventura, una suerte de neorromancero ambientado en una Andalucía desesperada y remota, a la vez que irreal y auténtica, mítica y salvaje, llena de personajes extremos: quinquis, hechiceras, cazadores, demonios que se desplazan por las ondas de la radio, mercenarios de buen corazón o niños que maldicen a todo un pueblo. Una mujer barbera atrapada en una reyerta. El cruel linchamiento de un legendario bandolero. Una misteriosa matanza en una fonda en la que el único testigo es un burrico. El amor imposible entre una vidente y un forajido. Una inundación que sigue su curso llevándose por delante todo lo que encuentra a su paso o la inesperada visita de los fantasmas del pasado que buscan ajustar cuentas con un violento guardia civil.

 

RITUAL

Llego a Malaventura con ganas curiosas, siendo Impedimenta una garantía de calidad, con voces mezcla de nuevas y contrastadas. Y este es un compendio diferente, pues aborda una época (amplia, más de lo que parece) poco tocada por la literatura. El Sur, esos desiertos donde rodajes de clásicos del Western se sucedieron, esos pueblos pequeños con sus propias leyes e idiosincrasias, ya una España vaciada con personajes representativos sin delimitar el límite del bien y del mal, difuminado entre los intereses, el orgullo, la venganza, el deseo, la bondad o el crimen. Todo trasladado a bandoleros y malajes de sangre caliente. Tiene diversos matices la antología, pero antes de abordar las sensaciones generales, desglosemos un poco sus quince cuentos.

Yace el cuerpo de un hombre enamorado: asistimos a la historia de El Morato, forajido al sur de Hispania, narrada por un criajo. Desventuras en un lenguaje claro y antiguo de la zona con deje (lo que será una constante). Así conocemos su amor clandestino con la maestra, y cómo de tanta vendetta y tan pendenciero acabó por cruzar con quien no debía, y los hijos de ese potentado vinieron a reclamar justicia de sangre, llevándoselo todo por delante. Un relato interesante que se desbroza a través de la voz de niño por un largo recorrido temporal, aunque me deje dudas la función del narrador, porque desde su edad, una cosa es opinar sobre rumores de una leyenda que pudo conocer, y otra contar hechos que no vio ni vivió. Pero funciona como buena introducción y sello de marca de lo que devendrá a continuación.  

 

Mi hijo llevará el nombre de mi padre: despierta el relato con la contemplación de un hombre que permanece colgado durante la infinidad de días que suponen esas condiciones, ese desamparo de soga. Cuando consiga liberarse, si lo consigue, se promete una venganza junto con los motivos para ella. Narrador de primera persona y cuento breve, mezcla aquí sí del Far West con las características propias y de época del sur de la península. Buena fusión.

 

Fui piedra: un cuento infantil y atemporal. Cómo los pocos niños que quedan tras el incendio del colegio acuden al cementerio para reverenciar a otro niño y compañero muy especial, que en su momento murió de fame. Sobre el que sospechan puede estar provocando la maldición que asola su villa. Lenguaje característico, quizá algo elevado para un crío, pero texto breve de muy buen gusto sobre actos, consecuencias, y esos pequeños que se hacen preguntas sobre el cómo y el por qué, y que además intentan solucionarlo con su inventiva y mínimos miedos.

 

Del mismito color que el vino: tenemos a un malaje, un estafador, un hombre que solo sabe hacer mal a los demás y que ya desde pequeño solo quería hacer mal a los demás. Nos cuenta en primera persona esas malicias; cómo mata, cómo provoca dolor con gusto, cómo ni tan siquiera respeta a sus contratadores. Está encaprichado de una niña que conoció de niña y ya es mujer. Única heredera de un potentado. Enrevesado relato con mismo tono y misma voz que los anteriores, que invita a desvelar sus verdades y mentiras para saber qué pasó al final entre él, esa niña mujer, y sus empleadores, a partir del momento en que metió el cuchillo a quien quería y no debía. Debo decir que aquí esa mención a los aviones disturba el relato, fuera de tiempo y de lugar, rompiendo la atmósfera cuasi mágica.

