Tras las dos primeras entregas, (Una palabra mortal y Un deseo limitado), regresamos con el tercer y último volumen de la saga Impossible Times, protagonizada por Nick Hayes. Si en la primera parte veíamos a un crío rolero que soñaba con los viajes en el tiempo, y que se hacen realidad por el advenimiento de un yo futuro para ayudar al Nick presente, infante y con cáncer, y en la segunda indagamos sobre familias futuras interrelaciones con su amor; Mía, y la codependencia con sus profesores y su mecenas y peor enemigo, en esta tercera se cierra el círculo. Llegando hasta el principio de la primera novela, o esa es la intención y eso intuimos. Alfa y omega. El clímax de la entrega iniciática donde todo estalló.

Nick, ya adulto, con Mía como pareja estable, se ha convertido en Demus, y se acerca la hora final, donde deberá regresar y afrontar su destino. Para ello, y en lucha contra el mecenas, han preparado una serie de planes, dentro de su propia empresa, ya millonario, para allanarse el camino y salir airoso. Pero su intervención, su genio y la empatía de Mía, pueden no resultar suficientes, mientras vemos a dos tiempos cómo pasa esos años finales con sus amigos, roleando en la aventura definitiva, que tiene excesivos paralelismos con la realidad, y se hará ver con el paso de las páginas.

Esa sería una sinopsis sin revelar nada. Sensaciones… la primera novela era potente y poderosa, mezcla de ciencia ficción y rol de fantasía, con pizcas de oscurantismo. Asequible además en su lectura, ya que los conceptos de tecnología son viables para los lectores; plausibles. Pero la segunda se denotaba algo forzada, como parte de otra novela, un subargumento, ya sabemos lo duro que supone nacer como la parte intermedia de una antología. Y esta tercera ofrece lo que prometía y promete, regalando un desenlace al gusto del lector o lectora que ha seguido con cariño el devenir de Nick y Demus y Mía y compañía, buenos y malos, genios y villanos, magos o ladrones y paladines. Aunque echo de menos algo más de rol en esta parte, ya que es marca de esta saga, su factor diferencial.  

Aquí, tras las peripecias de juventud, se ahonda en la llegada a la madurez, las responsabilidades y consecuencias, el destino de Nick-Nexus. Deben cumplir su cuasi profética acción que acabará con su vida. Sigue los pasos por él mismo marcados desde el pasado, pasados borrados y recuperados en su mente. Mía su faro, su guía, su apoyo. Lejos de la ciencia y sin embargo cerca.

Como novela, es complicado leerla sola, pues resulta codependiente de la primera, que no de la segunda. Aunque los villanos no tienen acción y cobran relevancia por ligeros momentos, y pronto en la trama pierden el protagonismo para dejar paso a la lucha de Nick contra sí mismo, contra el tiempo, pretérito y presente, contra lo que tiene que hacer y lo que podría no hacer. Eso, y sus amigos, parte vital de la trama, compañía rolera y leal que está de su lado para bien o para peor. Una carrera que ni siquiera el tiempo puede frenar, pues no existe, solo fluye y se ramifica infinitamente. ¿Quiere eso Nick?

Bucles, paradojas, acontinuidad lineotemporal, diversas realidades. Uroboros; el círculo se cierra,

En resumen, sobre la novela, continuación de la saga, cierre adecuado, lectura ligera, ciencia y fantasía, el afrontar de aquello que no nos gustaría que pasase, el definir nuestro yo y nuestro valor dentro de un argumento saltarín. Los personajes son empáticos, la atmósfera trasciende mucho más cuando están en el rol o en esas cavernas bajo el castillo, y la historia se define como coherente; anexionada a esa primera entrega de la que resulta indisoluta. En el total de la saga, me quedo con primera y tercera, con un notable. Buenas sensaciones, un autor al que volveré.

Pd: el viaje en el tiempo cada vez está más cerca, hazme caso. Sé coses…