XXI CLUB DE LECTURA DE TERROR: AGUJEROS DE SOL (Nieves Mories)

por José Luis Pascual

En este verano tan extraño que estamos viviendo, Agujeros de sol ha venido a proponer una historia de venganza surgida del frío. La novela de Nieves Mories, recientemente publicada, ha suscitado diversas consideraciones en los miembros de este nuestro Club de Lectura. Estamos ante una obra que toca algunos traumas pasados (y tristemente recientes) de nuestra sociedad, y que ataca directamente a varios estamentos considerados pilares fundamentales en nuestro modo de vida. Todo ello nos enfrenta directamente a nuestras sombras más densas, a través de una trama que se va desvelando poco a poco.

A continuación, como siempre, encontraréis mi reseña seguida de las distintas impresiones de varios miembros del Club. Al final del artículo, encontraréis el vídeo del debate que dedicamos a esta obra, en el que tratamos pormenorizadamente muchos aspectos de la novela. Espero que lo disfrutéis.

Título: Agujeros de sol

Autora: Nieves Mories

Editorial: Dilatando Mentes

Nº de páginas: 248

Género: Terror

«Qué arcaico suena eso de dependencias del servicio, ¿no te parece? Y clasista. Pero es que la señora de la casa era una zorra arcaica y clasista de la peor especie, Dios la tenga en su gloria, al menos cuando la despeguen de la alfombra y de la pared. Va a subir al cielo después de que la rasquen con una espátula».
Qué gran juego el Cluedo. Aplicar la lógica y la deducción para poner patas arriba las cartas, la partida, la existencia. Sin importar lo que vendrá después, porque rápidamente todo acaba y vuelve a empezar. El asesino vuelve a la vida, sin saber en su renacimiento si volverá a ejercer su poder o si otro usurpará su lugar para convertirle en víctima. Otra más. Las consecuencias quedan en un limbo inexistente, un espacio sepultado bajo un alud de nieve que nadie es capaz de ver. Pero bajo ese montículo laten pasados tumultuosos y futuros rotos. Y si alguien es capaz de levantar esa carta, la del alud, todo lo que allí duerme explota. Nieves Mories tiene esa carta, y no solo ha hurgado bajo ella, sino que ha reventado el propio tablero con una máquina excavadora. ¿Queríais saber quién lo hizo? ¿Acaso no son (somos) todos culpables?
 
Tenía una deuda pendiente con Nieves Mories desde hace tiempo, y Dilatando Mentes me empujó a saldarla con la reciente publicación de Agujeros de sol, obra llamativa ya desde la extraordinaria imaginería con que Juan Alberto Hernández ha dotado a su portada.
Asistimos en esta novela a una historia de venganza tamizada por los ojos de un nutrido grupo de personajes. A través de ellos visualizamos un drama en varios actos localizado en el seno de una familia rica y, por supuesto, mal avenida. Llena de secretos, rencores y malas ideas. Como en todas las familias, vaya.
 
Al inicio de la novela, el narrador menciona el juego del Cluedo, y aunque pudiera parecer una aportación meramente estética, en realidad nos prepara para lo que está por venir. Ya que Agujeros de sol conforma un reto en el que se nos proporcionan ciertas pistas, información dosificada que nos corresponde ir desentrañando. Así, la narración transcurre de manera desligada, a través del uso alterno de primera y tercera persona, interrumpidos puntualmente por la inserción de artículos o notas de prensa explicativos, en un interesante juego de voces que empuja al lector a permanecer atento a los detalles. Es decir, a investigar, como en el citado juego. 
 
Ahora bien, nadie debe esperar la típica novela detectivesca o el clásico whodunnit, ya que aquí nos situamos en otro nivel. Porque la trama, tanto en su vertiente principal como en la de fondo, apenas es una pantalla utilizada para exponer y descomponer. Exponer una realidad oculta que pone de manifiesto la desigualdad entre clases y poderes. Y descomponer esa diferencia abismal para igualarnos a todos en oscuridades. Porque, al fin y al cabo, todos somos animales, ¿no?
 
¿Y cómo lo hace Nieves? En primer lugar, nos lleva a un desfile de capítulos cortos, cada uno con el nombre de un personaje. Así comienza una disección de caracteres que destaca por dos aspectos poco habituales. El primero es que ninguno de ellos sirve como ancla para el lector. En otras palabras, todos y cada uno de los personajes que aparecen por las páginas de la novela son detestables. Esto, que en condiciones normales resulta un lastre para cualquier obra, en manos de Mories se convierte en un recurso más, utilizado para hacer resonar la gran metáfora que impregna la novela. Por supuesto, ello no quiere decir que los personajes estén mal construidos, más bien todo lo contrario. Aunque unos están más desarrollados que otros, la autora se molesta en dotarlos de una voz propia y diferenciada. Eso sí, todos comulgan en un aspecto: la exposición de su lado oscuro.
 
