Imagina que has viajado en el tiempo y el espacio. Estás en la linde de un bosque, en algún lugar de Europa Central, hace tal vez mil años. Delante de ti, caminando hacia ese bosque, una niña, casi una mujer. Su capa es roja y la remata una capucha del mismo color que le cubre la cabeza. Lleva en la mano una cesta, y sabes que va a cruzar la foresta para llegar a casa de su abuela y llevarle comida. ¿Te acercarás a ella, advirtiéndola de lo que va a ocurrirle con el lobo, el cazador, la abuela… o dejarás que siga adelante y asistirás al nacimiento de la leyenda?

Ese es el momento en el que nos encontramos al leer Vrësno. No en la historia de Caperucita, desde luego, sino en el oscuro instante en que se crea una leyenda.

Carolina Sarmiento teje en su novela un nuevo mito, un relato con mucho de tenebroso y con elementos oscuros, casi obsesivos, y lo hace de manera magistral. Tuve la suerte de presentar Vrësno en la Feria del Libro de Medina del Campo y charlar con su autora, conociendo así de primera mano el proceso de creación de esta obra. Como lector la he disfrutado. Como escritor, tengo envidia de quien es capaz de escribir así.

La narradora es Stanis, una cantante de fama que nos cuenta, en forma de confesión, buena parte de su infancia, su relación con sus padres y la vida de la familia en un viaje hacia la misteriosa localidad de Vrësno, una aldea perdida, casi olvidada, en lo alto de la montaña. La madre de Stanis está obsesionada con escribir una novela que imite la obra de su autor favorito, del que proviene el nombre de la niña. Nada importa más que ese proyecto, nada hay más allá.

El padre buscará la forma de apoyarla en su obsesión, aliado y cómplice, tratando de mantener a la familia unida, lo que motiva que la familia inicie su periplo de años hacia Vrësno. En todo momento esta localidad es su, nuestra, Ítaca, nuestra Ciudad Esmeralda, nuestra Montaña del Destino. Nuestra Torre Oscura.

Quizá les parezca atrevido que hable así del final del viaje, comparándolo con la meta mágica de grandes obras literarias, pero al leer la novela estarán de acuerdo conmigo. Sarmiento dota a Vrësno de un misticismo puro, un aire de leyenda logrado y coherente, y lo hace desde una voz única y especial, ya que Stanis no está contando un cuento ni una historia engrandecida por la épica, sino su propia experiencia vital.

Partiendo de Méligo, ciudad costera, abierta y viva, la familia irá encerrándose, aislándose, en varias poblaciones de montaña. Escalas cada vez más solitarias, casi opresivas, en el viaje a Vrësno. La madre necesita ese aislamiento para llevar adelante su plan, su obsesión de creadora. El padre busca un equilibrio para mantener unida a la familia, su propia obsesión. Stanis, una niña en etapa de crecimiento, será a veces compañera y a veces equipaje de sus padres, buscando su propia identidad, tratando de comprender la de ellos mientras crece.

Mientras Vrësno espera.

Poco a poco sabremos que el pueblo está habitado por una familia peculiar, sobre la que Carolina Sarmiento dosifica la información recibida por el lector consiguiendo intrigarnos cada vez más. ¿Son importantes en la trama o una anécdota?¿Tienen un papel en el logro de las obsesiones de los personajes?¿Por qué parece Stanis hablarnos de ellos en voz baja, como se habla del monstruo del armario?

Bien, dejaré que ella se lo cuente cuando lean el libro.

Si la literatura es la voz de su madre y la cohesión familiar la de su padre, la voz de Stanis será la música. Una guitarra, un camino para hablar de lo que le preocupa, quizá de defenderse del creciente aislamiento o quizá de aislarse en su propio mundo, dentro del que sus padres están creando. Una musicalidad que, en palabras de la propia autora, nos remite a cantantes malditos como Nick Drake o Nacho Vegas. Lenguajes diferentes entre tres personajes condenados a incomunicarse.

En algún momento de su pubertad, Stanis sale de ese triángulo. La música será su camino de salida, llegando a convertirla en una persona famosa, una artista reconocida y admirada que sin embargo llevará dentro, en ese lugar profundo que nadie ve y que llamamos alma o memoria, toda la soledad vivida, toda la incomprensión y el peso de obsesiones propias y ajenas.
Mantener ese peso vital es imposible a largo plazo, por lo que resulta coherente que, tras años sin saber de sus padres, Stanis emprenda su búsqueda. Dosificando de nuevo con talento y coherencia la información, Sarmiento mantendrá tensos los leves hilos que comunican a Stanis con su familia. Sabremos algo de si la madre logró escribir su obra soñada, de si el padre pudo construir el entorno familiar deseado, de cómo vivieron ambos el éxito social de su hija. Y algo de su vida en Vrësno, de las experiencias de Stanis allí antes de tomar su propio camino. De las peculiaridades del lugar.

Quizá lleguemos a saber mucho más de lo que queríamos.

No puedo terminar este viaje por el suspense, por el origen de la leyenda, sin felicitar a la editorial Pez de Plata por el mimo de esta edición. Marcapáginas y una postal que nos muestra el mapa imaginado por la autora acompañan cada ejemplar, permitiendo que esta geografía inventada tome cuerpo, convirtiéndola en algo real.

Vrësno es por tanto un viaje intenso, oscuro y adictivo por la obsesión, un homenaje a esas leyendas que nos han llegado desde los tiempos de érase una vez y los reinos muy lejanos, una reflexión sobre la familia que  nos forma y a la que formamos. Un relato ténebre y a veces terrible, de esos que dejan poso en el lector.