Título: Wormhole
Autor: Daniel Aragonés
Editorial: Gradiente
Nº páginas: 120
Género: Weird subversivo
Precio: 12,50€ / 5,25€ (digital)
Debido a un golpe del destino, Ezequiel se ve empujado a aceptar un trabajo en una cárcel. Pero nada es por casualidad, la búsqueda de Wormhole le atormenta, le llama, le obliga a escarbar en su propia psique y dejar que las decisiones se tomen solas. Aunque su mujer y su recién nacido son lo primero, un superyó crece poco a poco en su cerebro hasta convertirse en el propio narrador de la historia, para así enseñarnos cuál es su verdad: un poder que le permite ver cosas y acciones alejadas de su radio de acción. De esta extraña forma, ciertas historias, en un principio ajenas al hilo argumental, se entremezclan hasta unirse en una sola. Al unísono, las galerías de Wormhole desvelan un misterio que va más allá de una realidad asolada por el COVID-19.
A Daniel Aragonés no le tiembla el pulso a la hora de abordar las anomalías de nuestro tiempo. Al contrario, encajan a la perfección en su escritura directa e impactante, indistinguibles de su universo extraño y furibundo. Con Wormhole nos trae una novela incómoda. Weird en estado elemental. Surrealismo. Terror. Ficción extraña, pura y dura.
RITUAL
De inicio no pienso hablar de personajes (múltiples en diversos sentidos), de la trama (intensa y metaliteraria), o de la atmósfera que induce (en ese agujero estuvimos o acabaremos todes perdidos). Prefiero referirme a sensaciones, al intercambio de roles que fluctúa entre el protagonista y sus diferentes homúnculos con los que interactúa, casi en una sucesión de posesiones, además de saltar fuera de las páginas para atacar directamente al lector(a), para intercambiar posiciones contigo trasladándote al interior de la historia mientras es otro u otra (o tú mismo) quien devora las páginas de este periplo vital para comprender Wormhole y desentrañar sus misterios. Concretemos en desvarío un poco más, aunque advierto, este ritual ayudará a crear tanta confusión como intriga por una obra afín a mis gustos, a mi tipo de locura, a la literatura desafiante y evolutiva que aspiramos a crear y a consumir. Una novela de laberinto mental.
¿Cuántos yo´s tienes en tu interior?
¿Estas seguro de compartir tu vida con más personas y no estar inventándola, inventándolos?
Dudas razonables.
Esta sería una sucinta sinopsis, porque el resto caerá como impresiones lisérgicas, oníricas y etéreas sobre la obra, que dispone de múltiples capas y varios niveles de profundidad: el protagonista comienza a trabajar en una cárcel donde, controlando sus túneles subterráneos, encuentra y accede a un Wormhole que ya conocía. Tras eso, o quizá desde su misma concepción, la realidad y el tiempo confluyen caóticos con él y sus otros, mientras añora los brazos de su mujer y su recién nacido. A la par, la trama del secuestro de un bebé prosigue reuniendo a los más extraños individuos e individuas…
Tierno, ¿verdad? Sí. ¿Complejo? También. Por eso vamos a concretar desde ya que no es una lectura para todos los públicos porque no debe serlo, perdería su esencia. Ahora, reflexiones cual disparos por doquiera para que tú completes el puzzle y decidas.
Una idea vital, una rebelión contra sí mismo, un texto de estilo, un desafío para el lector, porque su personalidad te ata con esa alternancia de personas narrativas, la primera, la segunda, la tercera. ¿Falsas? ¿Verdaderas? ¿Estás tú, sí tú, te hablo a ti, dentro de la novela? ¿Quizá cuentas parte de tu propia historia, de lo que anhelas sin saberlo? Repito, un ejercicio de estilo apasionante que me seduce desde su primera línea porque te implica, dejando claro el autor que, si tú no me lo ofreces todo, yo a ti no te daré nada. Un pacto lícito, justo.
El personaje, incluso puede que el escritor (y por seguro el lector(a)) parece estancado, muerto en vida, necesitado de una nueva perspectiva, otros ojos, aunque deba arrancarse los suyos. Tiene que aprender, romper la cuarta, la quinta, la sexta, la séptima pared. Darse cuenta que nada existe para que todo exista en realidad. Sentirlo tangible, porque llega un momento donde la vida se hace tan rutinaria que ni tan siquiera puedes sentir, solo te queda el recuerdo del sentimiento y nada más. Por ello busca una motivación, por ello necesita Wormhole y lo que ofrece.
¿Por qué no pruebas a cortarte un dedo? Cuando te desmayes, porque te desmayarás, pobre infeliz, quizá recuperes la consciencia y el dedo siga en su sitio, pero habrás avanzado un poco para salir de la umbra, para cruzar el velo. Porque puede que todes estemos construidos de ficción, de realidad malsana. Puede que nos escriban a la vez que leemos. Hay tantas posibilidades… No es metaliteratura, es metavida. Se inocula el sufrimiento, la ansiedad, el anhelo vital, y consigue que lo adoptes como propio.
