El terror (IV)

por Daniel Aragonés

Días 6 y 9 de agosto de 1945. Los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki sumieron al mundo en una noche eterna para algunos y en algarabía para otros. El final de la Segunda Guerra Mundial abría las puertas de la paz. Para conseguir tal desenlace, Little Boy y Fat Man segaron de una tacada las vidas de 120.000 personas. Dejando tras de sí una hilera de 130.000 heridos y a un país en depresión absoluta. Como detalle a tener en cuenta, son los únicos ataques nucleares de la historia contra población civil. ​A finales de año, el total de muertes ascendió a 246.000, el 20% debido a lesiones o enfermedades atribuidas al envenenamiento por radiación. Ni siquiera el paso del tiempo ha conseguido frenar los fallecimientos provocados por las bombas. A día de hoy, la genética sigue empujando a los habitantes de la zona hacia el infierno, como si la herida siguiese abierta, como si el maldito hongo radiactivo observase sus movimientos desde el cielo y les recordase lo ocurrido.

Dicho esto, nos centramos en el terror. Imaginad que la historia de la humanidad fuese un árbol y pudiésemos ver los anillos del tronco. Si nos fijamos en 1945 se puede apreciar el gran cambio, una revolución cerebral que reventaba el concepto ANSIEDAD y lo elevaba a su máximo exponente. Nuestra manera de concebir el mal, la malicia, el terror, el miedo o la misma muerte cambia radicalmente de manos. Aquellas imágenes, la turbación y el pavor que suponía que cualquier país se hiciese con el gran poder de la bomba nuclear y acabase de forma fulminante con la humanidad, todo aquello estaba presente en el inconsciente colectivo. De ahí que la guerra fría tuviese el efecto devastador que tuvo, ese tira y afloja constante entre dos frentes, entre dos ideas contrapuestas. El miedo a la radioactividad, desconocida por el hombre de a pie por aquel entonces, viajó por callejuelas y rincones deformando el concepto real y transformando aquel acto en un monstruo de dos cabezas capaz de mordisquear tus entrañas y borrarte de la faz de la tierra. Los viejos miedos se quedaron pequeños ante aquello. Muchos conceptos cambiaron de un modo significativo, endureciendo el imaginario social y convirtiendo en temerarios a muchos hombres y mujeres.

Aunque es algo que ha pasado un poco por alto, muchos sicólogos lo afirman. Ya nada fue lo mismo desde aquel mísero instante. Es más, a los hechos me remito, en estos momentos vitales, con Rusia amenazando a medio mundo y activando sus unidades de control nuclear, el miedo quiere aflorar como si no hubiesen pasado casi 80 años desde entonces. Muchos de esos miedos básicos son acogidos en el seno de un único artefacto y sus devastadores efectos. La oscuridad eterna, producida por el conocido invierno nuclear, adopta en su seno a los temores primarios y los convierte en auténtico terror. Todos somos iguales ante la muerte.

Aunque parezca mentira, el miedo real a una guerra nuclear se aposentó definitivamente en la sociedad a principios de los años 80. El mundo se empezaba a preocupar por los daños que podrían provocar los lanzamientos indiscriminados de dichos artefactos. Los muros de la razón caían después de cuatro décadas. La sociedad conocida entraba en crisis. Si os dais cuenta estamos hablando de un terror que se fraguó durante años en los hornos cerebrales de todo el mundo y que no se instauró del todo hasta que la mayoría de la población fue consciente de la realidad de estos lanzamientos nucleares. Y mientras se aposentaba, nuestras mentes han conseguido cierta impermeabilidad ante los viejos terrores del hombre. 

Pensemos con frialdad: fue un acto victorioso, suicida, imperial. El ataque definitivo. Un acontecimiento que cambió el rumbo de la historia para siempre. Controversia en estado puro, ¿no creéis? Para ganar hay que arrasar, aniquilar, eliminar cualquier atisbo de esperanza. ¿En qué lugar se quedaban los miedos ancestrales? En el rincón más oscuro y pútrido de nuestras mentes. Nada importaba, el mundo había pasado por el horror de una guerra devastadora que, sin preliminares, acabó en un punto y final inolvidable, una fecha que siempre quedará marcada en el inconsciente colectivo. No importa el paso del tiempo, la herida siempre estará abierta.

A día de hoy, en Japón todavía hay gente que siente malestar cuando se acerca agosto. La herencia genética pasa de generación en generación y hace estragos. Incuso niños que no conocieron la hecatombe sienten la ansiedad de aquellos angustiosos días de verano. A partir de aquí, y comprendiendo el resto de miedos básicos, se reescribe la historia del terror.

