Louis Bloom sobrevive a base de pequeños robos. Nadie quiere darle trabajo. Una noche se topa con un accidente de coche y observa cómo, tras la policía, aparece un hombre con una cámara de video que empieza a filmar el accidente. Bloom empezará entonces a hacer lo mismo, buscar sucesos para grabarlos y vender las imágenes a cadenas de televisión.
Francamente, esperaba otra cosa de esta “Nightcrawler” que tan buenas críticas está cosechando. No es que no me haya gustado, pues considero que tiene bastantes puntos de interés, pero tal vez iba con unas expectativas demasiado altas. La cinta nos cuenta cómo Louis Bloom se mete, casi de casualidad, en el mundillo de los reporteros de televisión de sucesos, y cómo va ascendiendo mientras se topa con casos cada vez más truculentos para cubrir. Toda esta parte se me hizo un pelín larga, tal vez porque la película hace una extraña mezcolanza de thriller, crítica social y comedia negra. Pero cuando el personaje de Gyllenhaal escucha el aviso de un tiroteo en una vivienda de lujo, la película arranca definitivamente y se convierte en un thriller repleto de tensión en aumento. Es aquí cuando el director primerizo Dan Gilroy se luce y nos regala un par de secuencias (la del restaurante y la posterior persecución) memorables plenas de intriga y acción.
La película es una crítica extrema al sensacionalismo de las cadenas de televisión y al “todo vale” que en muchas ocasiones encontramos en los noticiarios a la hora de mostrar imágenes escabrosas. El dilema moral de si enseñar o no violencia gráfica en la pantalla queda en un segundo plano, tanto en la película como en la vida real. Lo más importante es conseguir audiencia. Podríamos pensar que en “Nightcrawler” esto se exagera en demasía, pero tristemente hemos podido comprobar hace poco, con la matanza en Charlie Hebdo, que la realidad siempre supera a la ficción.
Un demacrado Jake Gyllenhaal hace un papelón interpretando a un personaje desconcertante. Al principio parece un vulgar ratero, pero después vemos que es una especie de maniático (aunque poco violento) que tiene las ideas muy claras para conseguir lo que quiere. La inseguridad que aparenta su físico y su postura corporal contrasta fuertemente con la firmeza con la que defiende sus intereses. Podemos ver cierto paralelismo con el Travis Bickle de Taxi Driver (1976) en cuanto a la “locura” y a la obcecación en conseguir sus metas por surrealistas que puedan llegar a ser, aunque tal vez la evolución de Louis Bloom no está tan marcada.
Dos secundarios de lujo acompañan a Gyllenhaal: Rene Russo en el papel de directora de telediario con pocos escrúpulos, y Bill Paxton haciendo de otro cazador de imágenes morbosas para llevar a la televisión. Siempre es un placer verlos a ambos, aunque aquí se luce mucho más Rene Russo.
Interesante debut en la dirección de Dan Gilroy, que tras una primera mitad un tanto plana le toma el pulso a la película en una segunda mitad trepidante. Los momentos graciosos descolocan un poco y los encuentro incoherentes con el tono de la película, pero es cierto que sirven para desengrasar un poco de tanta turbiedad. Espero que en próximas obras pueda pulir un poco más su estilo y ofrecernos tramas tan interesantes como la de “Nightcrawler”, que sin ser el peliculón que no están vendiendo, funciona bastante bien.
Mi nota: 6