Título: Hemetia
Autor: Érica Couto-Ferreira
Editorial: Arima Editorial
Nº de páginas: 132
Género: Terror sagrado
Precio: 13€
Sobrepasada cierta edad, lo único que devuelve algo de brío y una cierta ilusión de vida a una ciudad son sus cadáveres.
En alguna ocasión hemos defendido, porque es justo y hay que hacerlo, la inmensa imaginería folclórica que arrastramos desde hace muchos siglos en España. Si nos vamos al género de terror, aunque hay una buena cantidad de producción referente a esta temática, la sensación de “complejo de inferioridad” siempre nos acompaña. Parece que lo ajeno siempre es más vistoso, más llamativo, más sugerente —el término folk horror así lo atestigua, refiriéndose siempre a historias salidas de otras culturas europeas y, por supuesto, de la americana—; y, sin embargo, el poder tenebroso y aterrador de nuestra propia historia es todo menos desdeñable. En este mismo espacio hemos hablado de obras como Los cuentos de la niebla, Tótem, Villanueva, algún relato de El dulce líquido, nuestra antología Transfórmate o muere… Todas ellas dan pie a hablar del concepto del monstruo como algo insertado en nuestras costumbres más arraigadas. Porque, ¿qué hay más terrorífico que descubrir “el otro lado” de algo que se nos ha inculcado desde pequeños?
Érica Couto-Ferreira (Infestación), historiadora y experta en temáticas que escapan de lo convencional, agarra en Hemetia la exacerbación religiosa, la agita con el puño bien cerrado, y lanza seguidamente una historia macabra que respira el aire viciado de las criptas eclesiásticas.
La trama acompaña el recorrido de Nina Valente, mujer que acude a la villa de Feronia para trabajar como bibliotecaria. Poco a poco, su día a día se verá invadido por la adoración de las gentes de la localidad a Santa Hemetia, virgen a la que se atribuyen distintos milagros. La imbricación de la nueva vida de Nina con esa devoción religiosa culminará en la festividad en la que la Santa es expuesta al público.
Tenemos aquí una historia de terror con olor a incienso. El pulso de Érica logra que el ritmo de la novela sea pausado pero con un in crescendo contenido y continuado. La autora dibuja la villa de Feronia como un lugar con dos caras: la cotidiana, que puede resultarnos reconocible, y la extraña, la que altera esa cotidianidad y la deforma hasta llevarla a terrenos casi surrealistas.
Hay algo que me destaca en la obra, y es la manera en que la atmósfera se enrarece en varias escenas, en las cuales somos testigos de una realidad distinta que golpea de forma inesperada. Aún cuando la obra permanece bastante anclada a la realidad, esas escenas llevan al lector a preguntarse «¿qué está pasando aquí? ¿Qué acabo de leer?». Estos pasajes, de marcado tono onírico, resultan chocantes frente a la racional concepción del mundo de la protagonista, logrando por tanto esa segunda capa de lectura tan necesaria en la literatura actual. De ese modo, se consigue por una parte que todo nos resulte familiar y, por otra, que Feronia sea un lugar hermético, casi alienígena.
La imaginería está lograda de un modo extraño, ya que la autora logra retratar el ambiente de las festividades religiosas, haciendo hincapié en el lado siniestro y claustrofóbico de liturgias y procesiones. El contrapunto del personaje de Nina Valente, que sirve de observadora alejada del frenesí y el éxtasis, funciona muy bien para mostrar la realidad de una población dedicada por entera a su folclore. Esto le permite a Érica adentrarse en lo tenebroso de tales costumbres, aderezando además la historia con algunos aspectos directamente terroríficos.
El mayor problema que encuentro es que la novela es muy corta, y uno queda con la sensación de haber leído una historia cuyos recovecos prometían dar más de sí. Especialmente reducido se queda el trasfondo de esa Santa Hemetia, cuyo pasado es tan estimulante que resulta imposible no imaginar su historia completa. Son tan interesantes los apuntes de la obra que narran hechos pretéritos, que el cuerpo pide más, mucho más.
Ojalá Érica siga transitando estos caminos que mezclan eventos religiosos con sucesos perturbadores. Su conocimiento sobre el cuerpo humano está aquí bien implementado en cuanto a descripciones de cadáveres incorruptos, no en vano la autora ya publicó el ensayo Cuerpos, las otras vidas del cadáver.
La influencia del misticismo y lo sagrado llega hasta el fervor, y me parece una fenomenal idea aprovechar esto para llevarlo al terreno de lo inquietante. Hemetia resulta inquietante, corta pero inquietante, así que la misión está cumplida.
José Luis Pascual
Administrador
3 comentarios
Muy buena reseña. Interesante el folk nacional, muy defenestrado e infravalorado por nosotros mismos. La vamos a tener que añadir a la cesta de préstamos.
Delicatessen.
¡Gracias! Toda la razón, siempre miramos más allá y defenestramos lo que tenemos al lado, en casi todas las disciplinas. Curioso fenómeno.
¡Un abrazo, Daniel!
Creo que esta obra vale su peso en sangre