Introducción
Es notorio el creciente interés que ha suscitado la reciente desclasificación de documentos relativos a eventualidades discontinuas. La curiosidad innata al ser humano le hace proclive a sentir fascinación por aquello que, si bien no llegamos a comprender en su totalidad, abarca aquellas disciplinas que atacan directamente a nuestro sistema nervioso central. Dentro de la inmensidad docugráfica, que corre el riesgo de resultar insustancial por su abrumador volumen, la ficción nos ha provisto de numerosos ejemplos en los que el documento encontrado se sitúa en el centro del relato.
J. G. Antonovich, en su ensayo Lanzaderas cerebrales para conquistar satélites, anticipó la riqueza de una temática que alcanzó su mayor esplendor, si cabe, gracias al encomiable trabajo del recopilador Hans Heinz Horowitz y su gigantesca obra Los monos del hombre incierto. Recientemente, gracias al cambio de paradigma, se han reivindicado los manuscritos de autoras que nos han hecho abrir los ojos, entre las cuales no podemos obviar a Francia Stewart, Virginie Ticolensic-Johnson o, por supuesto, Andalucía de Miguélez. A todos estos nombres rinde homenaje el relato que presentamos hoy.
Francisco Santos Muñoz Rico (1930-2019) fue un destacado escritor africano conocido por algunas novelas de original concepción y oscurantismo poco convencional. Entre sus obras más reconocidas se encuentran La urraca del tesoro, La asesina de ralladuras, Oprobios de los ascensores, Sí, Cuentos del bosque verde limón o Juego de sueños y niebla y carne de monstruo.
El Evento (Francisco Santos Muñoz Rico)
El doce de noviembre de 1979 se reunieron por primera vez, en persona (ya habían tenido varios encuentros por videoconferencia), los miembros del equipo interdisciplinar denominado en los informes (desclasificados desde diciembre de 2022) de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos «Team Vonnegut».
El equipo estaba compuesto por una treintena de personas de heterogénea formación: filósofos, expertos en energía nuclear, expertos en literatura, fisiólogos, sicólogos, sismólogos, sinólogos y expertos en lenguas antiguas, matemáticos, espeleólogos, expertos en termodinámica, la soprano alemana Elisabeth Schwarzkopf y la bailarina Natalia Makarova, el escritor Erich von Däniken. Sin embargo, es uno de los miembros de este equipo el único que, más allá de la mera curiosidad, causa perplejidad en el lector del informe: el denominado «Jefe de Bombardero Tralfamadoriano».
No se trataba de un miembro más, sino que todos se dirigen a él como a un profesor en las conversaciones, que mezclan la morfología de los ideogramas chinos con teorías medievales de transubstanciación que parecían cosa de orates. No nos es posible reproducir aquí la extensa conversación, pero se refieren constantemente a algo llamado «el Evento», que parece ser tan terrible como inevitable.
Hablemos sin tapujos: los expertos parecen, en todo momento, intentar convencer a este ser, que, estamos seguros, no era (ni es) humano, de que no acabe con la vida en nuestro planeta, como, al parecer, era su cometido en fecha indeterminada aunque inamovible. El Jefe de Bombardero Tralfamadoriano va despachando a todos los expertos que intentan razonar con él como a niños repelentes.
Y llega el turno de la música y la danza, que pretendían, parece ser, conmover el corazón de este personaje misterioso. Por desgracia no existen grabaciones del acto, solo la escueta relación: tras la canción interpretada por Schwarzkopf y bailada por Makarova, el Jefe de Bombardero Tralfamadoriano se puso a emitir la más maravillosa música que jamás un ser humano ha escuchado y a danzar al mismo tiempo llevando al colapso nervioso, al desmayo y al llanto irrecuperable no solo a los participantes en la cumbre, también a los militares encargados de «supervisar» la reunión.
¿Realmente estamos ante una congregación humana intentando convencer a un extraterrestre, o dios, de que no nos aniquile llegado el momento?
A pesar del desclasificado de documentos, todo sigue siendo tremendamente inconsútil: piezas sueltas de un rompecabezas que intuimos con terror, pero solo eso, intuimos. Estamos, esto está claro para mí, en manos de fuerzas incognoscibles; somos hormigas en ordenadas filas entre las patas de un elefante; si se desvía un centímetro, todo lo que somos, historia, ciencia, religiones, guerras, humanismo, gastronomía, deporte, pornografía… todo quedará hecho las mismas trizas, todo polvo absurdo y sin nombre. El elefante seguirá su camino sin inmutarse.
El último apunte del documento: «se fija nueva reunión en cincuenta años a partir de la fecha». Parece que el Jefe de Bombardero Tralfamadoriano accede casi a regañadientes a un nuevo encuentro, que seguramente resultará tan inútil como el primero… En fin: quedan unos años para el encuentro; esto, al menos, me permite pensar que la humanidad va a continuar hasta el 2029, y acaso no esté ya aquí para asistir a ese devastador e ineludible «Evento».
Fco. Santos Muñoz Rico
Redactor
8 comentarios
Nos vemos en 2029, si llegamos.
La hija de Makarova lleva preparando el baile desde su concepción, consciente de la importancia del mismo, trabajando de la mano con la música y coreografía del primogénito de Schwarzkopf a la voz barítona, domeñados en una tarea sin fin por el dictatorial y artista primordial Truman Santos Muñoz, un genio en todo lo que no sea suyo.
Tras años de ensayos incansables, mientras los “expertos” dictaminaban sesudas formas para afrontar con paz al Jefe de Bombardero Tralfamadoriano, y unos pocos muchos estúpidos con casacas aspiraban a derrotarlo con sus burdas armas de hormiga, llegó el segundo evento, con las religiones ya caídas, extintas, ante la verdad primigenia, con una mezcla de veneración y miedo absoluto ante lo incognoscible de ese Jefe Bombardero.
Se hizo de noche en un crisol de estrellas desconocidas para su advenimiento.
La plana mayor lo esperaba en el lugar indicado, una playa aislada y paradisiaca en lo más profundo del Océano Pacífico. Artistas y científicos y filósofos y jefes de pingües estados.
Con temor en el verbo, con la canción y el baile listos para conseguir una nueva prorroga de piedad.
Pero el Jefe Bombardero no vino solo…
CONTINUACIÓN, PARA QUIEN ANIME Y ATREVA…
Jajajajaja… Que locura. Que maravilla. Me apasiona este texto. Lo voy a enmarcar. Por lo demás, el autor es un gilipollas y está muerto desde el 19, eso dicen, pero yo sé que no. A pastar. Esta página es un fraude. La salvan sus artículos, que son la hostia.
Tú te salvas, bonito
Nunca estará muerto si pensamos en él, si le amamos y veneramos como merece.
Una pena que don Francisco nos dejara en 2019, estoy seguro de que él solo podría conmover, o tal vez horrorizar a ese ser para que no volviera a aproximarse a nuestra maltrecha roca a menos de un año luz.
Leo y no comprendo. La realidad ─la del relato─ me sobrepasa. Lloro como un sauce de puro terror porque ahora sé que el final está cerca. A no ser… que yo lo adelante. Solo así derrotaré a nuestro enemigo. ¿Dónde he dejado la escopeta?, ¡hostia!
Guapo