Título: Cuaderno rojo
Autores: Daniel Aragonés, Francisco Santos Muñoz Rico
Editorial: Open City
Nº de páginas: 84
Género: Ciencia ficción, existencialismo
Precio: 8.50 €
SINOPSIS
Un hombre empieza a llevar un diario a resultas de un sustancial cambio en su vida —los fantasmas del pasado siempre vuelven—. A medida que va escribiendo va descubriendo una parte de su vida que de otra manera hubiese permanecido oculta, para finalmente entrar en contacto con otro ser humano inmerso en semejante proceso, exactamente igual que el suyo y por el mismo motivo.
A menudo se confundirán el uno con el otro y casi con algún que otro más. Entre tanto, el mundo está a punto de sufrir un drástico cambio que de alguna manera inexplicable tiene que ver con él (o ellos).
Entre altibajos emocionales, escenas violentas, sueños trascendentales y periodos de profunda reflexión metafísica, los protagonistas hallarán la forma de cerrar el ciclo y dar paso en su mente a una comprensión que va más allá de lo meramente humano.
RESEÑA
La experimentación es la base. A veces necesitamos disparadores creativos inéditos para despertar, para llevar nuestro arte a un nuevo nivel. Confieso que la escritura a cuatro manos no es lo mío, me adivino demasiado cuadriculado para adaptarme a nadie, para que nadie se adapte a mí. Sin embargo, hay maestros que muestran el camino con una pasmosa facilidad. Francisco Santos Muñoz Rico y Daniel Aragonés, dos de mis escritores favoritos, conjugan sus letras en Cuaderno rojo para ofrecer una experiencia novedosa, fascinante, difusa, inenarrable. Una suerte de fusión y transfusión de mentes en la que nosotros, como lectores, nos vemos inmersos en una espiral antropológica sobre el fin del mundo.
No es sencillo establecer una sinopsis para esta obra. Tampoco es necesaria. Sepa el lector que todo comienza con las entradas de diario de un narrador que descubre que hay otra entidad escribiendo en el mismo diario. Se nos sumerge desde el mismo inicio en una historia pre y postapocalíptica cuya naturaleza es incierta, posiblemente tan solo un decorado mental. El cuaderno rojo va dando testimonio de la caída del/de los personaje/s, así como, entre líneas, de la propia decadencia de la sociedad.
Los autores tejen una trama que tiene mucho de deriva conciencial, pero también de crítica hacia lo que nos rodea, ya sea atacando la intrusión tecnológica o la propia desidia humana ante su entorno. Todo ello bajo las directrices de un conjunto de normas poco convencionales, a las que les importa entre poco y nada la propia involucración del lector.
«G1, Daniel Francisco, ha acuchillado a Lydia Marina, como todos los demás sujetos con sus consortes, en realidad: es lo que se espera de ellos. Pero él ha tardado como diez años más que los otros en hacerlo. Y LM2021 se pregunta si eso será el amor: que tarden tanto, una década, en acuchillarte».
La realidad es un océano cambiante y caprichoso, como aquel Solaris, en manos de Muñoz Rico y Aragonés. La continua fluctuación de pensamientos cala en el lector como un salmo hipnótico en el que cada mantra es distinto al anterior y opuesto al siguiente. Dentro de tal maremágnum, hay constantes como la figura de Lydia Marina, una entidad entre humana y mecánica que simboliza tanto la estabilidad como el vértigo, tanto la calma como la violencia.
Para ilustrar la naturaleza de Cuaderno rojo, me remito a un pasaje que considero clave, en el que el narrador entra en un local donde unos árabes fuman y enrollan canutillos. Daniel Francisco (el paradigma protagónico) compra un paquete de esos canutos y empieza a fumar. Pronto, dos payasos aparecen en escena y uno de ellos proclama unas frases acerca del destino y la identidad de nuestro protagonista. La voz de este demiurgo-payaso es la misma de Morfeo ofreciéndole a Neo la elección entre la pastilla azul y la roja, o quizá la de un profeta apócrifo de un Antiguo Testamento. En tales registros nos movemos.
A nivel técnico, me admira la tremenda mímesis entre los dos autores, capaces de crear submundos propios que encajan con los de su contrapartida con minuciosa perfección. La historia va, poco a poco, hundiéndose bajo múltiples capas formadas por pensamientos, por sueños, por visiones del inconsciente y por una realidad mutante. Me atrevo a decir que es el estilo de Daniel Aragonés el que predomina en los dos autores, reconocible en la profunda voz en primera persona, en la elección del escenario central, en la irrupción surrealista. La prosa de Francisco Santos Muñoz Rico se empasta con una gran sutileza para ampliar la resonancia del universo Aragonesiano. El efecto es devastador, demoledor, desarmante.
Cuaderno rojo desvela la tramoya que se oculta tras la realidad aparente. Vais a ver trashumanismo, disociación, extraterrestres, referencias culturales, metafilosofía, onirismo, reflexión y muchas otras cosas plasmadas en las páginas de este diario hecho novela. Y, por supuesto, os vais a hacer muchas preguntas. Personalmente, si no conociera a ambos autores me surgirían aún más incógnitas (¿podemos estar ante una suerte de precuela-secuela de El vacío?), aunque sé que eso no impediría mi disfrute, estoy seguro. Más bien al contrario, dejarse imbuir por la irresistible fusión de voces narrativas y por la neblinosa construcción de escenas y premisas es una sensación reconfortante. Y lo es porque no estamos acostumbrados a leer cosas así. Una vez más, aplausos.
José Luis Pascual
Administrador
2 comentarios
Absolutamente maravillosa. Es un gusto ver cómo la obra se introduce en lectores de tu magnitud. Gracias.
No voy a leer esta reseña. ¡Me niego! Tal vez después de leer el libro, que ya está más cerca en la pila.