Bajo el dolmen 10: Bueso

por Francisco Santos Muñoz Rico

​Recientemente Emilio Bueso ha sacado su Subsolar, que cierra el ciclo Los Ojos Bizcos Del Sol. Tal vez por eso me rondaba su nombre al sentarme a ecribir. Bueno, por eso y por algo más; pero en unos párrafos llegaremos a ello. Empecemos por el principio:

​Yo leí a Emilio Bueso por primera vez en la editorial Dolmen, en su Antología Z, el segundo volumen, si mal no recuerdo, donde aparecía su relato Tras una persiana veneciana. Ahí, en ese mismo libro, también descucbrí a Juan de Dios Garduño: fueron los dos más sobresalientes, con diferencia. Inmediatamente anoté en mi memoria esos nombres. Es el eterno donoso escrutinio, ¿verdad?

​Este relato, Tras una persiana veneciana, qué os voy a decir; crea un ambiente en pocas páginas que después de terminar el libro te hace recordarlo como si fuese mucho más largo: es porque tú necesitas más palabras para describir lo que has visto allí, lo que has vivido ahí. Se llama excelencia. Se llama también “meterse dentro de la historia”. Sin duda Emilio Bueso sabe meterte dentro de su historia.

​(No se me entienda mal, el compendio este (Antología Z, hablamos del segundo volumen, en efecto, acabo de sacarlo de mis recién ordenadas estanterías) trae relatos y gente muy interesantes: Santiago Eximeno, Víctor Conde, David Jasso o un tal Pedro L. López, con un relato muy oscuro y divertido: Mi primo Tom. Pero mi gusto, mi querencia, mi fuego interno o lo que sea, me hacen decantar por Garduño y Bueso en primerísimo lugar. Ya traeré por aquí a Garduño, sin duda).

​Como os dije, apunté el nombre, decidido ya a leer cualquier cosa que encontrara suya, que por esos entonces eran pocas. Encontré, me costó conseguirlo porque por esos años yo vivía en Melilla, el verdadero culo del mundo, y de hecho debía tratar con las propias editoriales a menudo para comprar libros: me voy del tema, ya estoy desvariando; encontré, decía, su nombre en el índice de otro recopilatorio: Aquelarre, antología del cuento de terror español actual. Se hacía de rogar el señor Bueso. Pero todos mis afanes se vieron recompensados con creces cuando leí el relato que allí había, uno de los mejores de los que tengo almacenados en mi almario: El hombre revenido. A este cuento no hace honor ese subtitulillo que lleva la obra: debiera incluir un “mejores”, o “excelsos”, o algo así. En El hombre revenido asistimos a un suceso fantástico realmente acojonante, ya desde el principio, pero conforme pasan las páginas la cosa se retuerce y se retuerce hasta un paroxismo narrativo que ya quisiera yo conseguir. Es una cumbre El hombre revenido. Una cumbre borrascosa, por supuesto. Incluso, entiendo que este relato no es para cualquiera; entiendo que pueda asustar realmente a una persona, cosa no tan habitual como algunos creen, esto de que un cuento te asuste.

​El pacto con el maligno estaba firmado: soy, cuando se tercia, un consumidor de obras completas goloso, tenía que leer a este salvaje escritor: yo también escribo, también escribo desde la parte chunga, así que por necesidad de mi no remunerado oficio y por gusto, por delectación, compré sus libros. Noche cerrada, Cenital, Diástole. Valdemar sacó su Extraños eones, una novela lovecraftiana, anunciaban. Yo no la llamaría lovecraftiana, le diría inserta en el universo lovecraftiano, tal vez. Extraños eones me pareció una obra maestra, no necesita carteles publicitarios que la sitúen aquí o allá; pero al parecer estos carteles son necesarios. Bueso ya es, de todas formas, hoy día un cartel en sí mismo, “crear escuela” suelen llamar a lo que él hace.

