El centinela: El día en que desapareció Agatha Christie

por C. G. Demian

LOS HECHOS

Era 3 de diciembre de 1926 cuando la escritora Agatha Christie desapareció de su casa de Berkshire sin dejar rastro. Parecía el argumento de una de sus novelas. Todo comenzó un poco después de las nueve y media de la noche. Agatha abandonó su sillón para subir a la primera planta de su casa, donde dormía su hija. Besó a Rosalinda —de siete años— y bajó las escaleras. A continuación, salió de la casa para ponerse al volante de su Morris Cowley y desaparecer en la oscuridad de la noche.

En aquella época, Agatha Christie ya era una celebridad y su desaparición fue todo un acontecimiento. La policía desplegó el mayor dispositivo de búsqueda conocido hasta el momento, con más de mil agentes asignados al caso. Además, cientos de ciudadanos colaboraron de forma desinteresada, incluso se utilizaron avionetas para el rastreo. Sin embargo, las colaboraciones más llamativas fueron las de los afamados escritores Sir Arthur Conan Doyle y Dorothy L. Sayers, ambos novelistas de misterio.

La policía no tardó en encontrar el vehículo de Agatha, abandonado en un terraplén  en Newlands Corner, cerca de Guilford. No obstante, no había ni rastro de la escritora, ni indicio que sugiriera qué había sucedido con ella.

 

LA BÚSQUEDA

Los primeros días tras la desaparición transcurrieron sin que se hallara ninguna prueba al respecto, lo cual propició que la prensa comenzara a especular sobre el caso y a elaborar teorías acerca del incidente.

Cerca del lugar en donde apareció el vehículo de Agatha Christie, había un manantial natural conocido como el Estanque Silencioso, donde, supuestamente, habrían muerto dos niños. Algunos periodistas se aventuraron a sugerir que la escritora se habría ahogado deliberadamente en el estanque. Alguien dijo que la desaparición no era más que un truco publicitario, un ingenioso modo de publicitar su próxima novela. Otros pergeñaron sucesos más macabros. Hubo rumores de que había sido asesinada por su marido, un ex piloto de la Primera Guerra Mundial y mujeriego llamado Archie Christie.

Después de tres días de búsqueda, la policía la suspendió. Dijeron que el cuñado de Christie había recibido una carta de la escritora, explicándole que iba a un balneario de Yorkshire «para descansar y tratarse». La policía, aparentemente no convencida por la carta, amplió su búsqueda, llevando incluso a una de las mascotas de Christie al lugar de los hechos para ver si podía rastrear el olor de su dueña. El perro se limitó a «gemir lastimosamente».

Arthur Conan Doyle, quien por aquella época se había convertido en un experto ocultista, intentó usar poderes paranormales para resolver el misterio. Utilizó uno de los guantes de Christie para celebrar una sesión de espiritismo con la esperanza de encontrar alguna respuesta. No fue así. Dorothy Sayers visitó la escena de la desaparición en busca de pruebas que hubieran pasado desapercibidas a la policía, pero cualquier intento fue inútil. Fuera quien fuera el responsable de la desaparición, le había ganado la partida a los dos genios del misterio.

El 11 de diciembre hubo una novedad importante. Christie había dejado tres cartas: una a su secretaria, otra a su cuñado y una tercera a su marido, que se negó a divulgar el contenido.

Al día siguiente, su secretaria personal negó airadamente que todo fuera un montaje publicitario: «Es ridículo. La Sra. Christie es demasiado dama para eso». La secretaria también entregó la nota que Christie había dejado para ella, alegando que solo contenía detalles de programación.

El día 14 de diciembre saltó la sorpresa, la policía recibió un aviso. Habían encontrado a Agatha Christie.

 

¿CASO CERRADO?

Para sorpresa de todos, la escritora se hallaba en perfecto estado de salud en un hotel situado en la ciudad de Harrogate. Harrogate era la cumbre de la elegancia en los años 20 y estaba llena de jóvenes a la moda. Agatha Christie no hizo nada para despertar sospechas, ya que participó en los bailes y actividades de Palm Court. Finalmente, fue reconocida por uno de los músicos de banjo del hotel, Bob Tappin, quien alertó a la policía. Esta avisó a su marido, el coronel Christie, que acudió a recoger a Agatha inmediatamente.

Pero su mujer no tenía prisa por marcharse. De hecho, le hizo esperar en el salón del hotel mientras se ponía el vestido de noche.

Cuando se le interrogó sobre lo sucedido, Christie fue incapaz de dar una explicación. No recordaba nada. La policía concluyó que había conducido hasta que estrelló su vehículo y que, a continuación, había viajado en tren hasta Harrogate. Al llegar allí habría buscado un hotel —The Swan Hydro— y se habría registrado bajo el nombre de Theresa Neele, la amante de su marido.

Su marido declaró que Agatha había sufrido una pérdida total de memoria como consecuencia del accidente de coche. Pero, según el biógrafo Andrew Norman, la novelista podría haber estado en lo que se conoce como un estado de «fuga» o, más técnicamente, un trance psicógeno. Se trata de un trastorno poco frecuente provocado por un traumatismo o una depresión.

Norman afirma que la adopción de una nueva personalidad —Theresa Neele—, y el hecho de no reconocerse en las fotografías de los periódicos eran signos de que había caído en una amnesia psicógena.

Pronto se recuperó por completo y volvió a tomar la pluma de escritora. Pero ya no estaba dispuesta a tolerar las aventuras de su marido: se divorció de él en 1928 y unos años más tarde se casó con el distinguido arqueólogo Sir Max Mallowan. Su ex marido también volvió a contraer matrimonio; la afortunada fue Theresa Neele.

La propia Christie solo habló públicamente del incidente en una ocasión, durante una entrevista que concedió en 1928 a The Daily Mail. Contó que el 3 de diciembre de 1926 había pasado en coche por una cantera cuando «… me vino a la mente la idea de conducir hacia ella. Sin embargo, como mi hija estaba conmigo en el coche, descarté la idea de inmediato. Esa noche me sentí terriblemente mal. Sentí que no podía seguir adelante. Salí de casa en un estado de gran tensión nerviosa con la intención de hacer algo desesperado. Cuando llegué a un punto de la carretera que creía que estaba cerca de la cantera, desvié el coche de la carretera colina abajo. Solté el volante y dejé que el coche corriera. El coche chocó con algo, sentí un tirón y se detuvo de repente. Salí despedida contra el volante y mi cabeza se golpeó contra algo. Hasta ese momento yo era la señora Christie».

A lo largo de los años se ha especulado mucho sobre lo que ocurrió en realidad. ¿Fue una venganza, una depresión o una amnesia? Un misterio tan indescifrable como los que la escritora proponía en sus novelas.

Tal es así que, en 1977, Kathleen Tynan escribió una novela titulada Agatha, que trata sobre este episodio, y que en 1979 sería llevada al cine con Vanessa Redgrave y Dustin Hoffman como protagonistas. En 2008, un episodio de Dr. Who especuló sobre la desaparición de la novelista. Más recientemente, un telefilm británico titulado Agatha y la verdad del crimen, ofreció una nueva teoría: Christie desapareció para participar en la investigación de un homicidio.

1 comentar

Vicente abril 5, 2021 - 6:53 pm

Menuda juerga se correría en esos días.

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