 

Yo he visto a un niño llorar: hemos avanzado en el tiempo más allá de bandoleros, pues el personaje es otro que también sucumbe a sus caprichos. Y nos cuenta desde el futuro la historia familiar, sus penares tras un trágico accidente y las consecuencias que devino; el antes, y el ahora del después. Aprenderemos por qué merece la pena llorar con esa misma voz que parecen compartir los diferentes protagonistas o trovadores, pero que llega.

 

Martinete: un escueto poema arrítmico sobre la maldición de la sangre.

 

Por las trenzas de tu pelo: cambia la narración en forma y fondo, pues un niño busca a una joven extraviada, una joven hermosa y admirada de quien se dice que yacía con el cura, lo cual a los hombres les parece bien y a las mujeres horrendo (clases y géneros del antaño y del ahora). A través de esa búsqueda donde se la da por comida por lobos en lo profundo del bosque, se nos desafía a desentrañar el misterio de quién o qué la mató, en caso de estar muerta, sumado a las vivencias del muchacho y cómo da el paso entre niñez y adolescencia en lo que dura esa noche.

 

De aquella campana triste: la problemática de los pueblos vaciados, de esta península vacía y hueca con un pueblo que no se debió construir, en pretérito, por situarse en una zona que será anegada por las aguas más temprano que tarde. Los habitantes deben mudarse a otro pueblo hipotético que deberán labrar con sus manos y que quizá hagan suyo y quizá no. En la sensibilidad de este texto se mezclan las historias de clases y castas, porque no todes se mudan igual, y lo dejan todo atrás o cargan con una vida de recuerdos y posesiones en los diferentes carros. Crítica para aquel entonces y para este ahora muy válida y conseguida.

 

Retrato de un cazaor: se nos desglosa en primera persona todo lo relacionado con un retrato dentro de una familia llena de pistolas y trabucos. Una vez más ahondamos en esos cazadores a sueldo (criminales también) que ejecutan a gente peligrosa por mando de enemigos ricos, poco dispuestos luego a pagarles la cuenta. Metafórico, sin duda.

 

La Jacoba, que leía el futuro: asistimos afectados a cómo esta mujer, una adivina a quien recurren los del pueblo cuando nada más funciona, ya sea a por presagio o a por sanación o a por buenos consejos, cuando te falla la ley y te falla la religión. Esta Jacoba está apenada, destrozada, cantando letanías de maldiciones. Una historia de amor donde también vemos la vida de Gabriel el cojo, que no es cojo, y sus malquehaceres como buen malaje, pues va dando tumbos sin que nada importe hasta que algo importa. Repito, una historia de amor allá por 1960, entre lo antiguo y la modernidad, con apesadumbrado costumbrismo rural centrado en el delito de buscarse la vida. Este cuento, excelso, nos dice cuanto debemos saber de la antología.

 

Un burrico: un pueblo abandonado, devastado, deshilachado. Desde ese lugar trenzamos el hilo de la historia tras los ojos del burro, tierra vaciada de civilización por algún desastre real, una pérdida que muestra la crueldad de los humanos, que pasó de la invocación a la venganza cuando esa niña mujer fue arrasada por la violencia. Y todos callan, culpables todos, quienes lo hicieron, quienes no lo impidieron y quienes han seguido mudos. La invocación cobra venganza por la niña-mujer, vaya cómo lo hace. Notable, alcanza el corazón, y muestra que la progresión de la antología toca techo en estos textos finales, elevando su nivel.

 

La navaja oxidá: la mujer barbera, una mujer ejerciendo la profesión de un hombre. Inaudito. Mal visto. Una mujer ejerciendo cualquier profesión es anomalía. Y mientras un niño sueña con tener bigote para ser afeitado por tamaña musa, otros adultos pugnan por sus cariños de mala manera, purgando vidas inocentes si fuere necesario. Aquí se refleja bien (y se podría haber ahondado más) lo frágil que eres al exponer tu cuello, garganta, gaznate, al filo de la cuchilla de otro u otra, y lo haces por gusto, sensación incomparable. Siendo más profundo, se retrata una época donde el hombre creía que todo era suyo y todo podía reclamarlo por buenas o malas.

