Introducción
A continuación se ofrece un cuento, No te morirás de sed, escrito por Bastian Muñoz Pérez, mi hijo, y como verán vuesas mercedes, casi que ya escribe mejor que yo. ¿Somos los nuevos King y Hill? Es muy probable, aunque underground, siempre underground. Después del relato soltaré una pequeña diatriba furibunda.
No te morirás de sed, de Bastian Muñoz Pérez
Un grupo de científicos, compuesto por personas de diversos países, pero todos expertos en nutrición y botánica, hacía pruebas en busca de una vacuna que ayudase a erradicar el problema del hambre en el mundo. Para ello estudiaban una planta que apenas necesita de agua para sobrevivir: el cactus. Si una persona, pensaron, de uno de aquellos países pobres que carecían casi por completo de agua potable, pudiese sobrevivir con tan poca cantidad de agua como ciertos tipos de cactus, entonces, se daría un paso muy importante en la lucha contra el hambre.
Los ensayos estaban bastante avanzados, pero todavía faltaba algo fundamental para terminar los experimentos: un voluntario para probar los efectos del vial.
Y aquí entra en escena nuestro protagonista: Bob Dirtycrow. Militar condecorado nacido en Manhattan, Estados Unidos, que en el tiempo en que nuestra historia tiene lugar se encontraba en la base militar de Viator, Almería, donde se llevaban a cabo estos experimentos (esta zona de España es prolífica en cactus). Bob estaba adiestrando soldados españoles en el uso del bazooka, en que él era un experto mundial reconocido; y en cuanto se enteró de la finalidad del experimento, no dudó en ofrecerse voluntario para que le administrasen la vacuna anti sed.
Pero algo salió mal…
Cuando acababan de inyectarle, Bob, mareado por los primeros efectos, derribó, sin querer, una probeta que contenía un volátil extremadamente tóxico. Dirtycrow se desmalló.
Al despertar, contempló, horrorizado, sus propias manos delante de su cara: ¡eran verdes y con pinchos! Su piel entera era como la de un cactus.
Gritó aterrado, no sabía si estaba soñando o todo sucedía realmente.
Una enfermera se acercó, pidiéndole que se calmara. Pero él, haciendo un furioso gesto, contestó:
—¿Pero cómo me voy a calmar, si soy un puto cactus?
Al hacer aquel gesto, algunos de sus pinchos se desprendieron de sus manos y fueron a clavársele a la enfermera, que se desmayó enseguida.
Efectivamente, Bob se había convertido en una especie de hombre cactus. Los científicos estaban anonadados. Le explicaron que la probeta que derribó contenía plutonio líquido, una sustancia radiactiva que podía producir mutaciones.
Pasaron las semanas y Bob, aparte de no tener nunca sed, estaba tremendamente triste; su vida nunca volvería a ser igual. Pero pasó algo que le devolvió su antigua actitud: la enfermera, poco a poco, se había dado cuenta de que desde que los pinchos de Bob se le clavaron, no había vuelto a tener necesidad de beber ni una gota de agua. ¡El experimento había sido un éxito! Solo que en vez de tener que producir millones de vacunas, bastaba con que Bob viajase a los países que lo necesitaban y fuese lanzando sus pinchos a la gente.
A partir de entonces Bob se dedicó a eso y fue considerado por todos un gran héroe. ¡El Hombre Cactus!
No te morirás de sed. Era la frase que decía a todos antes de lanzar sus pinchos.
FIN
Diatriba
Hasta aquí el relato.
Fue escrito para un concurso de su colegio en que se podía ganar una tablet, ¡una tablet! Y el autor se lo tomó bastante en serio. Había un par de requerimientos para la historia: debía aparecer algún tipo de “voluntariado” (Bob se ofrece voluntario al experimento), y debía haber, no recuerdo cómo lo llamó mi hijo, “solidaridad”, o algo así, ya sabéis: buenos sentimientos, pues existe la absurda, abstrusa, y abominable idea (por usar adjetivos que empiecen por ab) de que si escribe la gente para un concurso cosas bonitas, se fomentan, en los usos y costumbres de los lectores, esas cosas bonitas. Qué monstruosidad. Es como decir que un relato sobre un caníbal fomenta el canibalismo… Ya veis por dónde van los tiros: la vieja y puta censura asoma su fea cara de meretriz tísica maquillada.