El segundo aspecto que quiero mencionar implica la habilidad de la autora a la hora de narrar. Cuando uno lee Agujeros de sol, todo transcurre de manera muy fluida y natural, con una prosa en apariencia sencilla que puede hacer que ciertos recursos pasen inadvertidos. Me fascina cómo Mories, cada vez que posa el foco en un personaje, en realidad lo utiliza como faro para iluminar a otro personaje. Es decir, utiliza a unos para hablar de otros. Si ya han leído la novela, vuelvan a repasar algún pasaje reparando en esto. Si aún no lo han hecho, lean con esto en mente. Me parece una técnica tan difícil como meritoria.
 
Otra de las virtudes está en la ambigüa predilección de la autora por retratar dualidades. De nuevo a través de los personajes, se nos sumerge en un juego de espejos repleto de similitudes y sutiles pero vitales (o fatales) diferencias. Así, podemos clasificarlos en parejas desiguales: dos mujeres jóvenes víctimas de una familia que las devora, dos hermanos cautivados por la misma mujer, dos patriarcas situados en espectros opuestos, o dos mellizos… bueno, me quedo sin calificativos para hablar de los mellizos. Solo diré que quiero verlos en más novelas. 
 
Hay, sin embargo, algún que otro problema que puede llevar a un sentimiento de decepción a muchos lectores. Si bien casi todos los círculos de la novela quedan cerrados, durante muchos pasajes nos quedamos con ganas de un mayor desarrollo, ya que algunos momentos que piden más pausa, más recreación en lo que sucede, quedan algo esquemáticos y se tragan con demasiada rapidez, sin que dé tiempo a degustar su sabor. Tal condensación se hace patente de manera especial en el desenlace. He de decir que a mí me convenció la manera de cerrar la novela, pero es cierto que, releyendo el inicio, tal vez se anticipan unas expectativas que no llegan a cumplirse del todo. Pese a ello, creo que la novela resulta bastante redonda y contundente, aunque sea una contundencia más elegante que explícita.
 
Al final, Agujeros de sol trata esencialmente de cómo el miedo, la indolencia, la ira, la pasividad, el deseo o la intolerancia nos dominan para acercarnos a la maldad sin que apenas nos demos cuenta. De cómo aceptamos esa oscuridad de manera natural, dejándonos seducir por el poder del pensamiento nefasto sin resistirnos. De cómo los lazos personales son quebrados sin remordimientos ante el menor signo de descomposición. En definitiva, de cómo el agujero se traga al sol.

Los miembros del club hablan:

Normalmente dejo pasar unos días o una semana antes de hacer la reseña después de leer una novela, porque me gusta dejar que se enfríe todo lo que me ha hecho sentir la historia y comprobar si se produce en mí el famoso “efecto cometa”, ese que hace que uno amplifique la estela de la experiencia vivida. No ha sido el caso. Terminé de leer el libro en dos sentadas, porque es un libro que se lee de lujo, con un estilo muy directo y que no se va por las ramas, pero al cabo de los días el globo se me ha ido desinflando. ¿Culpables? Alguna campaña de promoción tan desmedida que personalmente me ha generado rechazo. Uno es así de raro.
Y dejando mis fobias a un lado, Agujeros de sol es un libro totalmente recomendable, crudo, mordaz, con unas escenas que me han recordado a Ketchum y al mejor Tarantino, sangrientas, alocadas y llenas de un humor muy perverso, donde hay momentos que no sabe uno si lo correcto es apartar la mirada o reírse a carcajada limpia de lo grotesco y lo monstruoso de la condición humana. Nieves no da tregua al lector, y una vez que empiezas a encajar las piezas del rompecabezas, encabezado por el pecado de la soberbia, no puedes dejar de leerlo. Hay una crítica social a una época oscura de la historia de España, que merece la pena que descubráis vosotros mismos. Esa es la parte de la novela que, pese a su dureza, me ha dejado un sabor agridulce por lo tibio; si se mete uno en el barro, hay que embarrarse hasta las cejas.
Leed a Nieves Mories, porque es una de las voces femeninas de este género que valen la pena, con un estilo y una voz propia cada vez más diferenciada, y tenemos la suerte de poder ver cómo evoluciona y crece hasta donde ella quiera. Yo seguiré haciéndolo, esperando su próxima obra como un niño al que le gusta hacer reseñas, con una rama ligeramente afilada como la de los mellizos, para jugar. ¡Monedas de sol!

