El terror (V)

por Daniel Aragonés

Tres cosas que debemos temer: una tormenta en el mar, la furia de un hombre bueno y una noche sin luna.

Seguro que muchas os habéis preguntado por las diferencias etimológicas entre Horror y Terror. Cuando hablamos del género referido al cine y la literatura se cataloga siempre como Terror, sin embargo existen subgéneros, y dentro de estos, otra decena de subdivisiones. Y así hasta el infinito.

Para sentar ciertas bases, empezaré por lo básico: 

Según el diccionario, el horror, en su primera acepción, se refiere a un sentimiento intenso causado por algo terrible y espantoso. En la segunda, como aversión profunda hacia alguien o algo. Y en la tercera lo define como atrocidad, monstruosidad, enormidad. Podemos interpretar que existe algo al otro lado que causa horror, y que también puede, en algunos casos, inyectar terror o miedo, pero no necesariamente.

El terror, al margen de hacer referencia al género —como ya he dicho—, se refiere al sentimiento de miedo o fobia en su expresión máxima. Si el miedo —y vuelvo a repetirme—, se especifica como esquema de supervivencia básica, asumimos que el terror hace su aparición estelar cuando el miedo sobrepasa los controles del cerebro y delimita el pensamiento racional. En muchos casos de gravedad puede producir una parálisis corporal completa, sudores fríos, ansiedad extrema, pánico y la muerte por paro cardíaco. Viene de latín terror, -ōris, un nombre que proviene del verbo terreo: temblar. En resumen: Terror se refiere a temblor. En su extenso contexto siempre hace referencia al miedo en su máximo esplendor y lo que este produce en nosotros.

Aclaración rápida:

Según el artículo Terror, perteneciente al Diccionario de la lengua española,​ el terror es un miedo muy intenso —insisto—, mientras que el horror es un sentimiento profundo causado por algo espantoso, relacionado o no con el miedo.

Y hasta aquí la chapa técnica, repetitiva, cargante y más necesaria de lo que pensamos en un primer momento, os lo puedo asegurar.

Después de tantos artículos metiendo datos psicológicos, históricos y técnicos, me apetece romper un poco el distendido monólogo, como suelo hacer de forma habitual, y exponer mi punto de vista, algo abstracto y surrealista, sobre todo esto —espero que sea entendido.

Llevo más de media vida leyendo realismo sucio, sátira salvaje y surrealismo. En estos estilos, y realizando selectas cribas, me he encontrado con pasajes absolutamente espeluznantes, sádicos y horribles, culpables de que ahora me encuentre en este rincón abandonado de la literatura, y donde me he aposentado de un modo cómodo. Yo soy el terror, y no lo digo en plan egocéntrico ni nada por el estilo. La oscuridad me persigue. Da igual lo que haga, todo mi ser está sumido en tinieblas. Tétrico es mi devenir, mis elecciones personales y las creaciones que deambulan por el mundo llevando mi nombre. Me lo dicen desde niño, tengo un aura lóbrega, una mirada tenebrosa. Soy el mal y no lo puedo evitar —jajaja.

Ahora lanzo un apunte relacionado con mi realidad actual: en este mismo instante me fijo en el número de palabras que llevo escrito y maldigo de mala manera. Ya no se me ocurre qué más decir en este artículo, lo cual es horrible, que no terrorífico, pues no produce ningún sentimiento de ahogo o miedo en mi corazón. Simplemente me deja con un sabor de boca amargo que muchos escritores sufrimos. El miedo a la página en  blanco o artículo medio vacío, una especie de horror vacui personal.

Esta divagación me lleva directo a una pregunta:

¿El autor de terror nace o se hace? Ya lo dije en no sé dónde, las etiquetas son tan espantosas que pueden convertir la vida de cualquier creador, divino o no, en pánico. Ese miedo a cubrir las expectativas de tu anterior trabajo, de entrar bien en un género u otro, bien sea subgénero, subdivisión o lo que mierda diga en un papel. A veces me gusta hablar de un vagabundo cuya vida es auténtica podredumbre, ¿acaso no es suficiente? ¿Es poco terrorífico no tener para comer, ni un techo que nos cubra cuando hace frío o llueve? ¿Quién pone las etiquetas?

Cuando empecé este ensayo —V— quería explicar las diferencias entre Terror y Horror, y así ha sido. Pero no lo he hecho para que ahora podamos catalogar las obras que leemos, sino para distinguir por nosotros mismos. En aquella oscuridad del primer artículo se oculta un horror tan descomunal que con el tiempo se ha transformado en terror, en algo que nos encoge el alma y hiela nuestros corazones. Más allá de los géneros literarios, del cine y de la propia vida.

¿A qué viene todo esto?

A veces leo cosas que parecen auténtica basura, que no me dan miedo, sino risa, pero ahí están, copando  las estanterías de grandes superficies, haciendo gala de los superventas que son. Hemos convertido lo hermoso de la malignidad en un escritorio para adolescentes que visten de rosa y usan LED de colores en sus habitaciones. Lo que ellos no saben es que la muerte está ahí para todos, nadie se salva.

Con esto me retiro por hoy.

 

Puedes encontrar todas las entregas de esta serie de artículos aquí: El Terror

5 comentarios

FRANKY abril 22, 2022 - 4:27 pm

Me has recordado hoy, además de a mí mismo, a Drácula.

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Daniel Aragonés abril 22, 2022 - 11:05 pm

El mal en su más pura esencia. Que no significa que sea malo, sino que está rodeado de terror.

Un honor conectar contigo.

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vicente abril 22, 2022 - 6:43 pm

Tan interesante como los anteriores artícuos. Aunque me siga haciendo la picha un lío para diferenciar horror de terror. No trates de explicarlo, ya lo has hecho, pero yo soy así de obtuso. Terrorífico.

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Daniel Aragonés abril 22, 2022 - 11:07 pm

No lo hago dos veces, tranquilo… Jajajajajajaja
Muchas gracias por conectar conmigo.

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Patricia Valkyria abril 25, 2022 - 1:05 am

Hasta el día de hoy(Domingo)me pude encontrar descansada lo suficiente,un plácido lugar donde recostarme y prepararme un buen café para leer y meditar en la parte 4 y 5…y no me decepcionaron!…muy interesantes los datos y sobre todo,su opinión personal…hoy he aprendido algo que no sabía!…👏👏👏😎👍

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