He titulado este desvarío mío hoy ex cathedra, para empezar porque estoy sentado en una silla, y eso es lo que significa precisamente cathedra: silla. Pero esta silla proverbial mía no es una silla cualquiera de plástico barato, con publicidad cervecera detrás, ni una banquetilla de playa, no: este es mi trono, bajo el dolmen.
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