¿Quieres más? ¡Venga!
Existe una simbiosis lector-narrador-protagonista-autor (que no son nunca lo mismo) muy apreciable, que muestra cómo el escritor se desgarra las entrañas no solo para contarnos una historia, sino para regalárnosla y que nos la contemos a nosotros mismos. Es difícil explicarlo, aunque sencillo de descifrar cuando te adentras en su juego comprando los preceptos, dejando que acceda debajo de tu piel, de tu psique, dispuesta a sacrificarte para saltar a cualquier otro cuerpo; todo para sobrevivir, todo para seguir sintiendo, aunque sea haciendo daño. Uno de los personajes vive de ese modo. Parásitos, ¿no lo somos cada uno?
La clave es la digresión del tiempo, cuando puedes ir hacia delante y hacia atrás, al pasado y al futuro con un ancla en el presente (y no hablamos de la memoria, hablamos de la mente, del pensamiento orgánico que se convierte en palpable a la vez que la locura deviene inminente). Además, tienes que tomar la decisión definitiva: ser una persona normal, darle al botón de off del cerebro, reducirte, acomodarte, confórmate. Total, con ese grado de simpleza ni tan siquiera te acordarás de haber tenido pensamientos más grandes. O elegir ser especial, diferente, loco, provocador, culpable y víctima, aquel a quien señala la sociedad mayoritaria como en La Invasión de los Ultracuerpos. Y te marcan, te ponen en Se Busca, te juzgan, te condenan, te apartan, te esconden, te destierran, te escinden. Con todo, prefiero ser este que no sigue el camino marcado. Es algo que deberás dilucidar durante el deguste del manuscrito por los laberintos de Wormhole.
¿Cuán sinceras pueden ser contigo mismo todas tus voces y todos tus yo´s de antes, después y durante? ¿Cuánto puedes fiarte de ti mismo? En mi opinión, todo (sobre todo si has pasado por el arduo proceso de autoconocimiento que nunca termina). Aunque debemos discriminar para construir una sola opinión que permita seguir adelante, vislumbrar un futuro único pero llevando a esos otros contigo que pueden protegerte, aconsejarte, engañarte, sustituirte… Sin riesgo no hay gloria.
También conoceremos a Óscar, a Sandra, a John, a Ezequiel, a Maite, a Mircescu, a Jan, a María, a los indivisibles Manu y Ricardo… Lo menciono porque quizá, y solo quizá, por un momento has pensado que la novela es una paja mental; ¡para nada! Conseguirás tu línea argumental y las subtramas que demandas. Al tiempo.
Y aunque parezca contradictorio con todo lo contado, esta es una novela de amor. Como también de tomar decisiones entre la locura y las infinitas posibilidades. Elegir que el amor sea tu núcleo, tu centro, tu lugar feliz al que deseas volver, aquello que te salve. Hermoso.
En conclusión, esta es una obra especial que, tras leer sus primeras páginas, te acercará o te alejará. Poco convencional, en la línea de lo que suele ofrecernos Daniel Aragonés, y con calidad indiscutible. Si estás dispuesto a dejar parte de ti en el proceso de lectura y que ello te cambie, bienvenido. Pero si prefieres soserías, que no te afecte lo que lees, que sea cómodo y no te obligue a pensar, que resulte ligero y suave y no despierte nada en tu seno, esto no es para ti. La novela es truculenta, cruda, visceral, erudita, descarnada, tierna. El autor ha encontrado su voz propia y con ella decide saltarse casi todas las reglas, rompiendo las fronteras para que entiendas los motivos de los personajes y los traslades a tu ser. Amor, surrealismo sucio, horror, ciencia ficción, drama, con momentos donde lo que sucede nos cae como el proverbial cielo sobre nuestras cabezas a plomo. Esta amalgama, esta fusión, concluye en sobrecogedora, con un capítulo final demoledor que me ha dejado tocado, conmovido, alterado, inspirado, dolido. Cierra de forma sublime.
Si has entendido algo entre líneas, si ya quiere sumergirte en la curiosidad de lo que puede ofrecerte Wormhole, de nuevo bienvenido y bienvenida. Te lo recomiendo.
Pd: sí, he estado en Wormhole, quizá no en el mismo Wormhole de Daniel, y desde luego no con las mismas voces. Pero estuve, y estaré.
Román Sanz Mouta
Redactor
2 comentarios
Me has emocionado. No sé podría describir mejor. Y digo emocionado totalmente en serio.
Me quedé igual con la novela, tiene tanto que me implica a título personal… Gracias a usted!