ABRACADABRA (Asier Barro)

por José Luis Pascual

Título: Abracadabra

Autor: Asier Barro

Editorial: Autopublicado

Nº páginas: 108

Género: Metaliteratura

Precio: 8€

“Cuando se recibe un don inesperadamente, pueden hacerse dos cosas inmediatamente después. Aprovecharlo mientras nos queden fuerzas, o preguntarse cómo y por qué nos ha sido otorgado. La curiosidad, y también el miedo, me empujaban a descubrirlo. ¿Por qué a un pobre garrulo como yo, que hasta el momento había vivido feliz en su ignorancia, se le otorgó la capacidad de crear?”
Encontré esta novelita por casualidad, en una pequeña tienda que posee un aún más pequeño rincón para exponer libros, en su mayoría pertenecientes a editoriales modestas cuando no confesamente underground. Abracadabra me llamó la atención por su portada, su coqueto tamaño y el llamativo subtítulo que aparece bajo la ilustración, y que reza “O el dragón vomitando belleza lascivamente. La historia de cómo un hombre soñó con la vida de otros”. Sin querer saber mucho más, decidí comprarla. 
 
Una vez leído, la verdad es que el relato me ha sorprendido porque no es lo que esperaba (tampoco tenía una expectativa concreta). Abracadabra trata sobre un hombre de perfil bastante básico (trabaja en la construcción y apenas tiene inquietudes) que una noche se ve poseido por una suerte de frenesí que le lleva a escribir un relato de principio a fin. Tal febril experiencia le llevará a presentar el texto a una convocatoria de relatos, convencido de que por lógica ha de resultar premiado.
 
Con ello, Asier Barro compone un relato —porque las diminutas 102 páginas se leen en apenas una hora— que intenta parodiar el oficio de escritor, o al menos el intento de ser relatista, por parte de muchos autores noveles. Todo el que alguna vez se haya propuesto escribir, o bien haya hecho sus pinitos en tal empresa, encontrará puntos reconocibles en algunos de los pasajes de esta fábula. Aquí la llegada de la iluminación se produce por ciencia infusa en un individuo sin bagaje previo, lo que supone una ácida crítica al negocio editorial que se ve reafirmada ante el desfile de personajes que hacen acto de presencia durante la escena de entrega de premios.
 
Más allá de esto, el autor nos expone a una narración en primera persona que nos ayuda a insertarnos en el mecanismo cerebral del protagonista, asumiendo además un componente metaliterario que aporta un punto de calidad, aunque para mi gusto es un recurso que queda poco explotado. Y tal vez ahí esté el principal problema de Abracadabra, su temprana finitud sin que exista un desenlace real o una consecuencia explícita para su personaje. El desenlace se produce fugaz y carece de desarrollo, lo que impide un mayor disfrute de una obra que quizá pida una mayor extensión y, por qué no, más dosis de mala baba.
 
Sin embargo, tanto la idea principal como la facilidad de lectura hacen de este relato una buena opción para rescatar el placer de leer algo cortito y satisfactorio, siendo de ese tipo de obras que indefectiblemente dejan buen sabor de boca y que reivindican un formato casi olvidado y reducido a lo alternativo. Y que, por otra parte, viene a demostrar que escribir un buen relato puede ser cuestión de un momento de inspiración y lucidez, y que tal cosa es, como avanza el título, todo un truco de magia.

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