Título: Indagación sobre los fantasmas
Autor: Darío Jaramillo Agudelo
Editorial: Pre-textos
Nº de páginas: 420
Género: Ensayo
Precio: 35€
SINOPSIS
Se puede recontar la historia de los fantasmas según las religiones imperantes, según las costumbres de cada época, según los filósofos. Se puede mencionar la manera como los científicos han tratado a los fantasmas (tal vez sin tomar en cuenta que ya había muchos fantasmas antes de que existiera el primer científico), y uno llega al punto de que, habiendo estado los fantasmas presentes desde siempre en la tradición oral de todos los pueblos y habiendo surtido esas narraciones a los más grandes clásicos, el más apropiado territorio de los fantasmas es la literatura. Para empezar, allí nadie les va a preguntar si, de verdad, existen, ni nada por estilo. Y lo que hace la literatura es darles un papel, conferirles continuidad para hacer emocionantes las historias.
En compensación a su potencial literario, los fantasmas están, desde sus orígenes, en las obras más esenciales de la literatura. La lista es tan apabullante (Homero, Virgilio, Ovidio, Dante, Chaucer, Giovanni Boccaccio, Cervantes, Shakespeare, Dickens, Rulfo, García Márquez…) que mejor sería jugar a encontrar un gran autor que no haya tropezado con fantasmas. El tema siempre estuvo ahí.
RESEÑA
LOS ÁNGELES NUNCA METEN LA PATA
He leído Indagación sobre los fantasmas, de Darío Jaramillo Agudelo, con editorial Pre-textos.
El autor empieza advirtiendo de que nunca ha visto un fantasma:
No tengo ninguna experiencia directa y consistente con fantasmas. Nunca se me ha aparecido ninguno. Nunca. Por ese mismo motivo soy un experto en fantasmas y ese interés nace de una pregunta paranoica: ¿qué me ven los fantasmas para omitirme de tal manera? ¿Me desprecian? ¿Me temen?
Esta entradilla provocó, enseguida, dos cosas en mí: la primera fue un gran interés, se puso en marcha el philos, por decirlo así: la postura de este hombre (a quien no conocía en absoluto) se me presentó como cercana y no exenta (como debe ser, o como debe ser para que mi philos se ponga a runrunear) de humor. El humor es algo de lo que carece totalmente el cientificismo petulante que desprecian desde Heráclito de Héfeso hasta Osho, pasando por Swedenborg (que encontraremos en este ensayo), Schopenhauer (que también), Nietzsche, y por mí mismo.
La segunda fue que me recordó a otra entradilla de otro librito sobre un tema afín: el tomo primero de la egregia Biblioteca básica de los Temas Ocultos (BBTO), dirigida por el Dr. Jiménez del Oso. Este libro (un incunable, me temo), por cierto, arranca con un pequeño ensayito firmado por el propio Jiménez del Oso, Un paseo por la muerte del cuerpo, que es una absoluta maravilla. Pero a lo que iba: al principio de este primer tomo titulado Más allá de la muerte, este parrafito es el que me vino a las mientes al leer a Jaramillo:
«En un programa de radio, en el que se hablaba sobre el tema de la vida después de la muerte, una extrañada radioyente nos preguntó, con toda la naturalidad que el buen sentido común otorga a aquellas personas que son incapaces de extrapolar su existir cotidiano, que si nosotros habíamos muerto alguna vez. Inmediatamente después de haberle respondido que tal evento aún no nos había acontecido —cosa que se hizo no sin cierto embarazo, pues a las claras parecía algo de suma evidencia—, enfatizó con tono decidido, diciendo: «¡No me explico cómo pueden hablar de algo que desconocen absolutamente!»
Mario Capel, quien firmaba este libro, tampoco estaba falto de humor ni de desprecio a ese cientificismo petulante.
He de decir que he leído cientos, si no miles, de libros sobre el tema y sobre temas afines. Pero.
Pero el ensayo de Jaramillo no entronca directamente con esa idea que acaso el lector voraz de literatura sobre misterio, temas ocultos, parapsicología, fantasmogénesis, etc., se esté representando: su perspectiva es muy sui generis, y lo que hace es darse un paseo por la concepción del fantasma desde los primeros tiempos de la humanidad (de que tenemos noticia) hasta nuestros días, sin despreciar (como se suele dar el caso en ese otro tipo de estudios) ese lugar en que el fantasma, durante milenios ya, ha sido no solo estudiado, sino troceado, vuelto a montar, transfigurado, vapuleado, privado de sábanas y cadenas, vestido de nuevo, y en fin: que se le ha hecho de todo… ¡La literatura, por supuesto, hablo del fantasma en la literatura!
Jaramillo lo que nos trae aquí no es una historia de la concepción del fantasma, sino su historia. Y esto es de agradecer (aún sin haber visto nunca un fantasma).
Además de pasear, como he dicho, por la concepción del fantasma durante la historia, en la filosofía, en la teología, en la literatura, en la sicología, y en un montón de sitios, vaya, Jaramillo da sus propias vueltas y revueltas a las ideas, teoriza sin complejos, emite opiniones de las que podríamos sacar libros paralelos, y va entremezclando, además, de forma muy amena (es un libro de cuatrocientas páginas que se lee en un suspiro) trozos de su vida, de su propia experiencia en relación con el tema.
Francamente: es un trabajo fantástico, así, llanamente.
Asimismo el lector que busque documentarse simplemente sobre historia de los fantasmas también puede entresacar de aquí definiciones, taxonomías y bibliografía bastante completa (y heteróclita).
He dicho antes que no conocía a Jaramillo, pero ya lo voy conociendo. Resulta, cosa que no me extrañó, dada la simpatía de que he hablado con su punto de vista desde el principio del texto, resulta, decía, que es, como yo, poeta, y que ojeando su poesía me topé, casi nomás haber empezado la investigación, con uno de sus poemas de amor en que ya aparece, sin nombrarla directamente, la figura del fantasma. Os lo copio y me voy, desaparezco, como un espectro, ya satisfecha su fechoría, de vuestra pantalla, de vuestro black mirror:
Ese otro que también me habita,
acaso propietario, invasor quizás o exiliado en este cuerpo ajeno o de ambos,
ese otro a quien temo e ignoro, felino o ángel,
ese otro que está solo siempre que estoy solo, ave o demonio,
esa sombra de piedra que ha crecido en mi adentro y en mi afuera,
eco o palabra, esa voz que responde cuando me preguntan algo,
el dueño de mi embrollo, el pesimista y el melancólico y el inmotivadamente alegre,
ese otro,
también te ama.
Fco. Santos Muñoz Rico
Redactor
3 comentarios
Siempre es un placer leerte. Ya lo sabes. No soy muy de ensayos de este tipo, pero sí soy lector de Jiménez del Oso. Lo cual ya me atrae.
Los fantasmas están presentes desde el principio, otra cosa es interpretar qué son.
Un día os contaré mis deseos de ver uno siendo un chavalín. Pero no pudo ser.
Por parte materna hay un caso espectacular, pero me temo que muy influido por los curas de aquella época.
¿Podrías contar aquí esa historia de cuando quisiste ver un fantasma y la otra que vivió tu madre? Me interesa muchísimo