David M. Pastor

Reconozco que entré a la obra virgen, y que pese a ser lector habitual de Nieves Mories, pensé con el título en una historia de entidades y horrores cósmicos. ¡Cuán equivocado estaba! Usa sus instintos para contarnos un cuento de navidad terrible sobre cómo los cimientos de una familia de abolengo, construida sobre huesos, acostumbrados a dominar y domeñarse con puño de hierro, se desmonta con la reaparición de la nuera muerta, la única que verdaderamente daba vida a ese su mundo. La única real.

Es el narrador, la narradora, el narrador, la narradora y Nieves la que nos sumerge en la historia. Cualquier otro escritor o escritora, cualquier otro intento de contar esta historia con otra fórmula o estilo hubiere derivado en fracaso faraónico, porque ella siempre elige la voz que vaya a estar más directa y cercana a nosotros, que se nos relacione, que nos vaya a doler y emocionar siendo afectados. Y no importa el salto de tiempos o escenas (hay algún momento donde lo que cuenta vale para situarse en dos instantes bien separados por largos calendarios…), no confunden el hilo, lo enriquecen, es una magia chamánica cual estrella guiando un barco perdido en la inmensidad de la mar celeste.

Los conflictos, los traumas, las culpas, la memoria, los secretos y los agujeros negros. Es imposible no sucumbir a tanta humanidad. No sentir empatía por nuestros propios pecados, si ese fuere el nombre adecuado, reflejados en este o aquel personaje. No verse arrastrado por la corriente masiva que supone el verbo de Nieves que se muestra en marea de emociones y sentimientos nocivos que van despertando, aunque nunca estuviesen aletargados. Que se esconden entre los pliegues de Chronos esperando su momento y siempre puntuales como el reloj de Martín para poner a todo y cada personaje en sincronía de cara a la confrontación, mostrando las cartas de sangre en la mesa. Todo el odio contenido y procesado explota en una cena de pantagruélico pandemónium a la que estaban sentenciados por sus maldades, por los niños robados y fenecidos. Y, sabiéndose sentenciados, acuden. Después, la devastación más absoluta. No necesita de más monstruo que el hombre para contarnos tamaño horror infinito que se ancla en el pensamiento y nos hace preguntarnos: ¿Soy o he sido así?

Porque hay pocos monstruos tan terribles como los que habitan en nuestro interior, esos que se constriñen y que sabes que acabarán por salir y arrasarlo todo, empezando por las personas a las que más quieres. Pero la verdadera maldad es el daño sin razón, por la simple crueldad que ya de tan hábito no produce ni el placer de la misma. Y hay pocas cosas que provoquen más temor que el hecho de existir una persona que te conozca mejor que a ti mism@, que haya hurgado y ahondado en esos secretos prohibidos que se susurran en las pesadillas.

Ella. Torturada a muchos niveles. Ha regresado. Plena de ira. Sin importarle las consecuencias. Para desnudarlos a todos. Para exhibirlos ante ellos mismos. Porque el juego psicológico de la protagonista ausente con el resto de personajes se traslada fuera del papel para que la misma protagonista y la autora jueguen a su vez con el lector.

Todo esto y mucho más se nos cuenta con una prosa y verbo desgarradores, directos, bisbiseando a nuestro odio cómplice (en algunos párrafos he sentido esa presencia que me acompañaba contando la historia).

Los personajes están llenos de recovecos, pocos tan perturbadores como esa pareja de niños que guardan, que juegan, que odian, que esperan con sus palos preparados y sin reverencia a los adultos que ni los quieren ni los cuidan o los respetan. Porque, a quienes sí, los protegen como perros cimarrones.

Es obligado recomendar esta novela. Las palabras no pueden describirla en su totalidad, hay que experimentarla. Agujeros de sol es la obra que no sabes que quieres leer, que necesitas leer. Agradeceréis la recomendación. Apostad por Nieves Mories.