​Más tarde Valdemar sacó Ahora intenta dormir, un compendio de relatos que incluye, por cierto, Tras una persiana veneciana y El hombre revenido. Ahí podemos darnos un paseo por el buesouniverso, los terrores y las fantasías, los futuribles desastrosos e, incluso, alguna mirada buesuna a la guerra civil también. Para quien sepa verlo es un manual de estilo. Y llego a un asunto que me encolerizaría si yo fuese un tipo colérico: al parecer hay “detractores de Emilio Bueso” (con eso me he encontrado en internet). Ya sé que es inevitable lo de los detractores, que hasta yo debo tener alguno, pero en fin: por qué algunos gastan su vida y energía en ir contra esto o aquello es una cosa que ni Unamuno ni yo comprendemos cuando se trata de ir contra un escritor y su obra. Como diría Tom Cullen: L. U. N. A. eso quiere decir: si no te gusta no lo leas.

Los ojos bizcos del sol. Aquí está mi carencia: el primer volumen llegó en época en que yo no andaba en este mundo, y el segundo, también. Después la realidad fue puta conmigo: no tenía dinero, sencillamente, para gastar en libros. Joder, pensaréis, qué mierda de vida esta: cierto. Pensé: va a ser una trilogía, ya me pillaré los tres. Y felizmente la enjundia de Emilio Bueso hace que no sea tremendamente difícil conseguir sus libros: los editan y los reeditan; y lo contrario sería una locura. Según qué ediciones está la cosa más difícil, pero no dudo que serán accesibles los tres tomos fácilmente de una u otra manera. Ya os contaré.

​Recientemente alguien se interesó en comprarme mi obra completa, se gastó una considerable suma en adquirir, así de golpe, mis seis novelas. No pude evitar compararme con Bueso, porque cuando yo lo conocí y decidí mostrarle la pleitesía de que era acreedor, era un nombre más en una editorial zombi, una editorial muy poco conocida, tan poco conocida que hube de trartar con ellos directamente para conseguir unos libros… Y en fin, más zombi que yo no hay nadie. Fin de la digresión.

​No he dicho nada de Noche cerrada, ni de Esta noche arderá el cielo, ni de Cenital, ni de Diástole, vamos con esta misma: es una novela de vampiros. Pero no sólo de vampiros, podemos venderla sin hablar para nada de vampiros ni de nada sobrenatural. Podemos hablar de un personaje marcado genéticamente por la decadencia, que viaja maltratando su Talbot Horizon, por ejemplo; y dejamos sin ningún problema el tema del vampirismo de lado. Lo que quiero decir es que puedes leer Diástole y años después, en uno de esos flashes que nos llegan, puedes recordar esto: leí una buena historia, no recuerdo quién la escribió ni cómo se llamaba el libro, pero me acuerdo de esa imagen del tipo decadente pero todavía no desesperado del todo pisando con saña el acelerador de su vehículo y comparándose con su ancestro que fustigaba a una burra en el mismo escenario, estaba metido en algún lío. Es una sensación, esa de recordar un cacho de libro que te hizo feliz, sin importar si te acuerdas de su autor ni del propio libro en cuestión, repito, fantástica. Es un lugar donde volver y sentirte a gusto, algo que muchos, aunque os sorprenda, no tienen, y nosotros (tú y yo, lector mío) tenemos a espuertas. Yo siempre vuelvo, cuando quiero entrar en ese estado beatífico, a los Recuerdos, de Tolstoi. De hecho ahora, ya, vuelvo a estar allí.

2 comentarios

Román diciembre 1, 2020 - 6:51 pm

Emilio Bueso es putamente bueno. Y torcido. E intrusivo para los aficionados del mal rollo y la autodestrucción. Los que vivimos en la frontera del lado oscuro.
Si gusta usted de los dos primeros volúmenes de la última trilogía, los pongo a su disposición.

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FRANKY enero 12, 2021 - 11:28 am

Jajaja, gracias, amigo pero me haré con ellos tarde o temprano

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