Título: Una mirada al abismo: 33 relatos inquietabundos
Autor: Daniel Hermosel Murcia
Editorial: Autopublicado
Nº páginas: 204
Género: Terror, inquietud desde lo cotidiano y realista
Precio: 13,50€ / 2,99€ (digital)
En este relatario encontraras historias que no tengo claro si tienen mérito suficiente para hacerse hueco dentro del género del terror o el horror. Son, eso sí es seguro, inquietantes cuanto menos. Y es que el miedo es muy libre y pretender generarlo cuando yo mismo soy duro de roer en ese aspecto me parece algo pretencioso por mi parte. No, no es falsa modestia ni un captatio benevolentiae de baratillo, es lo que hay.
RITUAL
Afrontamos esta colección de relatos de terror de Daniel Hermosel con una sensación extraña. Primero, porque estamos acostumbrados a que esa rara avis que son las antologías de cuentos (en según qué estratos) exijan una uniformidad si no de extensión, que también, sí de temática y estilo. En este caso percibimos que la sucesión de historias es totalmente arrítmica, y con intención, pues rompe las reglas para ofrecernos su repertorio y visión personal sobre lo que podría ser la comprensión del miedo. Y asistimos a una caterva de textos que van desde las cuatro líneas a las varias páginas (con relatos muy destacados sobre los que un poco más adelanta ahondaremos); micros, breves y largos, en equilibrio de alternancia, que se sostienen por una constante, incluso en los microrrelatos: están construidos a fuego muy lento, macerando la escena con un alto grado de intimidad. Pues más que horror existe una maldad inherente que subyace, algo que ya ha pasado, que está sucediendo (aunque la lectora todavía no pueda darse cuenta), o que devendrá de forma inminente, aguardando su momento más lesivo. Muchas veces desde la mirada imparcial, inocente e imaginativa de los niños, que son quienes anticipan y quienes sufren estas anomalías y alteridades, aunque también tengamos variedad de protagonistas y edades. Como digo, ese poso al baño maría hace que acompañemos al texto llenándonos de ideas, sugestionados por la atmósfera y con una arquitectura cuidada, pulcra y elaborada, lejos de los excesos del mal llamado género, pues apuesta por la tensión y el tempo dentro de una complicidad cuasi fraternal. Pero desgranemos con bisturí algunas de esas piezas que más me han perturbado:
El Caballero de Andrómeda: un reencuentro entre un suicida en acto y el detective que intenta salvarlo, antiguos amigos, compañeros de fatalidades y quizá de una presunta maldición. Que juegan, en estos momentos postreros, a recordar sus sobrenombres heroicos de la infancia, de los conocidos Caballeros del Zodiaco. Presente y pasado sobre el que hacen balance para comprobar si esa maldición es real. Un cuento nostálgico, triste, con guiños y un final sorprendente.
Barritos de elefantes: en unas vacaciones idílicas, la hermana mayor debe cuidar del pequeño, maravillado por el lugar, su naturaleza, y por ese elefante amigo, siempre con su cuidador. Tanto que una noche escapa tras sus barritos, haciendo que ella deba salir en su búsqueda, para acabar enfrentado el desastre. Asistimos aquí a un texto noble, dotado de hermosura por momentos, y donde la fatalidad resulta inevitable.
Novacrux: un padre y un hijo, aficionados a la astronomía, descubren en el firmamento una estrella fuera de lugar, que no debería estar ahí. Pronto ese suceso se hace global y se multiplica por ciclos, desconcertando al mundo, sobre todo a los expertos, dejando a la ciencia al borde de la derrota. Estrellas nuevas que se acercan y cambian el mapa estelar, que parecen hacernos guiños… Hasta que descifran la clave del acontecimiento. Un horror cósmico suave y progresivo que te destroza y deja pensando profundo. Brutal relato.
2084: una breve y original joya.
MyPersonalVideolive.Tv: por medio de un chat de mensajes vemos la interacción entre dos amigas (junto al hermano mayor de una y su colega hacker) que han conocido a un extraño sujeto online. Una queda enganchada de él, la otra desconfía. A partir de ahí, esa presencia crece y se convierte en dominante, separando a las compañeras hasta que se hace tangible… Un relato de actualidad, casi creepypasta, que nos hace temer con las intimidades que regalamos a internet, o cómo lo preferimos a la vida real.
Lázaro en el pozo: una vuelta de tuerca refrescante al agostado género zombie, no diré más.
Vagón 04: Darío no recuerda cómo ha llegado a ese vagón atestado. En su billete no hay origen ni destino. Ve a la anciana del fondo, a la tejedora. Observa. Entra en conflicto por error con la joven Dafne, que no quiere estar ahí pero no puede salir. Entonces el niño, David, sube a bordo, confuso, perdido. La buena de Domi los vigila a todos, los pone en común e intenta construirles la esperanza que ella ya no tiene, mientras el tren sigue su rumbo, parada a parada, domeñando a sus pasajeros cambiantes e incontables. Porque ese vagón esta fuera de cualquier ley física, dimensional o del espacio-tiempo. Estupendo texto que, en pocas páginas, desgrana una historia de una complejidad excepcional, jugando con las alteridades, con el sacrificio, con lo místico incluso. Y dentro de un tren, ¡qué mejor!
Y esto es solo una selección, de preferencia personal, de los 33 (buen número) miedos que sobresalen del libro.
En conclusión y continuando con la parrafada inicial, esa arritmia de extensión con baile de temáticas que van desde el horror cósmico a la tragedia familiar, al abuso, a la epopeya, a una calamidad altamente improbable, al desastre y la rebelión (sea natural o tecnológica), a teorías metafísicas y religiosas… Tantos palos toca, y dicha diversidad convierte a esta colección en una lectura muy agradable (dentro de lo inquietante en forma y fondo). Además, la mayoría de los textos, quedando bien cerrados, tienen la virtud de permitir que la lectora los complete en su imaginación; que sea parte de esa construcción de los acontecimientos desde la semilla de la idea del autor. Partícipes del desenlace. Repito, no quedan a medias o abiertos, pueden ser o no inevitables, pero tú, y solo tu, debes poner de tu parte para perpetrar la penúltima escena (nunca la última, como con la cerveza).
No me sorprende la obra del autor porque soy uno de sus lectores constantes (sin que eso turbe mi juicio), habiendo conocido sus anteriores aproximaciones al terror, siempre tibias porque se maneja en otras temáticas. He acabado satisfecho, porque te puede con sutileza y suavidad, in crescendo, consiguiendo que los últimos relatos se conviertan en culmen dentro del alto nivel. Esta colección, Una Mirada al Abismo, resulta todo un acierto. Así que, salid del influjo de los grandes sellos y los autores hiperleídos para adentraros en la personal percepción del miedo de Daniel Hermosel. Merece la pena, y dejará huella; prometido.
Pd: el relato cósmico todavía orbita en mi psique…
Román Sanz Mouta
Redactor
2 comentarios
Jo, me quedo sin palabras, muchas gracias. Habrá que mantener vigiladas esas estrellas 😉
Nada que agradecer, como ya te dije. Espero una siguiente entrega. Y siempre, siempre, oteo el firmamento con temor e inquietud…