Pd: siempre quedo pensando en lo que no se cuenta. En lo que no cuenta…

Román Sanz Mouta

Agujeros de sol: una visita guiada por la zona prohibida, por esa especie de Área 51 que cada uno guardamos en nuestro interior, en la que tratamos de ocultar nuestras emociones y pasiones más negativas, aquella parte de nosotros que no queremos que nadie vea, porque sabemos que a nadie le va a gustar. En esta novela no hay ningún elemento sobrenatural, porque no es necesario. El auténtico horror está en nosotros y en las personas que nos rodean: en los deseos más inconfesables, reprimidos por simple temor a las consecuencias; en los actos censurables cometidos al amparo del secreto, de la seguridad de que nunca nadie lo sabrá. Pero ¿y si esos secretos salen a la luz y de alguna forma desaparecen de pronto todas las inhibiciones?

Consuelo Abellán

Agujeros de sol arranca con premeditación y alevosía, en la escena cumbre de la novela, despertando así la curiosidad en el lector en múltiples planos que serán desarrollados posteriormente en forma de secuencias retrospectivas, las cuales desfilarán ante nuestros angustiados ojos como las diversas atracciones de un espectáculo de feria impúdico y morboso.
Este efecto lo consigue Nieves Mories mediante una estructura en breves secciones dedicadas a cada uno de los distintos personajes, fenómenos de esa feria cruel, articulando de esta manera una narración conjunta a partir de sus distintos puntos de vista. Una construcción que a este reseñador le ha recordado a la novela del s. XIX.

Y, aunque cada personaje tiene su voz propia, todos ellos están recorridos por una pulsión atroz que los consume, una insatisfacción permanente que los impulsa a emprender una huida imposible, convirtiéndolos en rabiosos freaks enjaulados dentro de esa feria de las tinieblas que es la familia.

Tanto el potentísimo estilo como la estructura o la construcción de personajes convierten la lectura en un ejercicio agobiante en el que se sublima el terror cotidiano a través de una violencia insólita.
Leer con precaución.

Bernard J. Leman

Me quedé a medias con esta novela.
Idea interesante, buenos mimbres en la pluma, una intriga que va creciendo hacia lo que se espera una explosión pero que al final se desinfla como un globo y el impacto va desapareciendo conforme avanzan los capítulos.
Creo que la clave de la decepción son los niños, dos hermanos que son algo así como el reverso siniestro de Harry Potter,  que siempre me dieron la sensación de que tendrían la clave y el protagonismo en la segunda mitad del libro, pero incomprensiblemente (para mí) no fue así y finalmente se esfumaron en el caos del final. El desaprovechamiento de estos dos personajes hizo que todo lo demás fuese a remolque.
Todos los capítulos comienzan con el nombre del personaje que llevará la voz cantante hasta el siguiente episodio, a pesar de ello he de decir que en alguno me sentí algo confuso y tuve que hacer un pequeño esfuerzo extra para saber quién o de quién estaba hablando.
No todo es malo, por supuesto, me gustó mucho cómo está desarrollado el personaje de Martín, un tipo que en todo momento me descolocó y que estaba lleno de claroscuros.
En resumen y a mi parecer, una novela fallida.

Juan Carlos Pascual

Catalogar Agujeros de Sol como novela de terror puede resultar una etiqueta confusa. Una confusión que, tal vez, la propia autora provoca al envolver al lector en una historia que parece llevar por los derroteros de terror y que, sin ser ese su terreno, resulta terrible, oscura e inquietante.
En esencia, este es más bien un drama familiar de relaciones tóxicas, que hunden los pies en un oscuro episodio de la historia de España.
Nieves Mories, indiscutiblemente, escribe muy bien. La estructura, la concisión y la brevedad con la que se narran los acontecimientos, consiguen una novela corta con ritmo y adictiva, en la que son los personajes los que marcan los acontecimientos y no al contrario. Por contra, se echa de menos la profundización en algunos personajes que prometían un desarrollo interesante y se quedan en un segundo plano.
En general, una novela muy bien escrita, que no abusa de los clichés del género, pero con un potencial, bajo mi punto de vista, desaprovechado. Violencia explícita donde, lo más terrible, parece quedar contenido. 

Esther

Para concluir, os dejamos con el debate realizado en directo el día 16 de agosto, en el que colaboraron Elena (de Spanishfear.com), Miguel (aka Waldemarne), David M. Pastor, Juan Carlos y un servidor. Espero que os guste.

2 comentarios

David agosto 27, 2020 - 10:57 am

¡¡Menudo análisis de la obra!! Nieves Mories es una escritora enorme que va camino de convertirse en gigante. ¡Qué fácil es dejarse seducir por el mal… y por vuestras publicaciones!

Responder
José Luis Pascual agosto 27, 2020 - 11:04 am

Ya que se hace un club de lectura, hay que hacerlo bien, jajaja. Me alegra que te haya gustado.

Un abrazo!

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