Llevo unos días algo complicados. Eso sí, alejado de cualquier realidad infestada de monstruos, huevos espaciales, ciudades enterradas o calamares gigantes con sed de sangre. Lo mío es un terror moderno: hijo con virus, intolerancia a la lactosa —que deriva en visita urgente al baño—, una borrachera a los 44 e ir a sacarle sangre al hijo con virus. Ahora lo entendéis, ¿verdad? No tengo papeletas para ser más publicable que Álvaro Aparicio. No soy serio, llevo camisetas y paso de afeitarme o arreglarme la barba. Y ahora voy al grano, que si no me vais a empezar a odiar, o lo que es peor, vais a creer que no me cae bien este autor, cuando es mentira.

A propósito de Lovecraft consta de seis relatos basados en la cosmogonía clásica del maldito y enfermizo autor de Providence. No hace falta decir que los mitos del innombrable son el eje principal de la trama —no obstante, aviso—. Lo más destacable es que el Sr. Aparicio nos propone un viaje a través del tiempo y en espacios muy distintos. Me explico, cada historia está ubicada en un año y lugar determinados, lo cual obliga al escritor a ir adaptando el estilo, la forma y parte del contenido —muy logrado, por cierto—. El ritmo es lento, igual que ocurre con los clásicos. Perfila un horizonte y, con paciencia y buen hacer, lo va mostrando hasta que lo tenemos delante. Garantizo oscuridad y terror sostenido. Si sois novatos en estas ligas, acabaréis comprando todo lo que veáis de Lovecraft y pillando alcohol en cantidades industriales.

Aunque es difícil dar una vuelta de tuerca a los mitos sin destrozar la historia de los mismos, en este caso lo consigue —en cierto modo—. Es como a la gente que no le gusta el rock y consideran que Metallica y Slayer son la misma cosa. Existen muchos matices y segmentos y utilización de las bases o clichés del terror que hacen de esta obra algo diferente comparada con el resto de autores modernos inspirados en Lovecraft. Eso sí, aviso, no pienses que vas a encontrar algo muy distinto de lo que nos mostraron los coetáneos lovecraftianos, el famoso círculo de escritores que rondó los mismos parajes y se envenenó a punta de aguijón cósmico —esto dice mucho en favor de Álvaro—. Creo que todo aquello que envuelve a Lovecraft acaba intoxicado por esa esencia maldita, oscura y enfermiza, y si lo pisas e intentas crear a partir de ahí, acabas manchado de barro y te empiezas a transformar en algo que no quieres. Es evidente que Álvaro no intenta ser otra persona, ni otro escritor. Se nota su admiración, la misma que podemos tener todos, por aquel pionero que inventó un mundo tétrico marcado por la desgracia y el horror de unos bichos —civilización ancestral— que pobló el planeta milenios atrás.

En resumen.

Si tienes medio mueble repleto de títulos marcados por la «h» y la «t» y sabes perfectamente pronunciarlo, seguramente este título te apasione. Por el contrario, si eres de esos lectores que vives una evolución y dejaste atrás el pasado, es probable que no te sientas atraído por A propósito de Lovecraft. En mi caso, como analista literario, quiero y debo seguir esta senda, y lo cierto es que me alegro mucho de haber leído este compendio de relatos —muy a tener en cuenta—. Si Álvaro hubiese nacido un siglo atrás ya sería un escritor de culto. Y hasta aquí puedo leer. Espero haber servido de ayuda.

Detalle: intrahistoria: metahistoria

Para mí ha sido muy difícil afrontar esta reseña, un reto personal. Debido a mis gustos y pasión por la modernidad, la literatura experimental, el weird, la sátira, la sangre, el realismo sucio y el terror explosivo, no soy el más adecuado para hablar de esta obra disfrazada de clásico. Cada frase está construida de un modo impecable, rozando cierta perfección de la que suelo alejarme. El autor no se intenta salir del camino ni inventar una senda alternativa. No es satírica o crítica.

Me ha entretenido y he aprendido, lo cual cubre las expectativas de una obra de ficción. Es lo que es, ya de por sí grande en esencia —entiéndase—. Somos lo que somos y tenemos lo que tenemos. Debéis comprarla y tirar a la basura infinidad de mierda que quiere homenajear a Lovecraft y no le llega al Sr. Aparicio ni a la suela de los zapatos. Así es como pienso, ya podéis cogerme manía.