Los chicos (Toni Sala)

por José Luis Pascual

Título: Los chicos

Autor: Toni Sala

Traductor: Carlos Mayor

Editorial: Trotalibros

Nº de páginas: 225

Género: Narrativa contemporánea

Precio: 20,75 €/ 5,99€ (digital)

SINOPSIS

El pueblo de Vidreres amanece conmocionado. Dos jóvenes hermanos han muerto en un accidente de coche en las afueras. En la onda sísmica de esta doble tragedia, un banquero vive atrapado en su rutina y un camionero adicto al sexo acaricia su escopeta con la esperanza de reventarlo todo algún día, mientras la novia desde el instituto de uno de los hermanos fallecidos, el que conducía, intenta encajar los fragmentos de su vida rota y un solitario artista regresa derrotado de la ciudad.

RESEÑA

Bienvenidos a un nuevo infierno. Un descenso a la bajeza humana que todos albergamos, a la envidia que de vez en cuando nos corroe, a la falta de empatía, al acostumbrarse al mal por el mal. Ambientada en Vidreres, un pequeño municipio gerundense, Los chicos nos lleva de viaje por esos parajes siniestros que, sin recurrir a los mecanismos habituales del terror, alargan sus sombras hasta tocarnos, para convertirnos con su tacto en chispazos repentinos, en llamaradas fugaces, en ceniza. 

Estructurada en cuatro grandes fragmentos que corresponden a cuatro personajes muy diferentes, Los chicos está cerca, si no lo es definitivamente, de esas novelas fix-up compuestas en base a historias independientes que se retroalimentan. Todo gira alrededor de un árbol adornado por un ramo de flores, el punto exacto en el que se dejaron la vida dos hermanos, dos jóvenes del municipio. Como satélites de lo morboso, los cuatro protagonistas orbitan tan cerca del lugar como lejos mentalmente.

Nos encontramos con un primer escollo al inicio de la obra. El estilo de Toni Sala es derivativo en cuanto a que, a menudo, se abandona a engranajes mentales que se apartan de la escena para meterse de lleno en la reflexión profunda, algo que se retoma en distintos momentos a lo largo de la obra y que afecta, bajo mi modo de entender, al ritmo. Dicho esto, es innegable que el autor logra momentos de increíble potencia literaria con tal recurso. No solo por cómo oscila entre la mente del personaje protagonista a la figuración de otros que adquieren relevancia (increíble cuando se mete en la cabeza de los hermanos víctima del accidente), sino por el tremendo poso que dejan esas reflexiones.

Si bien el primer tramo, correspondiente al personaje de Ernest, es indicativo del estilo del autor y de los derroteros por los que irá la obra, es en el segundo capítulo, dedicado al personaje de Miqui, donde atisbamos la verdadera dimensión de la novela. Y es que los pensamientos del camionero, aun en esa peculiar tercera persona que utiliza el autor, despliegan la decadencia, la miseria y la ausencia de escrúpulos de un personaje que encarna a buena parte de la sociedad. Eso sí, aquí no hay filtros y se nos muestran ciertos rincones oscuros que reconocemos, aunque nunca en público. Esa exploración de lo inmoral me parece una de las mayores virtudes de la obra.

La parte de Iona, novia de uno de los hermanos fallecidos, vuelve a alternar la constante ondulación reflexiva y, para mi gusto, excesiva, con un tramo mucho más equilibrado en el que escena y personaje se funden de manera natural. Me interesa mucho más eso que el discurso interior de personajes que, aun con sus momentos brillantes, no deja de ser un circunloquio repetitivo.

Con Nil Dalmau, último de los cuatro personajes a través de los cuales dibujamos la historia completa, retomamos una narración más clásica, más descriptiva y anclada a la escena. Diría que en su parte Toni Sala encuentra el pulso perfecto, el equilibrio entre forma y fondo. La forma, ya está dicho, es asequible sin renunciar en ningún momento a lo literario, en lo que el autor encuentra la forma de expandir una extraña poesía oscura a través de la afición pirómana de Nil. El fondo también se antoja idóneo, pues entronca de manera muy natural con otros personajes al tiempo que nos cuenta la vida de Dalmau.

Finalmente, Los chicos resulta en una fascinante exploración de la muerte, de la desaparición, de la ausencia de personas más o menos cercanas, y de otra ausencia, la de una moralidad que en ocasiones supone una carga. Un mirar de frente al vacío que no solo se personifica en dos hermanos repentinamente fallecidos, sino también en todo aquello que nos queda por hacer, en todo aquello que deseamos y no tenemos, por mucho que esos deseos sean tabú. Novela que, pese a los problemas de ritmo, alcanza en muchos momentos la brillantez.

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