El autor escribió un cuento divertido, nada de ñoñerías (como supongo esperaban los jueces y organizadores), y precisamente buscó lo divertido porque tiene, señores, diez años, y para él lo sustancial en la vida, como en la literatura, es la diversión. Y así debe ser, por supuesto. Leyeron los relatos en clase (este y el de otro participante, que finalmente fue elegido) y a los críos gustó más, en general, éste (“Bastian, el tuyo molaba más”). Esto es comprensible también, ya hemos dicho que es divertido. Por supuesto no conocemos el otro relato que sacó a No te morirás de sed de la competición y no queremos hacer ningún juicio sobre su enjundia; pero recuerden que esto iba a ser una diatriba:
La primera vez que la profesora (o “seño”, como idiotamente muchos adultos la nominan), leyó el cuento, le dijo a Bastian: “está bien, pero cambia la palabra maldito”. Así, sin dar explicaciones: me huele a mierda bienpensante. Pero dejad que os ponga en antecedentes: cuando el protagonista se ha dado cuenta de que es un cactus, dice: “¿pero cómo me voy a calmar, si soy un puto cactus?” Cosa que no está fuera de lugar, recordemos que es un cuento, y que trata de recrear a un adulto, militar además, enfurecido, nervioso, confuso… Sin embargo, en la versión que presentó en el colegio (o “cole”, como idiotamente muchos adultos lo nominan), le conminé a cambiarlo a “maldito” por conocer yo este idiota juego del bien pensar moderno… Aun así: le dijeron que lo cambiara. Me hirvió la sangre, por supuesto, qué demonios pretendían que un hombre recién mutado exclamara: ¿córcholis? Pero el autor, en su simplicidad y su inocencia, lo cambió por un sinónimo: condenado; y listo. Apuesto a que esto no gustó.
En fin: podría escribir un libro contra toda la mierda que le hacen tragar a los críos, entre propiamente analfabetismo puro (errores de toda laya en los textos de los libros, definiciones ridículamente infantilistas, faltas flagrantes, etc.) y absoluta y vergonzante propaganda… podría hablar de que en un país supuestamente laico, o aconfesional, exista una asignatura llamada “religión” y que, además, esa religión sea ni más ni menos que la católica; podría hablar del simbolismo tan revelador de que los niños que tienen religión se queden para la clase en su aula, cómodamente sentaditos, y los que no tienen religión sean transportados cual rebaño de impíos parias ¿a dónde? A la biblioteca… Pero no: solo queríamos publicar el cuento aquí, en territorio underground, y dejar clara nuestra consternación total ante la idiocia que medra.
Felicidades, Bastian, un relato impecable: como nota final apuntar qué bien se ha trabajado el esquema “planteamiento, nudo y desenlace”.
Fco. Santos Muñoz Rico
Redactor
10 comentarios
Totalmente de acuerdo.
Cómo lector compulsivo de cómic, en mi adolescencia, le pongo un 10. Podría ser un héroe de antaño, perfectamente. El PUTO hombre cactus.
El mundo gira tan rápido que se da por culo a sí mismo. Sólo espero que nuestros hijos sigan ese rumbo en torno al pensamiento crítico.
Es un cuentazo…y sí es mi hijo, pero hay que saber apreciar las cosas que molan. ¡Creo en el hombre cactus! Y por supuesto en su creador, que muy manitas no es, pero a la hora de crear historias es GENIAL. 🌵
Algo de mérito tendrá la madre que parió al niño, así qué, felicidades a ti también.
¡Magnífico cuento! Ojalá todos los padres dejasen la misma libertad creativa a sus hijos 👏👏👏
Me pongo en pie y aplaudo al gran Batian. Enhorabuena, hombrecito. Y que no te desanimen los juicios, así será siempre, son las cosas feas de la vida, también las hay bonitas, tranquilo. Quédate con lo que dice tu padre, que no puedo estar más de acuerdo él. Sigue escribiendo así de bien, que ya llegará un juez sin filtros morales que reconocerá tu valía.
Un abrazo, campeón.
Es el mejor cuento que he leído en mucho tiempo, más quisiera haber visto yo a muchos de los niños y niñas a los que he dado clase escribir a si…y no es por ser quien es el escritor de dicho cuento que en este caso es mi sobrino,si no porque realmente esta muy bien escrito, una lástima de verdad que no haya ganado porque se lo merecía. Viva el hombre cactus, espero que haya más aventuras con él 😋🌵
¿El hombre cactus hace pinchos morunos?
Me quedo con la frase “la vieja y puta censura asoma su fea cara de meretriz tísica maquillada”. 10/10 en cuanto a estructura del relato, Bastian sabe lo que es una buena narración. Que el ritmo no pare.
Me han encantado!!!… Como lectora de viejos cómics, me los recordó y veo potencial para una crear una serie en la que nadie te censure… Como amante de las cosa bellas, la Ilustración es preciosa, muy descriptiva , colorida y “sincera”… Los felicito y… El camino es hacia adelante, solo hacia adelante, hombrecitos!!!… 🙌😍
El cuento es muy bueno, original y entretenido ¿me pregunto de qué iría el cuento ganador?
De cualquier modo, felicidades a Bastian, que no decaiga el ánimo.
Pd. La tablet podrían traérsela los SSMMRR.