 

De tomillo y castañas: dos primos en una cerrada comunidad cañí, quienes ocultan la relación que tienen por incestuosa a ojos de todos sus parientes. Unos balazos marcan la diferencia, y es entonces cuando surge la revancha, esa venganza llena de dolor y pena por quien se sigue muriendo, y por quien no quiere vivir sin quien se sigue muriendo. Hermoso y triste.

 

Bisonte: Silverio, un guardia civil cabrón como pocos, con sus prejuicios para gitanos y moros. Un guardia civil que se enfrenta y los ha aplastado a todos. Un guardia civil que odia tanto como ama a esa niña de ojos azules, y para quien la violencia es su sino. Pero ese guardia civil, prepotente con su tricornio, verá que todo el mal que haces acaba por volverte, y quizá de la manera más inesperada, la que puede destrozarte con sus garras, la que llega desde lo más profundo. Visceral, intenso, provocador, te traslada, te contagia este cuento la rabia.

 

The night they drove old Dixie down: un precioso homenaje; el niño que va al cine para ver las películas donde sale como figurante su padre, reconocible por el su bigotón característico, con papeles en los que no encaja y que siempre muere pronto. Así se narra cómo la gran industria del cine vino a rodar en los desiertos del sur de España. Anécdotas, detalles, las ambiciones de ese padre que fue artista y fue de todo antes de ser nada y ser alcohol, y el niño que continúa acudiendo al cine a verle con la ilusión primeriza. Bello cierre que deja buen sabor de boca, rematando estos últimos textos tan demoledores.

Tengo sensaciones encontradas con Malaventura, pues gustándome esta apuesta con idiosincrasia muy preclara, creo que abarca un arco temporal demasiado amplio, que los narradores (siempre masculinos), en primera o tercera persona (cuasi igual de cruda la visión de adultos e infantes), son muy similares (al igual que algunas de las historias y sus motivaciones), y que ciertos elementos te sacan del ambiente de seudo western, aunque sea en la piel de toro, como una radio, una furgoneta o un avión. Quizá sea por las expectativas, casi seguro, o por gusto personal, o por esa ruptura de ambientación y tiempo. Aunque se escenifique una atmósfera subyugante, y esos suspiros vitales, siempre con desgracias, se muestren poderosos a la par de funestos, gustándome la visceralidad en la manera de contar y en el cómo se narra, con una pizca de mística y misterio agradecido.

La antología tiene frases, párrafos y expresiones notables, amparadas en ese dialecto antiguo, de casta pobre, callejera. Y es verdad que mejora mucho en la recta final con los relatos postreros, aunque se mantenga tono y lenguaje. Trágico costumbrismo rural, suciorrealismo mágico de la España que se fue vaciando y solo quedaban los que no podían marcharse y lo que no tenían otro lugar adonde ir, ya expulsados de la vida y malos por gusto o necesidad impuesta. De los pequeños problemas que son muy grandes, de cómo afrontas el crimen y la violencia y el castigo y las consecuencias, sea por deseo, por amor, por venganza, por justicia…

Relatos logrados de tono intenso, compendio de años de miseria o escenas consecuencia de actos nefandos y truculentos en un mundo que ha quedado atrás e incapaz de evolucionar, porque es la tragedia la que reina en esta compilación, por medio de la descripción de los estados de ánimo, sobre todo el deseo o la ira, junto con la atmósfera que se contagia de esa rabia y tristeza, cercenando casi toda esperanza.

En resumen, una muestra de picaresca oscura y crimen rural narrado desde sus mismas entrañas con conocimiento y pulso firme, por voz y por hechos. Merece la pena, sabiendo dónde te adentras.

Pd: ciertos cuentos de la antología se quedan contigo, de una era que resulta a la vez muy lejana y terriblemente cercana e íntima.  

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