La noche de Venus (Rubén Sánchez Trigos)

por José Luis Pascual

Título: La noche de Venus

Autor: Rubén Sánchez Trigos

Editorial: Dolmen (Pazuzu)

Nº de páginas: 236

Género: Terror

Precio: 17,50 €

SINOPSIS

Raúl tenía quince años cuando se enamoró por primera vez. Y aunque todo el mundo a su alrededor pensaba que Arantxa era un monstruo por culpa de las terribles cicatrices que arrastraba desde aquel incendio, él veía en ella lo que nadie más era capaz. Ahora, quince años más tarde, Raúl se dirige a lo que amenaza con ser un reencuentro nostálgico con sus viejos amigos de la adolescencia en el antiguo campamento de verano.

Raúl no va a admitirlo ante sí mismo, pero está inquieto: Arantxa también asistirá. Sin embargo, ¿dónde ha estado en todo este tiempo? ¿Por qué nadie ha vuelto a saber de ella? ¿Qué le ha pasado? Es la noche de Venus. La noche en que los monstruos y los primeros amores se confunden. Y nadie saldrá entero de ella.

RESEÑA

Mi amigo J. D. Martín me recuerda a menudo que la literatura no tiene por qué atender siempre a una función transformadora, impactante, educativa o aleccionadora. Él opina, y estoy muy de acuerdo con su punto de vista, que a veces la literatura no tiene más objetivo que el de entretener, el de ofrecer un escape al lector en modo de historias que nos acompañen sin alzar la voz, sin pretensiones de llevarnos a comer a un restaurante de x estrellas Michelin, sino a cualquier sitio de comida rápida que nos satisfaga. Sin duda, La noche de Venus le va a encantar a J. D. tanto como me ha satisfecho a mí.

Rubén Sánchez Trigos nos regala una de esas historias que, desde su mismo inicio, nos sitúa en parámetros de ese cine de terror ochentero que optaba por personajes carismáticos, tramas bien edificadas y resoluciones impactantes. Y digo cine porque La noche de Venus contiene un ritmo y un espíritu cinematofágicos que son una gran recompensa para todos los que añoramos ese tipo de películas. No solo por lo visual de las escenas —algo que en literatura no es fácil de lograr—, sino por lo impecablemente trabajado que está el desarrollo de la trama. Trama de la que prefiero no contar nada, pues corro el riesgo de caer en uno de esos destripes que arruine la lectura a quien se acerque a la novela. 

Dentro de los puntos más destacables encontramos un envidiable dominio de la alternancia temporal. Sánchez Trigos consigue un equilibrio perfecto entre el avance de la trama en el tiempo presente y el del tramo que corresponde a un flashback que nos traslada quince años atrás. Al mencionado ritmo, que va ondulando a medida que la historia lo requiere, se une una gran sensibilidad a la hora de tratar la mente adolescente, cosa que nunca resulta sencilla para los escritores a los que nos queda lejana esa época. Igualmente, la obra desprende un punto de nostalgia que huye de lo fácil para recordarnos que la juventud también está llena de recovecos, grises y dudas, muchas dudas. 

Todos estos elementos alumbran una novela que, si bien puede considerarse de lectura rápida y sencilla, alberga en su interior una enorme dificultad creativa. Escribir sencillo y bien resulta muy complicado, y el mejor ejemplo lo tenemos en los cientos de títulos que inundan el mercado editorial —también dentro del género de terror— con textos mediocres cuando no nefastos, pastiches y vueltas de tuerca a los mismos temas. Rubén Sánchez Trigos acude a ciertos elementos y estructuras que ya conocemos, sí, pero los retuerce con mano maestra y logra exprimir el jugo de un modo que no es tan común como pueda parecer. 

Hay algo que aún no he dicho y que, intuyo, puede aclarar algo en cuanto a la dirección que toma la novela. Existe un componente ritualístico que, de algún modo, emparenta la obra con el llamado folk horror, si es que atendemos al término en su acepción de folclore o leyenda más primordial. Lo bien que la trama se apoya en este elemento para acabar reposando sobre él sin disimulo constituye una de las grandes sorpresas de la novela. 
En conclusión, La noche de Venus resulta adictiva, sobria y sencilla. Tómense los adjetivos, por una vez, como un claro elogio y no como una justificación de lo repetido mil y una veces. En otras palabras, estamos ante un claro referente de cómo hacer parecer fácil algo muy difícil. Y eso, como cualquier escritor sabe, es todo un logro.

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