Cualquier táctica publicitaria se considera válida si ayuda a vender el producto que se nos quiere ofrecer. ¿Es todo lícito si el resultado es bueno? A nivel empresarial seguro que sí. Pero, ¿es ético?
Me hago estas preguntas después de ver el cartel de El secreto de Marrowbone, en el cual se utiliza una técnica tristemente extendida a la hora de diseñar carátulas, consistente en destacar el nombre del productor por encima del nombre del director. Personalmente, siempre me ha parecido una falta de respeto que le quita protagonismo al verdadero artífice de la película y deja a las claras que la autoría del director puede haberse visto dificultada por mil y una interferencias. Pero en fin, vamos a lo que vamos.
«El secreto de Marrowbone» cuenta la llegada de una mujer y sus cuatro hijos a una mansión de su propiedad, a la que se trasladan huyendo de un padre maltratador. La madre, aquejada de una grave enfermedad, no tardará en morir, y los hijos tendrán que esconderse en la casa hasta que el mayor cumpla la edad suficiente para convertirse en propietario del inmueble.
Aunque se está vendiendo como una película de terror, lo que encontramos realmente es un drama que intenta colarnos un presunto elemento sobrenatural de manera engañosa. La premisa tiene cierto atractivo pero rápidamente va mostrando que la originalidad queda al servicio de los convencionalismos, y que todo el terror que ofrece «El secreto de Marrowbone» se limita a un par de escenas aisladas. Como viene sucediendo últimamente en el cine de género orientado al gran público, se nos sugieren elementos que podrían haber dado mucho de sí pero que finalmente quedan esbozados como algo casi anecdótico en la película. En mi opinión, este tipo de desarrollos tan planos subestima al espectador al no arriesgar más de la cuenta, dando como resultado un regusto rancio. Claro que, me temo que no me cuento entre el público objetivo al que va dirigida una producción como esta.
Aunque la cinta cuenta con una ambientación más que decente y unas interpretaciones correctas, lo que hace que todo se desplome como una torre de naipes es el pérfido guion firmado por el propio director Sergio G. Sánchez. Y es que el libreto introduce unas cuantas trampas de esas que hacen daño. Cuando se desvela todo el asunto, el espectador no puede evitar sentirse estafado ante un ejercicio de ilusionismo basado en enseñar cartas que no existen en la baraja. Si a esto le sumamos un tufillo a telefílme del que muchas producciones españolas no consiguen escapar del todo, tenemos un producto fácilmente criticable.
Para rescatar algo positivo, el grupo de jóvenes actores hace un buen papel pese a lo desdibujado de sus personajes. Rostros que van siendo habituales en el cine de género como Anya Taylor-Joy (La Bruja, Morgan, Múltiple), Charlie Heaton (Shut In, Stranger Things) o Mia Goth (La cura del bienestar) se mezclan con los menos conocidos George MacKay o Kyle Soller.
A estas alturas, lo mínimo que se puede pedir a una cinta como esta es ofrecer un poco más de sofisticación que la distancie de otras producciones similares. Lamentablemente, no es el caso. Nadie se va a ver sorprendido por recursos tan trillados como los que pone en juego «El secreto de Marrowbone», pero vivimos tiempos en los que una buena campaña de promoción te va a asegurar cierta rentabilidad, independientemente de la calidad real del producto final.
2 comentarios
En muchas ocasiones ser una película plana puede no ser un handicap, más bien lo contrario (son muchas las que para rizar el rizo tiran a la basura buenas ideas). En esta ocasión, la verdad, en el equipo esta película nos llama la atención, aunque por otro lado, nos frena un poco… veremos si al final la vemos.Saludos,HemosVisto!
Aquí me refiero a un desarrollo plano en cuanto a que no arriesga para salirse de lo habitual pese a tener elementos para ello. Espero leer vuestra opinión si os decidís a verla, para comprobar si coincidimos o no.Un saludazo, gracias por comentar!