Título: Genes a la carta
Autora: Maya G. Vinuesa
Editorial: Eolas Ediciones
Nº de páginas: 212
Género: Ciencia ficción, Narrativa contemporánea
Precio: 19 €
SINOPSIS
El origen es una obsesión. Genes a la carta, de Maya G. Vinuesa, imagina un futuro donde se edita la genética. En otras palabras, un mundo donde las potencialidades de las personas, sus capacidades físicas e intelectuales, son diseñadas en un laboratorio. Se borra el origen tradicional (el geográfico, el étnico, incluso la familia) para liberar de las limitaciones que las circunstancias imponen.
RESEÑA
Desde la propia imagen de cubierta, Genes a la carta nos sitúa en una ambientación emocionalmente gélida —solo hay que ver los ojos inexpresivos, cercanos a lo robótico, de la figura de la ilustración— que, intuimos, tiene mucho que ver con la artificialidad de los personajes «editados» pero, también, con el carácter frío de la sociedad asiática. De hecho, no cuesta imaginar a los protagonistas de los cuentos aquí incluidos como japoneses.
Este volumen se inserta en esa ficción especulativa realista en la que lo primordial no son los avances tecnológicos —aquí representados mayoritariamente por la «edición», una modificación corporal y cerebral con la que se buscan seres humanos mejorados—, sino cómo estos reconfiguran el comportamiento de las personas y cómo estas afrontan su día a día. Frente al trasfondo de ciencia ficción tecnológica, lo que Maya G. Vinuesa propone es la resistencia formada por abrazos de infantes perfectos a sus padres ancianos, las lágrimas de aquel que reniega de los altibajos emocionales, la comparación entre el individuo y un glaciar en su lento deshielo, la insospechada depresión de un niño.
Hay algo de carveriano en la manera de narrar de Maya, una continua picazón de la que no sabemos localizar a ciencia cierta su procedencia. Ese maravilloso recurso plagado de ambigüedad y que tan difícil es lograr. Las metáforas están clavadas. La prosa, sencilla y desapegada, se adapta como un guante al mensaje. También aparece en determinadas ocasiones un ramalazo pilarpedraziano, patente en ciertos diálogos y en un tenue acercamiento a la mitología clásica griega.
Hablando de mitología, la autora crea aquí una propia. Los cuentos, aun siendo independientes, comparten el mismo mundo y época, convirtiéndose en una mirada a un microuniverso (o macrouniverso, según queramos ver) plagado de interrelaciones. Así, no es raro que personajes de unos relatos sean mencionados en otros, o que algunos objetos o situaciones remitan a otros. Esto acrecienta la impresión de «novela de retazos», una de esas obras en las que cada pieza alimenta a las demás en una cooperación medida al milímetro.
Para mi gusto, estamos antes uno de esos libros que va de menos a más. Los últimos cinco cuentos se me antojan los mejores. «Uniformes blancos» y «Un cuerpo feliz» son la columna vertebral del libro, y no solo por su generosa extensión, sino por ser quizá los cuentos que ponen las cartas sobre la mesa de manera inequívoca. Las sensaciones que transmiten son múltiples, pero me encanta sobre todo el poso de intriga y exploración del primero y de devastadora soledad del segundo. Aquí la autora hila fino, alejándose de cualquier concepción espectacular de la ciencia ficción para adentrarse en terrenos profundamente emocionales. No falta cierto sentido del humor, especialmente en el oxigenante «Peces azules», con su fantástica voz narrativa llena de desparpajo y su historia con final ¿feliz?
Más allá de eso, me gustaría declarar aquí mi amor incondicional por «Despedir a un glaciar», que desde su propio título me conquista con su primera persona, su estructura a base de pequeños fragmentos y su descripción de un microcosmos fascinante. Esta historia sobre un hombre que viaja a una de las zonas más australes del planeta para contemplar, día a día, cómo un glaciar se va derritiendo, bien podría aparecer en una compilación con los mejores cuentos de los últimos años.
Genes a la carta abunda en desenlaces abruptos en el buen sentido, puntos finales que dejan la trama resuelta y, a la vez, proponen al lector que sea él quien lo complete todo. Otro acierto que otorga a la obra un importante poso literario. Si bien, como en casi todo libro de cuentos, encontraremos algunos que nos gusten más que otros, creo firmemente que aquí tenemos otra muesca más dentro del actual panorama de lo fantástico, y me refiero al fantástico actual, el que se asoma a simas literarias para golpear el corazón del lector con su aspecto crítico y demoledor. No es necesario buscar fuera, también lo tenemos aquí.

José Luis Pascual
Administrador