Portada de la adaptación a cómic de Matadero Cinco

Si tengo que recomendar alguna obra relacionada con este tema, por encima de cualquier otra elijo Matadero cinco, de Kurt Vonnegut. Me parece maravillosa su capacidad para mezclar géneros, hablar de la SGM y contarnos de primera mano cómo fue el bombardeo de Dresde, la masacre más salvaje de la guerra. A través de un ejercicio cargado de humor, viajes  en el tiempo y demás paranoias, nos damos cuenta de lo que intento explicar en este artículo. Ese final tan dramático nos abrió una puerta que jamás se ha vuelto a cerrar, y es que el verdadero horror somos nosotros mismos.

 

Puedes encontrar todas las entregas de esta serie de artículos aquí: El Terror

10 comentarios

Alberto de Prado abril 11, 2022 - 10:11 am

Japón ya se había rendido antes de lo de Hirosima y Nagasaki. Aquello fue una prueba de que la bomba funcionaba y una demostración de fuerza para amenazar al resto del mundo.
Se cuenta que Churchill, uno de los responsables de la matanza de Drede, para acabar con el comunismo, planeaba bombardear las principales ciudades rusas y les habría pedido a los norteamericanos participar usando bombas atómicas. El plan habría sido desechado cuando los sovieticos demostraron que ellos también poseían la bomba.

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Daniel Aragonés abril 11, 2022 - 10:17 am

Oficialmente Japón se rindió el 15 de agosto. Lo demás son especulaciones, porque ni siquiera los americanos conocían el alcance y las consecuencias de su ataque. Es más, nunca más ha existido un ataque así contra población civil. Yo también leo revisionismo histórico y puede que esté de acuerdo contigo.

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Javinho do Sousa abril 15, 2022 - 11:13 am

Te recomiendo leer “Samurái”, de Saburo Sakai; en los últimos capítulos de las memorias de este piloto japonés se puede extraer información muy interesante sobre el estado de la aviación japonesa en agosto de 1945 y los últimos intentos (inútiles y desesperados) de poner en servicio nuevos aparatos con los que dar la vuelta a la guerra y derrotar a la aviación estadounidense. Son los dos ataques nucleares señalados en este artículo el verdadero punto de inflexión moral que empujan definitivamente al Imperio Japonés a su rendición incondicional y al abandono de cualquier tentativa de resistencia. Entre otros, puestos a resaltar nueva tecnología, se encuentra la versión nipona del ME 262 desarrollada con los planos proporcionados por sus aliados alemanes; fabricados en instalaciones subterráneas. Siempre es interesante seguir revisando la historia, pero la mera especulación, dudo que haga ningún bien al estudio de la temática. Lamento cualquier error en el texto, lo estoy escribiendo con el móvil y es horrible. Un saludo.

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Daniel Aragonés abril 11, 2022 - 10:23 am

La primera muestra de que la URRS tuviese una bomba nuclear funcional no se supo hasta 1949. Con respecto a Churchill, los ingleses nunca se llevan bien con nadie. Un saludo, y gracias por tus comentarios.

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José Luis Pascual abril 11, 2022 - 5:06 pm

«Todos somos iguales ante la muerte». Creo que eso resume la sensación que deja el artículo. Me pongo en la piel de los que vivieron ese momento e imagino que fue como enfrentarse por vez primera a la extinción. La materialización de la muerte mirándote a la cara mientras te apunta con el dedo y te increpa «tú eres el siguiente». Verdaderamente terrorífico.
Sensacional artículo.

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Daniel Aragonés abril 11, 2022 - 6:36 pm

Gracias por el comentario. La verdad que debió ser algo impactante.

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vicente abril 11, 2022 - 7:19 pm

Terrorífico.
Gran anrtículo, Daniel.

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Daniel Aragonés abril 11, 2022 - 9:06 pm

Gracias, compañero…
Es extrema una situación así.

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FRANKY abril 14, 2022 - 9:46 am

Tarde, pero llego. No me pierdo tus terrores.
“Aunque es algo que ha pasado un poco por alto, muchos sicólogos lo afirman. Ya nada fue lo mismo desde aquel mísero instante”.
Barón Rojo (sicólogos reconocidos): “Desde aquel día ya nada fue igual, Hiroshiiiiiiiima”

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Patricia Valkyria abril 25, 2022 - 12:49 am

Increíble artículo!!!👏👏👏…nada más que agregar a este o a los comentarios…solo que siempre me preguntaré:porque a Japón,y no ha Alemania?…🤔

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